Corrupci¨®n y sociedad

Los delitos que presuntamente se han cometido en muchas Administraciones, el cohecho, la prevaricaci¨®n y el tr¨¢fico de influencias, necesitan la colaboraci¨®n de tres responsables: el pol¨ªtico electo que lo autoriza, su valido o mu?idor interpuesto (funcionario p¨²blico o designado) que solicita o recibe las prebendas y el administrado que las paga o propone. Lo deseable ser¨ªa que se depurasen todas las responsabilidades y que el peso de la ley cayese sobre ellos.

Unos y otros son jugadores de ventaja, actuaron contra la Administraci¨®n, que solo es servicio p¨²blico cuando cumple las leyes, y contra los intereses de otros ciudadanos que por no prestarse a la comisi¨®n del delito vieron mermados sus derechos y posibilidades de atenci¨®n por parte de la Administraci¨®n afectada.

Durante el pasado debate sobre el estado de la naci¨®n, de contenido principalmente econ¨®mico, todos callados; la corrupci¨®n, que influye absolutamente en la econom¨ªa, es un asunto espinoso para todos los grupos parlamentarios.

Nos har¨ªa un flaco favor a los espa?oles que todo esto (Malaya, G¨¹rtel, Pretoria, Ballena Blanca, Palma Arena, Palau de la M¨²sica, Brugal...) quedase solo en un asunto judicial del que el Gobierno y la oposici¨®n nada quieren saber, o peor a¨²n, que se transformase en un asunto que, por implicar a demasiadas personas socialmente relevantes, fuese poco aclarado en sede judicial.

De ser as¨ª, la sospecha de irregularidad no ser¨ªa solo de los implicados, sino de la sociedad espa?ola en su conjunto, por muy dura que nos parezca esta consecuencia.