Lo que esconde el ruido
Fin del curso pol¨ªtico. La resaca del debate sobre el estado de la naci¨®n se ha extendido hasta el l¨ªmite del mes de julio. La impresi¨®n general es que todos los grupos pol¨ªticos tienen motivos para estar razonablemente satisfechos.
Ninguno ha sido claramente perdedor. Tampoco ha habido ganadores. A la vista de las encuestas, sin embargo, todos han perdido. Mejor, todos hemos perdido. Seg¨²n la que hizo p¨²blica el CIS, la mitad de la poblaci¨®n no sigui¨® el debate. De los que s¨ª lo hicieron, solo el 57,4% dicen haberlo seguido con inter¨¦s. Y, lo que es m¨¢s grave, el 67% afirma que aquello que fue objeto de la discusi¨®n no tiene que ver con lo que realmente interesa a la gente.
Estos datos quiz¨¢ no tendr¨ªan importancia en circunstancias normales. En medio de una de las peores crisis econ¨®micas de nuestra historia son estremecedores. Muestran, una vez m¨¢s, la inmensa sima que separa a los ciudadanos de la clase pol¨ªtica.
Hacer pol¨ªtica no solo consiste en decidir o en perge?ar pactos. La clave hoy est¨¢ en comunicar
Visto m¨¢s de cerca, lo que llama la atenci¨®n de la referida encuesta es la conexi¨®n que establecen los ciudadanos entre pol¨ªtica y confrontaci¨®n. Nada menos que un 91,5% de los encuestados sostienen que en el debate han predominado las cr¨ªticas, reproches y acusaciones entre unos y otros. O, lo que es lo mismo, los ciudadanos se han quedado m¨¢s con el ruido del enfrentamiento interpartidista que con las diferentes propuestas. Con independencia de la influencia que otros factores puedan tener sobre la desafecci¨®n pol¨ªtica, quiz¨¢ sea esto, la bronca constante, lo que alimenta el desapego. Eso y el que no parezcan ponerse de acuerdo sobre una sensata salida a la crisis o no traten de buscar respuestas consensuadas a otros problemas.
Desde luego, son percepciones que se han ido asentando a lo largo del tiempo y que responden a esa necesidad que tienen todos los grupos pol¨ªticos de adquirir su identidad a partir de su oposici¨®n a un adversario. Esto, que es funcional para que se pueda escenificar el pluralismo de lecturas de la realidad o las diferentes posturas que hay ante cada problema, no gusta.
No gusta porque transmite la idea de que los intereses de los partidos est¨¢n por encima del inter¨¦s general, y que sus rencillas y animadversiones son m¨¢s importantes al final que las soluciones a problemas concretos.
Sin embargo, si observamos lo ocurrido en esta legislatura, que ech¨® a andar sin acuerdos parlamentarios estables, lo que se percibe es lo contrario. Ha habido mucho m¨¢s consenso entre diferentes fuerzas pol¨ªticas de lo que ha acabado calando en la opini¨®n p¨²blica. En algunos casos, como con la aprobaci¨®n de la reforma del C¨®digo Penal, incluso entre el Gobierno y el PP.
A muchos acuerdos se habr¨¢ llegado con desgana, previo intercambio de cromos, o siguiendo tacticismos varios, pero ah¨ª est¨¢n. Seguramente echemos en falta el gran acuerdo sobre c¨®mo afrontar la crisis econ¨®mica, pero hay toda una pl¨¦tora de leyes u otras disposiciones que han visto la luz gracias a la "geometr¨ªa variable". Las fuerzas pol¨ªticas se enfrentan, discuten, incluso se insultan, pero tambi¨¦n siguen haciendo su trabajo; en gran medida a pesar del m¨¢s reticente de todas ellas, el PP.
Si esto es as¨ª, ?por qu¨¦ no se traslada al ciudadano com¨²n? Lo m¨¢s probable es que ello obedezca a la manera en la que se informa de la pol¨ªtica. Siempre parece vender m¨¢s la confrontaci¨®n y la demonizaci¨®n del contrario que la narraci¨®n del trabajo bien hecho. Y si el foco se pone sobre la discrepancia y la furia, los pol¨ªticos tienen siempre el incentivo de estirarse como gallos de pelea.
Los muchos que trabajan en silencio y fuera de las bambalinas desaparecen del escenario, pero haberlos haylos. Esto no significa que debamos contemplar la pol¨ªtica desprovista de su inexorable dimensi¨®n conflictual. Pero tambi¨¦n hay que saber leerla entrel¨ªneas, captar lo que se oculta detr¨¢s del ruido.
De cara a la reanudaci¨®n del curso pol¨ªtico, el examen que habr¨¢n de pasar consiste en la gestaci¨®n de consensos amplios para dar salida a lo que ha quedado pendiente: la crisis econ¨®mica y el problema suscitado por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. No solo habr¨¢ que forjarlos. A la vista del divorcio producido entre el p¨²blico y la pol¨ªtica, habr¨¢ que saber explicarlos tambi¨¦n. Porque hacer pol¨ªtica no solo consiste en decidir o en perge?ar pactos. La clave hoy consiste en comunicar. Un pol¨ªtico que no lo consigue no es porque tenga un mal gabinete de comunicaci¨®n, es porque es un mal pol¨ªtico.
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