La tentacular dificultad de escoger
En las ¨²ltimas semanas mundiales he constatado, comprobado o aprendido la mar de cosas de diversa (pero indudable) importancia. Uno: cualquier r¨¦gimen pol¨ªtico en cuyo ordenamiento jur¨ªdico quepa la posibilidad de condenar a muerte (por lapidaci¨®n o no: el modo es solo una cuesti¨®n de infamia a?adida a la infamia) a una mujer "ad¨²ltera" es simplemente execrable, por mucho que dicha ley afirme basarse en la interpretaci¨®n correcta de la sharia o de la pretendida voluntad de un Dios "clemente y misericordioso". Si el siniestro Ahmadineyad no es uno de los m¨¢ximos representantes e int¨¦rpretes del moderno islamofascismo, que venga ese mismo Dios y lo vea. Dos: lo que los catalanes llaman Madrit (es decir, ciertas instituciones del Estado, ciertos partidos de ¨¢mbito estatal y los medios afines al tea party de cuanto peor mejor y Espa?a se hunde) sigue siendo la m¨¢s incansable partera de independentistas y senyeras esteladas, a mucha distancia suasoria de ERC y otros partidos soberanistas. Tres: (parafraseando a Talleyrand) quien no ha conocido los d¨ªas de antes de la vuvuzela ignora lo que era la dulzura de vivir. Cuatro: el pulpo Paul ha entrado en nuestras vidas para quedarse. Perm¨ªtanme que me detenga en este ¨²ltimo extremo, quiz¨¢s como homenaje al kraken gigante de 20.000 leguas de viaje submarino. En una ¨¦poca en que es patente la infantilizaci¨®n de la pol¨ªtica y de los medios, Paul ofrece con su bendita estolidez tentacular innumerables ventajas. Las prestaciones m¨¢nticas de dicho cefal¨®podo podr¨ªan ser utilizadas por la Administraci¨®n del Estado para lograr una m¨¢s eficiente (y firme) toma de decisiones en los distintos departamentos. De hecho, y extraoficialmente, es posible que el nombramiento de la nueva directora de la Biblioteca Nacional (quien, por cierto, ofrece un estupendo perfil de gestora) hubiera sido realizado tras consulta (de pago) al acuario que lo alberga, al que podr¨ªan haber sido enviadas fotograf¨ªas de los distintos candidatos junto con un percebe gallego por cada una. No me extra?ar¨ªa nada ver en el BOE la convocatoria de un concurso para obtener la reproducci¨®n masiva de Paul (mis topos me cuentan que podr¨ªan haberse iniciado los contactos secretos con Ian Wilmut, director del equipo que clon¨® a la oveja Dolly) y distribuir la prole oct¨®poda resultante por ministerios y consejer¨ªas, a los que se enviar¨¢n los correspondientes acuarios normalizados (como los pulpos no hablan, no ser¨ªa necesaria la traducci¨®n simult¨¢nea en las autonom¨ªas biling¨¹es). Si, adem¨¢s, pudieran obtenerse en el mercado negro, imag¨ªnense qu¨¦ chollo. Por ejemplo, para m¨ª, que nunca s¨¦ a qu¨¦ carta libresca quedarme.
Flatulencias
Ojeo un ?Hola! en la peluquer¨ªa y constato la deuda que las revistas (finas) del coraz¨®n tienen contra¨ªda con la novela rom¨¢ntica, ese g¨¦nero que tanto vende y que se ve permanente e inexplicablemente condenado al ostracismo en las poco fiables listas de ¨¦xitos elaboradas a partir de "librer¨ªas consultadas". De acuerdo con los datos proporcionados por el Bar¨®metro de h¨¢bitos de lectura de 2009, la llamada "novela rom¨¢ntica" es la que m¨¢s gusta a un 15,7% de los lectores, por delante (aunque nadie lo dir¨ªa) de la policiaca. En todo caso, el reportaje del c¨¦lebre semanario se refiere a la boda de Victoria de Suecia y Daniel Westling, un evento regio que viene a confirmar la tendencia de las monarqu¨ªas a matrimoniar sangre azul y (plebeyez) roja, quiz¨¢s como pen¨²ltimo intento de asegurar la permanencia de tan a?eja instituci¨®n en este tiempo histri¨®nico y sine nobilitate (si la deriva morgan¨¢tica resultase poco eficaz, me temo que a los reyes del mundo no les quedar¨ªa m¨¢s remedio que salir a luchar por la audiencia en programas-basura tipo S¨¢lvame o Supervivientes). Bajo la r¨²brica "escenas en el balc¨®n de palacio" encuentro destacadas dos perlas anacr¨®nicas que comentan sendas fotograf¨ªas a todo color: a) "un galante don Felipe coloca caballerosamente un chal a do?a Letizia" y b) "la princesa gir¨® la cabeza para agradecer al Pr¨ªncipe el gentil gesto que acaba de tener con ella". ?No les parece estupendo?: gentil, caballeroso, galante, don, do?a, agradecer, cabeza (en este contexto, sin relaci¨®n con la m¨¢quina popularizada por monsieur Guillotin). Ya s¨¦ que en la prensa (fina) del coraz¨®n el lenguaje que se lleva es ese, y no algo del tipo mon¨®logo de Molly Bloom. Pero, qu¨¦ quieren que les diga, no deja de extra?arme que ese romanticismo de d¨®nde vas Alfonso etc¨¦tera siga funcionando en una revista que ya comentaban mi abuela y mi madre en aquellas largas tardes de verano en que yo las escuchaba atento y aplicado desde mi siesta fingida. El universo que refleja ese lenguaje es como de caja de m¨²sica dentro de una burbuja, nada que ver con las sordideces del mundo, ni siquiera con su tragicomedia cotidiana o con los talk shows de gran audiencia en los que una invitada deshecha en l¨¢grimas denuncia urbi et orbi que su madre se lo monta con su prometido (al final todo les queda perdonado). Como en las novelas aburridas, en esos reportajes regios no hay ni un resquicio para la iron¨ªa o para el sentido del humor: quiz¨¢s porque no tratan de lo que podr¨ªamos llamar seres humanos como usted y como yo (es un decir), sino de figuras de un fant¨¢stico tableau vivant. Uno echa de menos la menci¨®n de cualquier estridencia o tropiezo, incluso de la (improbable) irrupci¨®n (ah¨ª mismo, en el balc¨®n de palacio) de una de esas flatulencias (no importar¨ªa el sujeto emisor, con tal de que fuera regio) a las que se refiere el divino Jonathan Swift en el divertido op¨²sculo El beneficio de las ventosidades (Sexto Piso), cuya lectura veraniega les recomiendo vivamente. Y con la ventaja suplementaria de que, en este caso, no es necesario apretarse la nariz.
Arreola
Ninguno de los dos escritores mexicanos cuya obra me llevar¨ªa entera a una isla desierta (Rulfo y Arreola) se caracterizaron por su exuberancia creadora. Pero conste que en mi elecci¨®n nada tendr¨ªa que ver el escaso peso f¨ªsico de sus libros, sino su cualidad de imprescindibles. De Juan Jos¨¦ Arreola (Zapotl¨¢n el Grande, 1918-Guadalajara, 2001) reedita ahora RBA su Confabulario, que en la edici¨®n que public¨® C¨¢tedra en 1986 se llam¨® "definitivo". Se trata de relatos magistrales, medidos, modern¨ªsimos, que exudan una sabidur¨ªa narrativa aprendida en los grandes poetas (Baudelaire, Whitman) y en escritores a los que am¨®: Papini, Schwob, Kafka. Ejerci¨® todos los oficios (incluyendo los de corrector de pruebas y redactor de solapas), lo que le rob¨® tiempo para escribir. En el pr¨®logo a Confabulario (que es, por s¨ª mismo, una obra maestra del g¨¦nero) confiesa melanc¨®licamente: "No he tenido tiempo de ejercer la literatura. Pero he dedicado todas las horas posibles a amarla. Amo el lenguaje por sobre todas las cosas y venero a los que mediante la palabra han manifestado el esp¨ªritu, desde Isa¨ªas a Kafka". En estos cuentos se palpa ese amor y esa veneraci¨®n. Y mucho oficio. Si no los ha le¨ªdo todav¨ªa no s¨¦ a qu¨¦ est¨¢ esperando. Corra.
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