NUEVE
Estoy en la barra de Zahara, tom¨¢ndome un caf¨¦ con leche, cuando el t¨ªo de al lado, un pureta de la edad de mi viejo, pregunta si puede invitarme. Lleva, como mi viejo antes de prejubilarse, chaqueta y corbata, adem¨¢s de un traje azul. Todo es id¨¦ntico, pero todo es diferente. En mi viejo, la corbata te hac¨ªa pensar en alguna forma de fracaso; en este tipo resulta una bandera. En mi viejo, el traje parec¨ªa una necesidad; en este nota, un lujo. Ahora que caigo, creo que lo he visto en otros sitios, como si me siguiera. Mis viejos, digo entonces respondiendo a su invitaci¨®n, me ense?aron que no aceptara caramelos de desconocidos. El tipo se echa a re¨ªr. T¨² ver¨¢s, dice, y me ofrece un pito. Tampoco fumo, digo. Haces muy bien, dice ¨¦l encendiendo el suyo como un actor. Cuando estoy a punto abrirme, dice que si me puede hacer una pregunta. No le digo ni que s¨ª ni que no, pero me quedo ah¨ª, como esperando a que dispare. Trabajo aqu¨ª mismo, contin¨²a ¨¦l, en la esquina con Tres Cruces, mi despacho da a Gran V¨ªa y paso mucho tiempo mirando la calle. Desde la vuelta del verano, te veo todos los d¨ªas ir de arriba abajo, de un lado a otro, por la ma?ana, por la tarde... No eres un mendigo ni un poli ni un chapero, no vendes cupones, no estudias, no trabajas, no pasas mierda, tampoco eres un yonqui... ?Se puede saber a qu¨¦ te dedicas?
La calle est¨¢ llena de gente misteriosa que no sabe que es misteriosa
El hecho de que alguien se haya fijado en m¨ª me raya un huevo, pero me consuela dos huevos, mira, no era tan invisible, o solo lo era para las t¨ªas en general, y para las putas de Montera o Ballesta en particular, aunque tambi¨¦n para los camareros de los bares... F¨ªjate que no me importar¨ªa recibir caramelitos de este man, idea que por otra parte me acojona mazo, claro, vete a saber qui¨¦n es, lo que busca y por qu¨¦ me persigue (si lo hace, que tampoco puedo jurarlo). ?Por qu¨¦ pasas tanto tiempo asomado a la ventana?, pregunto. Porque me gusta, dice, la calle est¨¢ llena de gente misteriosa. Yo no soy misterioso, digo. Eso es lo que te crees, dice ¨¦l, la gente misteriosa no sabe que es misteriosa. Se calla, yo me callo tambi¨¦n. Creo que me toca hablar a m¨ª, pero me quedo mudo, como si estuviera ante una t¨ªa que me mola, tronco.
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