Caetano y el rock que rejuvenece
La reinvenci¨®n de Veloso asombra y desconcierta a un p¨²blico siempre devoto
No hac¨ªa falta pasar lista: est¨¢bamos todos. Los hermanos Almod¨®var en primera fila, Elvira Lindo y Javier C¨¢mara justo detr¨¢s, Marisa Paredes un poco m¨¢s a la derecha. Hace tiempo que las visitas de Caetano Veloso a Madrid se cuentan por acontecimientos que trascienden lo musical para abrazar la dimensi¨®n sociol¨®gica. Y anoche, siete a?os despu¨¦s de su ¨²ltima comparecencia en los Veranos de la Villa, el p¨²blico le ten¨ªa ganas al cantor y poeta de Santo Amaro da Purifica?ao. Tantas como para reventar la taquilla (3.200 localidades vendidas) en contraste con tantas otras noches de aforos m¨ªnimos.
Apareci¨® Caetano con polo rojo, gafitas de quien ha visto mucho mundo y aspecto algo avejentado (este verano soplar¨¢ 68 velas), pero dispuesto a demostrar que no se resigna ante el designio inapelable de los d¨ªas. Su metaf¨®rico estiramiento de piel ha consistido en rodearse de una banda de treinta?eros y reinventarse como un artista bastante m¨¢s roquero, ecl¨¦ctico y experimental que muchos de quienes desfilaron por Benic¨¤ssim el pasado fin de semana.
Es m¨¢s ecl¨¦ctico y experimental, pero mantiene el c¨®digo gen¨¦tico
Revent¨® la taquilla, 3.200 entradas, en contraste con tantas noches de m¨ªnimos
No es el mejor Veloso del que hayamos tenido noticia, pero hay que rendirse ante un hombre que, superada la edad de jubilaci¨®n, a¨²n tiene arrestos para suscitar pasi¨®n, sorpresa y controversia all¨¢ por donde pasa.
Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso y su guitarrista de los ¨²ltimos a?os, Pedro S¨¢, deben de haber invertido largas tardes en repasar juntos la discograf¨ªa de Radiohead. Hacen muy bien, qu¨¦ demonios. El proceso se ha materializado en un par de discos, C¨º y, sobre todo, Zii e Zie, que anoche sirvieron de hilo conductor en el escenario Puerta del ?ngel ante un p¨²blico que escuchaba ¨¢vido, fascinado y tambi¨¦n algo estupefacto.
Hubo que esperar tres cuartos de hora a que, con Irene, los m¨¢s ilustrados canturreasen t¨ªmidamente alguna estrofa. El Caetano cl¨¢sico, el de sus a?os gloriosos de poes¨ªa y tropicalismo, no aflor¨® hasta la m¨ªtica Desde que o samba ¨¦ samba: el trovador solo, los pellizcos a su guitarra y el tarareo embobado del auditorio.
Que nadie piense en un experimento desorbitado: el de anoche era rock tenue, a veces algo conservador en su dimensi¨®n sonora. Pero con el inconfundible c¨®digo gen¨¦tico de su autor, el compromiso inquebrantable con la l¨ªrica, esa arm¨®nica impredecible heredada de la bossa nova, el inconformismo como punto de partida antes de rasguear un solo acorde. El resultado es, como m¨ªnimo, alentador; innovador a ratos (esos cambios de ritmo en Tarado ni voc¨º) y sensacional en momentos como Perdeu: rock indie, guitarrero, contrapunt¨ªstico, denso como esa niebla negra que tantas veces ha inspirado a Morrisey.
Ni m¨²sica popular brasileira, ni tropicalismo, ni gaitas. Madrid no profesa la religi¨®n carioca, sino la de Caetano. De la misma manera que uno puede ser de Messi sin necesidad de te?ir su alma de blaugrana, esta ciudad mesetaria, polucionada y desmedida ha encontrado en el caetanismo una met¨¢fora hed¨®nica de la belleza, la sensualidad y las ganas de apurar la vida hasta el ¨²ltimo sorbo. Puede que el rock de anoche no le sirva a Almod¨®var para ninguna pel¨ªcula, pero reconforta comprobar c¨®mo un sexagenario puede impartir todav¨ªa lecciones de vitalidad entre generaciones mucho m¨¢s biso?as que la suya.
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