La izquierda exige al presidente que reaccione
Diputados conservadores creen que Sarkozy debe explicaciones a la naci¨®n
La izquierda francesa ve a Nicolas Sarkozy estupefacto y paralizado ante el desastre del caso Bettencourt y su efecto bola de nieve y le exige que se mueva y reaccione. La primera que se lo pide es Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista franc¨¦s (PS), eso s¨ª, sin reclamar [todav¨ªa] la dimisi¨®n del zarandeado ministro de Trabajo Eric Woerth: "Sarkozy debe actuar r¨¢pido. No s¨¦ si Woerth puede continuar como ministro (..) pero el Gobierno se encuentra afectado y hay que cambiarlo". Y concluy¨®: "Estamos expuestos a una crisis moral".
Esta falta de movimiento de Sarkozy tambi¨¦n ha llamado la atenci¨®n del diputado socialista Pierre Moscovici: "Da la impresi¨®n de que Sarkozy est¨¢ dejando pudrirse esta situaci¨®n. No parece estar al mando. El pa¨ªs no puede continuar as¨ª". Tambi¨¦n el ex primer secretario del PS, Fran?ois Hollande, se refiri¨® a las ¨²ltimas informaciones como el s¨ªntoma de "una crisis moral". Y pidi¨® a Sarkozy que cambie ya el Gobierno porque "este grupo de ministros se encuentra completamente devaluado".
El El¨ªseo no prev¨¦ cambios hasta la v¨ªspera de la fiesta nacional del d¨ªa 14
El domingo, dimitieron dos secretarios de Estado con rango de ministros por despilfarrar el dinero del Estado: Christian Blanc, secretario de Estado del Gran Par¨ªs, gast¨® 12.000 euros en puros; y Alain Joyandet, secretario de Estado de Cooperaci¨®n, por emplear un jet privado para desplazarse a La Martinica a una conferencia internacional en un viaje que cost¨® 116.000 euros. Algunos vieron en esa dimisi¨®n, muy avalada (y en el caso de Blanc, forzada) por Sarkozy, un intento de proteger al ministro Woerth, m¨¢s cuestionado si cabe que los otros dos, o por lo menos, cuestionado por asuntos m¨¢s graves. De cualquier forma, si el objetivo fue el de ofrecer dos presas para guardar una tercera, no ha servido de nada.
Mientras, Sarkozy, que ayer presidi¨® su Consejo de Ministros, pidi¨® a los miembros del Gabinete que mantengan la sangre fr¨ªa y se centren en el trabajo que llevan a cabo.
No es f¨¢cil. El mismo Sarkozy se encuentra pillado en una trampa que se ha tendido a s¨ª mismo. Hace una semana, anunci¨®, en una comida con diputados de su propio partido, que ten¨ªa pensado llevar a cabo una reforma importante de su Gobierno en oto?o. Ahora, muchos de estos diputados le piden que adelante esta reforma, que se dirija a los franceses para explicar su postura y que no se deje atropellar silenciosamente por la cascada de acontecimientos que amenazan con enterrarle. Pero reformar el Gobierno esconde un problema con un nombre propio: Eric Woerth, ministro encargado en marzo por el mismo Sarkozy de la reforma m¨¢s importante a esta altura de la legislatura, la de las jubilaciones. El dilema es simple: ?debe Sarkozy mantenerle cueste lo que cueste para no dejar hu¨¦rfana la apuesta pol¨ªtica y social m¨¢s importante a la que se enfrenta en este momento? ?Puede, por otro lado, un ministro tan debilitado como Woerth, acusado de conflicto de intereses, de haber recibido el sobre con el dinero de la financiaci¨®n ilegal, conducir sin sospecha y de forma eficaz una reforma tan determinante como la de las pensiones? El martes, por ejemplo, Eric Woerth tuvo una reuni¨®n importante sobre esta cuesti¨®n. Pero los periodistas solo le preguntaron sobre el asunto Bettencourt.
Por lo pronto, todo apunta a que Sarkozy aguantar¨¢ el chaparr¨®n sin moverse demasiado (si no aparecen nuevas revelaciones explosivas, claro) hasta el pr¨®ximo 13 de julio, v¨ªspera de la fiesta nacional francesa y d¨ªa en que el Consejo de Ministros examinar¨¢, precisamente, el proyecto de ley que, tras su aprobaci¨®n en oto?o en la Asamblea, retrasar¨¢ la jubilaci¨®n legal de los franceses hasta los 62 a?os.
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