El Tour de la eterna juventud
Contador y Schleck asumen plenamente el relevo de la vieja generaci¨®n, representada por la retirada, de nuevo definitiva, de Lance Armstrong
Va de s¨ªmbolos, de colores. De juventud. Del segundo Tour consecutivo en el que Andy Schleck termina segundo en los Campos El¨ªseos por detr¨¢s de Alberto Contador; del tercer a?o consecutivo en el que el luxemburgu¨¦s, de 25 a?os, subir¨¢ al mismo estrado, el arco del Triunfo de fondo para las fotos, con el maillot blanco de mejor joven -s¨®lo Ullrich antes que ¨¦l, entre 1996 y 1998, logr¨® lo mismo: la diferencia es que un a?o, en el 97, Ullrich lo combin¨® con el amarillo-; de la promesa de un duelo que se puede perpetuar ad aeternum, lo que a algunos -el ciclismo es el ¨²nico deporte en el que los cronistas sarc¨¢sticos, ir¨®nicos, son bienvenidos por todos- ya les produce n¨¢usea de antemano por sobredosis de sacarina, lo que a otros, l¨ªbrenos Dios de olvidarnos de la telegenia y el marketing, les hace felices.
Contador: "Andy es un grand¨ªsimo corredor. S¨¦ la mentalidad que tiene, y me siento identificado con ella porque hemos compartido tiempo"
As¨ª estaba ayer Christian Prudhomme, que lleg¨® para dirigir el Tour en los a?os m¨¢s sombr¨ªos de las sospechas y los esc¨¢ndalos y ahora se encuentra con que dos pipiolos de magn¨ªfica sonrisa y amable car¨¢cter, y encima amigos, son los protagonistas. "Les quedan por delante por lo menos seis a?os de duelos", dice Prudhomme, quien recuerda tambi¨¦n la juventud del espa?ol -27 a?os y ya tres Tours, un Giro, una Vuelta, victoriosos- y se exalta y quiere recordar grandes duelos de la antig¨¹edad. "Tenemos a Oca?a contra Merckx", dice, sin apostillar que era tan cerrada la rivalidad entre ambos que el espa?ol lleg¨® a decir: "No hablo con Merckx. Dirigirle la palabra ser¨ªa tanto como admitir su superioridad". Pero no importa. Prudhomme, quien en sus tiempos tuvo que lidiar con la polic¨ªa y con Rasmussen, con Vinok¨²rov en pleno apogeo, con Kasheckin, va m¨¢s all¨¢. "Ser¨¢ como el Nadal-Federer del ciclismo".
"Andy es un grand¨ªsimo corredor", dijo Contador. "S¨¦ la mentalidad que tiene, y me siento identificado con ella porque hemos compartido tiempo. Si todo va bien vamos a luchar los dos durante mucho tiempo porque los dos somos muy j¨®venes". Despu¨¦s de, por fin, lamentar la ausencia de su hermano Fr?nk, ca¨ªdo y roto el d¨ªa del pav¨¦s en el que Andy pudo haber ganado el Tour, el luxemburgu¨¦s se sum¨® al pulso. "Volver¨¦ el a?o que viene para ganar", dijo el mago del SRAM. "Contador no es imbatible". Pese a lanzarle el desaf¨ªo, y como muestra de buena voluntad, una m¨¢s, hacia su amigo espa?ol, el peque?o de los Schleck quit¨® valor al s¨ªmbolo de haber perdido el Tour por 39s, los mismos que perdi¨® el d¨ªa de la cadena. "Si no es por la cadena, Alberto me gana por 2s", dijo, con lo que demostr¨® dos cosas, que sigue los consejos de Cancellara, quien le dijo que no se comiera el coco, que se olvidara de echar cuentas y llorar por el cambio mal manipulado so pena de "volverse loco"; y dos, que no sabe manejarse muy bien con los n¨²meros, pues sin aquel percance, y concediendo que hubieran acabado la etapa en igualdad, Andy habr¨ªa ganado el Tour por 160 mil¨¦simas (siempre y cuando ayer en la contrarreloj ocurriera lo que ocurri¨®).
En el podio de 2009, el tercer personaje, llamado Lance Armstrong, ten¨ªa tanta personalidad que las miradas acarameladas entre Andy y Contador pod¨ªan pasar a un segundo plano: m¨¢s que la historia hollywoodiense de buenas intenciones y mejores adolescentes se pudo ver un duelo con un hombre de verdad, un representante del ciclismo que todos los que pasan de los 30, los Sastre, Evans, Basso, la generaci¨®n que domin¨® con el tejano la primera d¨¦cada del siglo, como todos los que ya tienen en el deporte m¨¢s pasado que futuro, definen como el ciclismo de verdad, el que se perder¨¢ para siempre cuando ellos se retiren. El tercero de este a?o no da tanto juego, es ruso, callado y poco amante de las pol¨¦micas y de exhibir personalidad. Se llama Denis Menchov, tiene 33 a?os, ya es de los viejos, y llega de Pamplona, donde se ha cultivado en el caldo del que brot¨® Indurain, legendario por sus silencios y su prudencia.
Como hace cinco a?os, cuando se despidi¨® con emotivo y duro discurso desde el podio de los Campos El¨ªseos, Armstrong volver¨¢ a subirse hoy en el mismo sitio en su ¨²ltimo Tour, aunque esta vez lo har¨¢ rodeado por sus ocho compa?eros del RadioShack con los que ha ganado la clasificaci¨®n por equipos. Los dem¨¢s que no se retiren volver¨¢n, pero quiz¨¢s hayan perdido para siempre el privilegio, el s¨ªmbolo, de despedirse desde lo m¨¢s alto.
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