Vuelta y vuelta
Cuando llega el verano, las chicharras cantan y el agotamiento nos asfixia, todos deseamos una pausa, el alivio estacional. Sestear, holgazanear, velar son los verbos que conjugamos con pereza y un poquito de expectaci¨®n. El dolce far niente, la molicie sin reparos...
?La molicie sin reparos? Bien mirado no hay tal cosa: el verano es un momento de gran ocupaci¨®n. Lo que tenemos son nuevos compromisos que completar. Algunos de esos empe?os nos procuran la dicha: el gusto del esfuerzo f¨ªsico o mental. Otros, no tanto: solo son nuevas rutinas que nos agostar¨¢n, como ese mes que esperamos. Por un lado nos prometemos acabar las tareas que hemos ido aplazando durante el curso; por otro nos obligamos a cumplir los deberes que hemos reservado para las vacaciones. La enumeraci¨®n puede ser ilimitada y el goce o el agobio son variables. Juzguen ustedes.
Primero: hay que ir a la playa cercana o lejana con todo tipo de pertrechos, cargados con sillas y con sombrillas, dispuestos a broncearnos hasta alcanzar ese color saludable que luego nos envidiar¨¢n. Segundo: hay que visitar las plazas tur¨ªsticas que tenemos programadas, los viajes de largo o corto recorrido que nos cambiar¨¢n el paisaje habitual, el entorno repetido, esos destinos que son sobre todo fotograf¨ªas digitales que mostrar o que archivar. Tercero: hay que hacer excursiones, senderismo o monta?ismo, esos esfuerzos cerebrales que nos activan m¨²sculos que ignor¨¢bamos tener y que luego adelgazar¨¢n. Cuarto: hay que realizar obras de arte menor, de bricolaje dominical, de jardiner¨ªa amateur, aut¨¦nticas filigranas para las que nos creemos diestros, esos esmeros de la imaginaci¨®n que tanto nos ilusionan y que al final nos decepcionar¨¢n. Quinto: hay que ver una tras otra las pel¨ªculas que hemos ido apilando en distintas copias y en diferentes formatos, los filmes cl¨¢sicos o caducos que nos prometen la felicidad, esas historias que solo a ratos nos emocionar¨¢n. Sexto: hay que leer los libros que se nos han ido acumulando, las novelas que nos recomendaron los amigos o que nos prescribieron los cr¨ªticos, esos vol¨²menes de los que algo aprenderemos y que no siempre concluir¨¢n. Las labores se nos agolpan sin que veamos su consumaci¨®n: sin que veamos su fin o su finalidad. Vamos con prisas, dispuestos a cumplir. Eso es el verano, ?no es cierto? Una obligaci¨®n temporal que pronto concluir¨¢.
Pero no: no nos pongamos cenizos. No le demos m¨¢s vueltas. Tal vez, esa suma de deberes no es, propiamente, la met¨¢fora estival que por error enumero, sino la alegor¨ªa de la vida que deseamos prolongar. ?Que deseamos prolongar? La existencia no se alarga: solo es ciclo, vuelta y vuelta. Como el bronceado, siempre ef¨ªmero, siempre a punto de perderse. Pues eso: no se pierdan. Nos vemos a la vuelta.
http://justoserna.wordpress.com
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