El jeque que trajo la fiebre del oro
La llegada del sobrino del emir de Qatar a M¨¢laga desata pasiones y alimenta la esperanza de un nuevo desembarco de los petrod¨®lares en la Costa del Sol
El champ¨¢n ya no se descorcha a la vista de todos en Puerto Ban¨²s (Marbella). Eso era hace una d¨¦cada. Ahora se hace en fiestas privadas organizadas por una generaci¨®n de ¨¢rabes formados en las mejores escuelas de negocios del mundo. Gente que huye de la ostentaci¨®n y el lujo que represent¨® en su d¨ªa el rey Fahd, de Arabia Saud¨ª. La cara m¨¢s visible de esta nueva hornada de ricos es la del jeque Sheikh Abdullah Al-Thani, sobrino del emir de Qatar, que ha armado tal revuelo en la ciudad con su llegada, que ya se habla de una nueva fiebre del oro en la Costa del Sol. Ha comprado el M¨¢laga Club de F¨²tbol y promete inversiones millonarias en distintos negocios. Astuto, silencioso como buen hombre venido del desierto, sus colaboradores le atribuyen incluso poderes adivinatorios: "Espa?a va a ganar el Mundial. Lo dice el shej".
El sobrino del emir de Qatar ha comprado el M¨¢laga y quiere poner el nombre de Picasso al estadio de f¨²tbol
El jeque y su s¨¦quito pasan unos d¨ªas en la mansi¨®n de un amigo situada a pie de playa. La puerta est¨¢ flanqueada por su personal de seguridad, que mira de arriba abajo a todo el que pasa por la calle. Anoche, Al-Thani estuvo trabajando hasta altas horas de la madrugada y por eso a media tarde a¨²n duerme. No har¨¢ acto de presencia, por ahora. En cambio, Abdullah Mohamed Haj-Ghubn, su secretario, su mano derecha, llega a la villa a bordo de un Mercedes Mclaren. Con su pose de dandi, sentado en una cafeter¨ªa en el interior del recinto, aclara de primeras que no est¨¢n aqu¨ª para malgastar el dinero, sino para buscar oportunidades de negocio. "?Crisis? Es cierto, pero es el momento ideal para invertir. Hemos estudiado el mercado espa?ol y hemos observado muchas oportunidades".
?Qui¨¦n es en realidad su jefe, ese hombre misterioso que ha conseguido que la Costa del Sol se haya puesto a sus pies? "Un buen tipo, le encanta aprender, conocer. Es un excelente ser humano", resume su secretario sin ¨¢nimo, aparentemente, de parecer condescendiente con su jefe. El jeque Abdullah, de 43 a?os, multimillonario, como casi todos de la familia real qatar¨ª, es sobrino del emir. Posee un conglomerado de empresas que abarcan desde moda hasta agencias de viajes, telefon¨ªa m¨®vil y muchos otros negocios. Adem¨¢s, es vicepresidente y miembro del consejo de administraci¨®n del Banco de Doha.
Con su chaqueta a cuadros, sus formas amables, el secretario relata que la misi¨®n de su jefe va m¨¢s all¨¢, que pretende unir puentes entre Qatar y Espa?a. Para ello se est¨¢n reuniendo con directivos de grandes empresas espa?olas interesadas en invertir en Oriente Medio. "Ayer estuvimos con gente de la constructora Sacyr Vallehermoso para ver si se les pueden adjudicar algunas obras en nuestro pa¨ªs". Un miembro del s¨¦quito interrumpe la conversaci¨®n: "El shej acaba de despertarse, pero tiene a¨²n que vestirse. Tendr¨¢n que venir m¨¢s tarde para hablar con ¨¦l".
Se ha dejado ver poco, pero la euforia que ha desatado el jeque a su paso ha sido espectacular. Tras las puertas de una lujosa joyer¨ªa, un lugar en el puerto de Marbella donde se recibe a los clientes con champ¨¢n, aparece Miguel G¨®mez y Molina, presidente de la asociaci¨®n de empresarios marbell¨ªes (CIT). Cuenta que el capital ¨¢rabe se estaba yendo estos ¨²ltimos a?os a Dubai y que eso se ha frenado con la irrupci¨®n del jeque Al-Thani. "Estos grandes hombres de negocios emulan a otros. Los multimillonarios empezaron a llegar a Marbella de la mano del rey Fadh, despu¨¦s se largaron porque era m¨¢s vistoso tener un rascacielos en los Emiratos ?rabes. Pero han vuelto. El impulso del jeque va a ser fundamental". Dice que ahora es gente m¨¢s preparada, con muchos asesores, y que no presumen de tirar el dinero, como anta?o, algo que se ve en estos momentos como una falta de elegancia.
No faltan los esc¨¦pticos. "Ll¨¢meme dentro de un par de a?os y hablamos de nuevo. No es la primera vez que viene un empresario extranjero con aires de salvador y despu¨¦s se va y deja esto como un solar. No tienen arraigo con el lugar, cualquier d¨ªa recogen sus b¨¢rtulos, se vuelven al golfo P¨¦rsico y no sabes m¨¢s de ellos", sostiene un empresario malague?o que no desea revelar su nombre.
La imagen del jeque est¨¢ rodeada de misterio. Se dice que la luz de su oficina siempre est¨¢ encendida, que no le gusta que sus hijos se paseen por ah¨ª con un coche de un mill¨®n de euros, o que les susurra a sus caballos al o¨ªdo. Sentado en una cafeter¨ªa de Puerto Ban¨²s, rodeado de familiares, amigos y guardaespaldas, aparenta ser un hombre corpulento, vestido con camiseta y bermudas, que se levanta para recibir a los reci¨¦n llegados. "Dije que iba a ganar Espa?a y as¨ª ha sido (1-0 a Alemania) ", dice, y a continuaci¨®n se vuelve a sentar. Bebe agua mineral sin gas y fuma cigarrillos rubios. Acaba de adquirir el M¨¢laga Club de F¨²tbol, un equipo que estuvo a punto de bajar a segunda el a?o pasado, por 36 millones de euros, y planea colocarlo entre los mejores de Europa en cinco a?os. Tambi¨¦n pretende cambiar su imagen: quiere que el estadio pase a llamarse Pablo Ruiz Picasso y que el actor malague?o Antonio Banderas sea la imagen del club. "Cuando vas por el mundo nadie sabe d¨®nde demonios est¨¢ M¨¢laga. En cambio, s¨ª conocen Marbella. Eso va a cambiar", apunta uno de sus asesores. Planea invertir en un nuevo puerto, hoteles, restaurantes. Abrir concesionarios de coches. Es cierto que el jeque es un hombre de pocas palabras. Escucha la conversaci¨®n, observa a la gente que camina por el paseo mar¨ªtimo, consulta su m¨®vil y, despu¨¦s de un rato, les dice a todos que es el momento de dar un paseo. Todos se levantan al un¨ªsono.
No son los ¨²nicos que le siguen a su paso. Al segundo d¨ªa de llegar reuni¨® de urgencia al alcalde de M¨¢laga, Francisco de la Torre, al presidente de la Diputaci¨®n, y a la delegada de la Junta de Andaluc¨ªa. Les pidi¨® permiso para hacer obras en el estadio, de titularidad p¨²blica. El domingo siguiente, a pesar de ser d¨ªa de guardar, hizo lo propio con la alcaldesa de Marbella, a la que habl¨® de fastuosas inversiones. "Estamos muy ilusionados con su llegada. Son gente seria, de calado. En momentos en los que los inversores tienen dudas sobre nuestro pa¨ªs, aqu¨ª llega uno con plena confianza", cuenta al otro lado del tel¨¦fono el concejal delegado de Turismo de Marbella, Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez. ?Alg¨²n detalle en concreto? "Los hay, pero ser¨ªa un error de bulto sacarlos a la luz. Queremos que se sientan a gusto y en confianza, no que esto sea un gallinero".
Hace a?os, la familia real saud¨ª llegaba a Marbella con un s¨¦quito de 2.000 personas y un gran despliegue de medios: aviones, helic¨®pteros, coches de lujo. Cientos de vecinos del pueblo hac¨ªan cola en la puerta de su palacio con la esperanza de ser contratados para la temporada de verano en alguna tarea dom¨¦stica. ?En qu¨¦ se diferencia el jeque de tan pomposo despliegue? "Muy sencillo. El rey Fahd, al acabar el verano, hac¨ªa las maletas y se marchaba a su casa, con toda su riqueza. Nosotros hemos venido para quedarnos aqu¨ª", dice el secretario del emir de Qatar.
Antes de irse, el jeque, con su melena negra bambole¨¢ndose por los vientos del puerto, quiere decir algo: "Espa?a va a ganar el Mundial. Yo traigo suerte". "Conf¨ªa en ¨¦l, sabe lo que dice", apostillan sus asesores. Habr¨¢ que hacer caso a las palabras del jeque.
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