Tiempo de represi¨®n, silencio y disparates
Fueron 38 largos a?os de censura sobre la fr¨¢gil industria del cine espa?ol, d¨¦cadas en las que la represi¨®n m¨¢s feroz se entremezclaba con el delirio y el disparate absurdo. Tantos a?os de control absoluto no pod¨ªan dejar indemnes ni a los propios censores, que no solo censuraban lo invisible y prohib¨ªan en funci¨®n de sus retorcidas hip¨®tesis sobre los, en su opini¨®n, ocultos fines del realizador, sino que alguno de ellos acab¨® escribiendo y publicando alguna bazofia con pretensiones de literatura er¨®tica. Del 19 al 23 de julio, el historiador cinematogr¨¢fico Jes¨²s Garc¨ªa de Due?as impartir¨¢ un curso magistral en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en Santander, sobre Cine prohibido. Censura y represi¨®n bajo el franquismo.
Berlanga propuso que el padre Garau, censor, firmara con ¨¦l el gui¨®n de 'Los jueves, milagro' despu¨¦s de las 200 p¨¢ginas de correcciones
PREGUNTA. La primera pregunta, ?de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de cine prohibido?, es la misma con la que usted comienza su curso.
RESPUESTA. Es una interrogaci¨®n ret¨®rica, puesto que el contenido del curso se refiere a la deliberaci¨®n de la llamada eufem¨ªsticamente "Junta de Apreciaci¨®n de Pel¨ªculas", nada m¨¢s acabar la Guerra Civil, para implantar los mecanismos de control que el sistema franquista hab¨ªa decidido establecer con objeto de salvaguardar la salud moral de los espa?oles. A?os despu¨¦s de su puesta en marcha y funcionamiento regular, el ministro Gabriel Arias Salgado se jactaba de que gracias a la actividad de la censura se hab¨ªan "salvado" miles de almas nacionales
... Cuando hablamos de cine prohibido nos referimos, en rigor, a uno de los episodios m¨¢s infames de la presi¨®n agobiante de la dictadura, porque no solo se prohib¨ªa, sino que se obstaculizaba e imped¨ªa la circulaci¨®n libre de ideas y pensamiento.
P. Cu¨¦nteme algunos casos de los expedientes de censura.
R. Ser¨ªa interminable referenciar los casos -extravagantes, pintorescos y siempre tremendamente crueles- de tales expedientes que, por cierto, pueden ser consultados en la secci¨®n cinematogr¨¢fica del AGA (Archivo General de la Administraci¨®n, en Alcal¨¢ de Henares), pero, por citar uno de los m¨¢s divulgados y expresivos de la maligna actitud censora, evocar¨¦ lo que sucedi¨® con un gui¨®n de Berlanga, en cuya primera p¨¢gina se le¨ªa: "Secuencia 1?. Exterior Noche. Plano General de la Gran V¨ªa". El diligente censor tach¨® en rojo la l¨ªnea, y cuando le preguntaron la raz¨®n argument¨® que, conociendo a Berlanga, seguro que lo que iba a mostrar era a unos cuantos obispos entrando en Pasapoga... M¨¢s all¨¢ de lo esperp¨¦ntico que pueda resultar este hecho, la an¨¦cdota revela la irracional obcecaci¨®n y la suspicaz contumacia de aquellos defensores de la moral franquista.
P. Todo parece indicar que Berlanga fue el director espa?ol m¨¢s castigado por la censura, ?qu¨¦ otros problemas tuvo?
R. Uno de los m¨¢s llamativos, si es que la imagen fantaseada de unos cuantos obispos ingresando en la sala de fiestas paradigm¨¢tica del vicio capitalino -y que es l¨¢stima que nadie se haya atrevido a rodar a¨²n- no fuera suficiente, es el que le congreg¨® en varias reuniones con el famoso padre Garau, eminente te¨®logo jesuita y activo censor en la ¨¦poca, a prop¨®sito de las vicisitudes de la escritura del gui¨®n de Los jueves, milagro (1957). Seg¨²n cuenta el propio Berlanga a su confidencial bi¨®grafo Antonio G¨®mez Rufo, "hasta llegaron a contratar a un cura, un cura censor, el padre Garau, para que me ayudara. ?Joder con la ayuda! El t¨ªo escribi¨® 200 p¨¢ginas sobre lo que deb¨ªa hacer o dejar de hacer san Dimas. Ahora no recuerdo si figura como guionista en los t¨ªtulos de cr¨¦dito, pero yo lo propuse seriamente, incluso con mi abogado, que entonces era mi paisano Vizca¨ªno Casas". No hay que dejar pasar la ocasi¨®n para mencionar que uno de los principales accionistas de la productora en cuesti¨®n era Alberto Ullastres, significado miembro del Opus Dei y, a la saz¨®n, ministro de Comercio. Pero con todo lo siniestramente gracioso que pueda resultar todo esto, a m¨ª me parece particularmente significativo lo que sucedi¨® con 'La muerte y el le?ador', en la pel¨ªcula de episodios Las cuatro verdades (1962), en la que el rubio actor alem¨¢n Hardy Kr¨¹ger encarnaba inapropiadamente -todo hay que decirlo- a un castizo organillero madrile?o: las escaramuzas con la censura son memorables en esta ocasi¨®n, escandalizando la escena en la que un jumento hace sus aguas menores en la superpoblada piscina sindical. A partir de este momento, el realizador valenciano est¨¢ en el punto de mira, si es que no lo estaba ya.
P. La primera de las proyecciones que se incluyen en el curso es Rojo y negro, un filme del falangista Carlos Ar¨¦valo que sin embargo fue retirado por la propia productora, asustada de las posibles repercusiones de su estreno. ?Qu¨¦ mensaje inclu¨ªa para tomar tan radical decisi¨®n?, ?hubo m¨¢s casos de pel¨ªculas de realizadores falangistas con problemas con la censura?
R. La pel¨ªcula es de una espl¨¦ndida calidad est¨¦tica, y una verdadera rareza inflamada de ardor falangista que, seg¨²n se ha reiterado sin fundamento, es prohibida personal y fulminantemente por Franco tras su estreno. La verdad es que, ante el temor de represalias por la ¨ªndole inoportuna del mensaje conciliatorio, la propia productora -Ar¨¦valo P. C.-CIFESA- decide retirarla de la circulaci¨®n, como ha quedado documentadamente probado en un penetrante estudio publicado hace algunos a?os por Alberto Elena. La historia de Rojo y negro (1942) no puede resultar m¨¢s provocativa en los momentos ¨¢lgidos del reforzamiento del nacionalismo patri¨®tico, a poco de terminar una confrontaci¨®n b¨¦lica que los vencedores asumen como gloriosa cruzada. Una de las circunstancias m¨¢s curiosas de esta singular pel¨ªcula es que fue asesorada, tanto ideol¨®gica como hist¨®ricamente, por una personalidad tan destacada del r¨¦gimen como Jos¨¦ Mar¨ªa Alfaro, pero, claro est¨¢, el atrevimiento, la ingenuidad o la inconsciencia de Carlos Ar¨¦valo son tan descomunales como para sugerir nada menos que la reconciliaci¨®n nacional en una ¨¦poca tan temprana, cuando est¨¢n sin cicatrizar las heridas de la Guerra Civil... Y hay otro caso de problemas graves de cineastas falangistas con el sistema. En esta ocasi¨®n, nueve a?os despu¨¦s, un grupo de falangistas de "izquierdas", encabezado por el director, Jos¨¦ Antonio Nieves Conde, y los escritores Eugenio Montes, Gonzalo Torrente Ballester y Natividad Zaro, se atreve a poner en marcha un proyecto que causa muchos quebraderos de cabeza al r¨¦gimen: Surcos (1951), agria y seca historia de denuncia social sobre la migraci¨®n rural a la ciudad. La pel¨ªcula desaf¨ªa frontalmente uno de los mitos m¨¢s entusiastas de las pol¨ªticas "sociales" franquistas: la atenci¨®n laboral al fen¨®meno de las migraciones interiores y el asentamiento en las grandes capitales, especialmente Madrid, de grandes contingentes de campesinos.
P. En una de las sesiones del curso hace referencia a las triqui?uelas para burlar la censura. ?Podr¨ªa comentar alguna de ellas?
R. Lo normal era poner en el gui¨®n unas cuantas escenas salteadas que evidentemente no iban a pasar el filtro de los alertas vigilantes para distraer la atenci¨®n de otras que interesaban mucho m¨¢s y que pasar¨ªan, as¨ª, inadvertidas. Lo m¨¢s frecuente era colocar como cebo situaciones de alto contenido er¨®tico, muy llamativas, que distrajeran la atenci¨®n de otras cuestiones que interesaban m¨¢s a los cineastas.
P. Los realizadores j¨®venes suelen hacer referencia a las dificultades econ¨®micas como una forma de censura. ?Cree que esto es as¨ª, es decir, que existe una pervivencia represiva?, ?es el mercado, tambi¨¦n, un censor?
R. Los realizadores j¨®venes tienen raz¨®n. Hay una pervivencia represiva y las leyes del mercado poseen reglas perversas, pero esto ocurr¨ªa ya en esos a?os -demasiados- oscuros del franquismo, porque la llamada Junta de Apreciaci¨®n y Calificaci¨®n, al tiempo que controlaba el contenido, eliminando frases, disponiendo "arreglos y modificaciones" o prohibiendo lisa y llanamente, decid¨ªa unas clasificaciones que iban desde Inter¨¦s Nacional a 3? Categor¨ªa, pasando por 1?, 1?A, 2? y 2?A, a cada una de las cuales se otorgaba una asignaci¨®n econ¨®mica -en funci¨®n del presupuesto presentado- y unas cuantas licencias de importaci¨®n, todo lo cual estructuraba un sistema de premios a los d¨®ciles y penalizaciones a los desafectos.
Cine prohibido. Censura y represi¨®n bajo el franquismo. Curso magistral. Direcci¨®n: Jes¨²s Garc¨ªa de Due?as. Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. Palacio de La Magdalena. Santander. Del 19 al 23 de julio. www.uimp.es.
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