Ni todo vampiros ni solo Quijote
Los cl¨¢sicos siguen en su peana, pero en versi¨®n corta - La escuela elige otras lecturas obligatorias para no alejar al joven de la literatura
A los 12 o los 14 a?os un libro puede paladearse como un helado. Los ojos ¨¢vidos de sensaciones fuertes, palabras que se deshacen en sabores, intriga hasta la ¨²ltima cucharada. Algo de chocolate oscuro, el cuerpo denso del pistacho, la ligera acidez de la mora. Los libros que prenden en la adolescencia son un se?uelo para lecturas futuras. Expuestos a la fatal atracci¨®n de la literatura unida al cine y a las lecturas obligatorias de la ESO y el Bachillerato, los escolares acaban leyendo. Pero, ?qu¨¦ ficciones les acompa?ar¨¢n de por vida, qu¨¦ personajes de los que pueblan ahora su cabeza permanecer¨¢n en ellas? Quiz¨¢s vampiros que recitan a B¨¦cquer o alg¨²n que otro Harry Potter disfrazado del M¨ªo Cid. A pesar de todo, ning¨²n Crep¨²sculo ensombrecer¨¢ a Romeo y Julieta ni borrar¨¢ el eco del Lazarillo una vez le¨ªdo.
"Deber¨ªa haber un canon de lecturas en el curr¨ªculo", dice un catedr¨¢tico
Los docentes saben que hay t¨ªtulos 'dif¨ªciles', pero evitan bajar el nivel a cero
Un experto advierte de que el libro debe ser de calidad, no solo de tema juvenil
Las encuestas desmienten que ni?os y adolescentes lean poco
"En Literatura, deben aprender metodolog¨ªa", opina una profesora
M¨¢s del 80% dice que lee, y asegura que lo hace en Internet
Cada generaci¨®n tiene unos mitos, sea Emilio Salgari ayer o Harry Potter y la serie Crep¨²sculo hoy. Junto a ellos el legado de Cervantes, Shakespeare, Baroja, Garc¨ªa Lorca, Garc¨ªa M¨¢rquez, Matute. Unos nutren su imaginario de h¨¦roes, sue?os e im¨¢genes. Otros ayudan a entender el mundo. ?O no siempre?
Leer por placer o por obligaci¨®n: el dilema est¨¢ ah¨ª. Algunos profesores piensan que leer La Celestina a los 15 a?os puede inducir a adentrarse en los cl¨¢sicos. Otros arguyen que la lectura obligatoria de El Quijote o La Regenta a esa edad ahuyentar¨¢ al joven lector. "Tengo dudas sobre si lo que se recomienda en clase es capaz de empatizar con los alumnos a los que va dirigido", afirma Pedro C¨¦sar Cerrillo, catedr¨¢tico de la universidad de Castilla-La Mancha y director del Centro de Estudios de Promoci¨®n de la lectura y literatura infantil (CEPLI). No solo se refiere a los cl¨¢sicos. "Cuando se habla de literatura juvenil observo disparidad de criterios y dispersi¨®n de t¨ªtulos", a?ade. "No basta con que el libro desarrolle una tem¨¢tica juvenil. Tiene que tener calidad. Un elenco en el que entran Jack London y Julio Verne, pero no cualquier novedad coyuntural", precisa.
No es cierto que adolescentes y j¨®venes lean poco. Seg¨²n el Bar¨®metro de h¨¢bitos de lectura y compra de libros que publica trimestralmente la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a, el 97,3% de los j¨®venes de entre 14 y 24 a?os encuestados se declara lector. Eso s¨ª, el 81,2% especifica que practica lecturas digitales. "Los j¨®venes de entre 12 y 18 a?os pueden incluirse en el grupo de lectores habituales, siempre que se entienda la lectura como una actividad que puede llevarse a cabo en diferentes soportes", explica Loles Gonz¨¢lez L¨®pez-Casero, directora del Centro Internacional del Libro infantil y juvenil (CILIJ). La fuerza de Internet es m¨¢s grande que nunca. Aunque prefieren el soporte cl¨¢sico a la hora de leer c¨®mics, novelas o cuentos, se decantan por la pantalla para acceder a peri¨®dicos o blogs, adem¨¢s de determinadas redes sociales.
Las ficciones cambian al comp¨¢s que lo hace el mundo. Y el modo de contarlas lleva el mismo camino. ?Est¨¢ cambiando el imaginario de los adolescentes actuales? ?Var¨ªan tanto sus lecturas respeto a las de los adolescentes de otras ¨¦pocas? Si los cl¨¢sicos son el eje que une a las diversas generaciones, ?los profesores de hoy piden los mismos autores que los docentes de ayer?
Los cl¨¢sicos siguen en su peana hoy como ayer. Pero muchos profesores introducen t¨ªtulos de literatura juvenil entre el listado de lectura obligatoria, como Zara y el librero de Bagdad, de Fernando Mar¨ªas, o El palacio de la medianoche, de Carlos Ruiz Zaf¨®n, indican en el CILIJ. Seg¨²n el Bar¨®metro ya citado, el 28,3% de los j¨®venes entre 14 a 18 a?os lee por motivos de estudio, frente al 76,2% que lo hace por placer. No leen m¨¢s, aducen, por falta de tiempo. Al final, chicos y adultos leen menos de lo que quieren por la misma raz¨®n: un c¨²mulo de obligaciones y aficiones y pocas horas.
"Hay t¨ªtulos que pueden llevar a los j¨®venes a no volver a abrir un libro hasta, en el mejor de los casos, la edad adulta", recuerda Loles Gonz¨¢lez. Se refiere a obras de indudable calidad que requieren un amplio bagaje, desde El Quijote a La Metamorfosis, de Kafka, o La familia de Pascual Duarte, de Cela. Reconoce por el contrario que, dentro de las lecturas obligatorias, hay t¨ªtulos muy demandados por los chicos, como El nombre de la rosa, de Umberto Eco, o El camino, de Miguel Delibes. No es contradictorio adem¨¢s que junto a ellos se encuentren tambi¨¦n libros que requieren cierta formaci¨®n previa, como El ¨¢rbol de la ciencia, de Baroja, bastante popular entre los alumnos varones. Al igual que El lazarillo de Tormes y R¨¦quiem por un campesino espa?ol, de R. J. Sender, dos de los m¨¢s solicitados entre las chicas, seg¨²n los datos del CILIJ. Aunque el que se lleva la palma es El capit¨¢n Alatriste, de P¨¦rez Reverte, uno de los m¨¢s demandados por chicos y chicas.
Muchos profesores saben que hay t¨ªtulos dif¨ªciles, pero no pueden bajar el nivel a ras del suelo. Carmen Colino, catedr¨¢tica de Lengua y Literatura en el instituto Cervantes de Madrid, piensa, adem¨¢s, que muchos alumnos admiten que si no lo hacen ahora, un poco obligados, quiz¨¢s aplacen los cl¨¢sicos sine die. Por otra parte, no hay alumnos tipo en sentido puro. Tampoco son iguales todos los cursos. "A pesar de cierta t¨®nica de desinter¨¦s, de pronto llega un curso que aguanta bien el tir¨®n de los cl¨¢sicos. E incluso siempre hay un grupo reducido que se atreve con una lectura voluntaria m¨¢s por gusto o para subir nota", dice Colino.
"No existe un canon de lecturas en el curr¨ªculo escolar. Y deber¨ªa haberlo. La flexibilidad no est¨¢ re?ida con la coherencia", indica Pedro C¨¦sar Cerrillo. "Pero no terminamos de configurar un elenco de lecturas esenciales. Hace unos a?os eleg¨ª al azar las lecturas de 12 centros educativos situados en seis comunidades aut¨®nomas: Castilla-La Mancha, Castilla y Le¨®n, Catalu?a, Galicia, Madrid y Valencia. Es decir, eleg¨ª dos centros por cada Comunidad Aut¨®noma. En 3? y 4? de la ESO encontr¨¦ una coincidencia de siete t¨ªtulos en dos centros. En Bachillerato, la disparidad era mayor: s¨®lo hab¨ªa dos lecturas coincidentes en tres centros, y un m¨¢ximo de nueve en dos", explica. "Ni siquiera dentro de una misma Comunidad hab¨ªa similitudes", agrega. Roberto Bravo de la Barga investig¨® tambi¨¦n en 2005-2006 qu¨¦ t¨ªtulos y autores eran los m¨¢s recomendados en las diversas comunidades aut¨®nomas. En la ESO, pocas sorpresas: La l¨ªrica medieval, el poema del M¨ªo Cid, El conde Lucanor, Garcilaso, G¨®ngora, El Quijote, El lazarillo, Lope, B¨¦cquer, Espronceda, Gald¨®s... Y en alguna comunidad, Pardo Baz¨¢n, Machado o Juan Ram¨®n. Salvo en Andaluc¨ªa, Baleares y Pa¨ªs Vasco, que se limitaban a recomendar fragmentos o lecturas "adecuados". El mismo planteamiento se repite en Bachillerato, aunque en este ciclo se introduce La Celestina y se generaliza la Generaci¨®n del 27. Adem¨¢s, entre lecturas recomendadas y fragmentos obligatorios tratados en clase el abanico se ampl¨ªa.
En apariencia, podr¨ªa haber "un canon oculto", pero Cerrillo lo descarta. Es cierto, asegura, que hay autores que se repiten, pero no coinciden sus obras. Piensa, por tanto, que las autoridades educativas deber¨ªan acordar un m¨ªnimo com¨²n orientativo en todo el territorio, o al menos dentro de cada autonom¨ªa. "No ser¨ªa tan complicado. No creo que en Catalu?a, por ejemplo, se eluda a Cervantes o Calder¨®n, aunque se incluya a Joan Martorell. Se trata de mezclar de forma adecuada cl¨¢sicos en general y contempor¨¢neos al igual que autores espa?oles y extranjeros", apunta. Cerrillo asume que no es f¨¢cil abordar ese canon, justamente por el dilema que subyace entre fomentar el placer de la lectura o formar la competencia lectora de los alumnos. Dos opciones en el fondo irrenunciables. "En los autores cl¨¢sicos est¨¢ la historia de la humanidad. Todas las pasiones, las emociones, los sue?os... Un lector competente, adem¨¢s, tiene que tener en cuenta el contexto y ser capaz de leer distintos tipos de mensajes y discriminarlos. Incluso para manejarse en la Red", se?ala.
"Hay cierta confusi¨®n entre el papel de la lengua y la literatura y el deseo de no hacerles huir de la lectura", explica Soterra?a Rubio, profesora del instituto San Isidro de Madrid. "Se intenta ir detr¨¢s de ellos, pero cediendo tampoco se consiguen lectores. Una cosa es la lectura que proporciona placer, y otra la lectura t¨¦cnica que forma parte de la asignatura de Literatura. Hay que distinguir, adem¨¢s, entre los alumnos de primeros cursos de la ESO a los que se les piden autores que les gustan, como Laura Gallego, y los de Bachillerato. Hay que hacerles ver que al igual que en F¨ªsica y Qu¨ªmica van al laboratorio, en Literatura tienen que aprender una metodolog¨ªa. Otra cuesti¨®n es que se les atraiga o no al elegir esas lecturas. Hay algunos que incluso agradecen haber le¨ªdo en 2? de Bachillerato no ya a Cervantes o Garc¨ªa M¨¢rquez, sino autores anglosajones como Oscar Wilde, Stevenson (El extra?o caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde) o Huxley (Un mundo feliz)".
"M¨¢s que con h¨¦roes conectan con la historia", a?ade Rubio. En el caso de La Celestina, con su tr¨¢gica historia de amor. Shakespeare tiene tambi¨¦n prestigio, y suele interesar. Al igual que Lorca. La casa de Bernarda Alba sigue gust¨¢ndoles a pesar del tiempo transcurrido. O Luces de Bohemia, de Valle... Y obras m¨¢s recientes, como Historia de una escalera o Las bicicletas son para el verano.
La responsable del CILIJ reclama una mayor renovaci¨®n de t¨ªtulos. "La mayor¨ªa son los mismos que los de la etapa de EGB-BUP, aunque est¨¦n a a?os luz de lo que esperan los j¨®venes", replica. Sin embargo, s¨ª se aprecian cambios. "Es raro que se lea a Jovellanos, y pocos profesores piden Don Juan Tenorio, o Don ?lvaro y la fuerza del sino". Tambi¨¦n han bajado Cadalso, o incluso Unamuno. B¨¦cquer resiste bien, "pero se percibe una menor demanda de libros de poes¨ªa (frente a la importancia que tuvieron a?os atr¨¢s los textos del 27). Aunque este a?o se ha notado un peque?o repunte con motivo del centenario de Miguel Hern¨¢ndez en el pr¨¦stamo de sus obras", precisa Gonz¨¢lez. Por razones opuestas han desaparecido libros que hace unos a?os tuvieron tir¨®n como Historias del Kronen, de Jos¨¦ ?ngel Ma?as, o la obra de Jos¨¦ Luis Alonso de Santos Bajarse al moro.
Algunos profesores, los m¨¢s lectores, suelen a?adir alguna obra nueva a?o tras a?o. Normalmente, obras que ellos mismos han le¨ªdo, ya que los adolescentes suelen descubrir en seguida si el docente conoce lo que recomienda. "Si lees algo que te gusta, lo recomiendas al a?o siguiente, pero es inevitable ir a remolque", dice Colino. "No puedes leer todo lo que sale".
Carmen Colino y los profesores de su departamento intentan no repetir obras en ESO y Bachillerato para que sus alumnos conozcan m¨¢s autores. En ambos ciclos se estudia Historia de la Literatura. En 3? de la ESO se llega hasta el XVIII y en 4? se contin¨²a hasta el XX. En 1? de Bachillerato se da otra vuelta de tuerca a la misma materia y se llega hasta el XVII, continuando hasta finales del XX en 2?. Salvando las distancias de edades y madurez, las lecturas pueden ser las mismas, "aunque en la ESO se usan adaptaciones o se leen determinados cap¨ªtulos. Hay que tener en cuenta que en bachillerato volveremos a ver esos autores, y lo que tratamos es que un curso que ya ley¨® una obra no la vuelva a dar", explica. "Se intenta elegir obras que no asusten", apunta Rubio. Es decir, no se descartan autores, sino sus obras m¨¢s largas. Hace a?os quiz¨¢s no asustaba Cien a?os de soledad, pero ahora se cambia por Cr¨®nica de una muerte anunciada. Y cuando se trata de que lean a Gald¨®s se elige 19 de marzo, o alguna corta.
Jimena, de 11 a?os, est¨¢ leyendo Calvina. Jorge, de 14, El curioso incidente del perro a medianoche. A Jimena Calvina le ha impresionado. "Es un personaje muy raro", comenta. A Jorge le est¨¢ enganchando el suyo. ?Ser¨¢n buenos lectores? "Hay algo que no est¨¢ resuelto: hay chicos que leen porque les gusta, y otros, como estos, que solo leen determinados libros", dice la madre de ambos. Su prima Alejandra, de 16, acaba de terminar Madame Bovary. "Es interesante, pero hoy d¨ªa Emma se divorciar¨ªa en vez de suicidarse", concluye.

Mitos de ayer y de hoy
Desde Celia a Harry Potter. El historiador ?ngel Mato ha investigado los autores m¨¢s le¨ªdos en la escuela de ayer y de hoy. En la dictadura franquista muchas bibliotecas municipales engordaron sus fondos con obras incautadas a Ateneos u otro tipo de bibliotecas, incluidas las procedentes de las Misiones Pedag¨®gicas. "En Asturias, como en otras regiones, la Junta de Depuraci¨®n elimin¨® de manera chapucera obras valiosas, a la vez se les colaba alguna otra susceptible de ser apartada seg¨²n sus baremos", explica. Tras la limpia, la Diputaci¨®n provincial distribu¨ªa los libros en las bibliotecas municipales. "No hab¨ªa demasiados t¨ªtulos atractivos. Una de las controversias de la ¨¦poca era si se incorporaba a las bibliotecas la subliteratura popular. El lema era Ni rojos ni rosas (por la literatura rom¨¢ntica)", rememora Mato. Estudiantes y j¨®venes eran los destinatarios reales de estas bibliotecas. Era una ¨¦poca de miseria material y espiritual y las bibliotecas escolares apenas ten¨ªan algo m¨¢s que libros moralistas. O t¨ªtulos propios del realismo o el naturalismo local, como Palacio Vald¨¦s en Asturias, o Gald¨®s en otras regiones.
"En la posguerra el chico aprend¨ªa a leer en la escuela, pero su desarrollo como lector corr¨ªa por cuenta propia. Para muchos, adem¨¢s, la escuela acababa a los 12 a?os y la ansiedad lectora se dirig¨ªa a trav¨¦s de los quioscos de intercambio a la novela de aventuras: Salgari, Zane Grey, Burroughs, Kipling, Stevenson, Melville...", prosigue el historiador. Mientras, en la escuela, todav¨ªa predominaban las lecturas en voz alta sobre personajes edificantes como Juana de Arco.
En la d¨¦cada de los cincuenta empezaron a llegar libros de Delibes, Gironella, Carmen Laforet, Elena Fort¨²n, Matute. "Las lectoras aumentaban, un fen¨®meno que viene de antiguo", evoca Mato. Los t¨ªtulos llegaban con cuentagotas: Cuerpos y almas; Los ca?ones de Navarone... En Espa?a triunfaba, adem¨¢s, Marcelino, pan y vino, o Guillermo el proscrito, de Crompton. En los setenta, surge cierta ruptura: el ¨¦xito lo alcanzan Enid Blyton y Los cinco..., Heidi, Mujercitas... Y en el c¨®mic, Ast¨¦rix, Mafalda, Tint¨ªn. Al mismo tiempo, se afianza la influencia entre el cine y la literatura: Bonanza, Sandok¨¢n... En el terreno escolar, sin embargo, La Celestina se saltaba todav¨ªa en clase por razones morales.
Aquellas generaciones so?aban con los mares del sur, la transgresi¨®n, la desobediencia a los padres... Conceptos superados por los j¨®venes de hoy. "En la actualidad Harry Potter ha desbancado a la novela hist¨®rica tal como se conoc¨ªa, pero de alg¨²n modo incorpora a Salgari, Verne, Conan Doyle... Puede que el lector de Harry Potter no lo sepa, pero su autora s¨ª conoce a esos autores y los ha asumido".
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