Avenida de la Luz
Por un pasillo de la estaci¨®n de Catalunya de FGC se accede a los restos de un proyecto urban¨ªstico
Podr¨ªa ser la ¨²ltima vez que vi¨¦semos as¨ª este lugar. Por un pasillo de la estaci¨®n de Catalunya de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) se accede a los restos de lo que fue el gran proyecto urban¨ªstico del primer franquismo. Tan primerizo que empez¨® poco despu¨¦s de terminar la Guerra Civil. De la vieja avenida de la Luz queda un ancho pasillo, ahora convertido en la tienda de cosm¨¦tica y perfumer¨ªa Sephora del Triangle. Pero ah¨ª donde terminan los mostradores la avenida contin¨²a. A pocos pasos de aqu¨ª, junto a las taquillas del tren se encuentra el antiguo cine Avenida, llamado en su ¨¦poca de esplendor "El palacio de la risa" por estar especializado en pel¨ªculas infantiles. Fue el primer cine que tuvo la cadena Bala?¨¢, en 1943, y que conoci¨® la decrepitud en la d¨¦cada de 1980 como sala pornogr¨¢fica. Ahora, sin sillas y sin escenario, con su suelo en bajada, como acurrucado bajo la plaza de Catalunya, parece dormir un dulce anonimato.
El proyecto fue obra de Jaume Sabater para hacer las primeras galer¨ªas comerciales subterr¨¢neas
La avenida de la Luz fue sin¨®nimo de lujo, con algunas firmas caras y una sala de exposiciones
El proyecto de esta calle -que figuraba como tal en el callejero- fue obra de Jaume Sabater, aprovechando un t¨²nel en desuso -excavado durante la Exposici¨®n Universal de 1929-, para construir las primeras galer¨ªas comerciales subterr¨¢neas de Europa, que inicialmente deb¨ªan extenderse hasta la plaza de Urquinaona. A su apertura, el 28 de julio de 1940, asistieron todas las autoridades de Barcelona. El poeta falangista Ernesto Gim¨¦nez Caballero hizo el discurso inaugural entre un mar de brazos alzados, himnos patri¨®ticos y vivas al Caudillo. Poco despu¨¦s la visit¨® el general Jos¨¦ Moscard¨® -el h¨¦roe del Alc¨¢zar de Toledo-, y mos¨¦n Joan Salvans acudi¨® a bendecirla. Los jerarcas de la dictadura valoraban sus modernos accesos por las calles de Pelai y Bergara, y por las escaleras junto al caf¨¦ Zurich, as¨ª como los 60 espacios que la compon¨ªan, destinados a tiendas, restaurantes y salas de fiestas. Poco m¨¢s tarde, en 1942, abr¨ªan las galer¨ªas Mald¨¤, fruto de la extra?a pasi¨®n por los pasadizos que tuvo el r¨¦gimen franquista.
La avenida de la Luz fue sin¨®nimo de lujo, con algunas firmas caras y una sala de exposiciones. Su pasillo aparec¨ªa iluminado por centenares de luces y flanqueado por los cierres de cristal de los comercios, d¨¢ndole un aire cosmopolita y despreocupado. Pero en la d¨¦cada de 1960 ya se hab¨ªa llenado de bares, una barber¨ªa, un estanco, una churrer¨ªa, una tienda de discos de colecci¨®n y alg¨²n establecimiento popular, como la ¨®ptica Audiolens, los vinos Montroy-Pedro Masana, el bazar Americano y una sucursal de las m¨¢quinas de coser Singer. De golpe, los elegantes aparadores mutaron en sal¨®n recreativo, justamente el segundo espacio que nos muestra el inspector de la estaci¨®n. Aunque est¨¢ igualmente vac¨ªo, conserva el anuncio de la entrada, y en su interior todav¨ªa se adivinan los billares y los futbolines, hace a?os desaparecidos. Azulejo de color marr¨®n en las paredes y un sinf¨ªn de viejos enchufes, uno junto al otro, frente a los que uno imagina una brillante hilera de m¨¢quinas del mill¨®n. Arriba, por unas escaleras se llega a las antiguas oficinas, desde donde el empleado del local vigilaba que los cr¨ªos no hicieran perrer¨ªas.
M¨¢s all¨¢ sobrevive otro local donde a¨²n pueden verse las baldosas originales -blancas y negras- de los pasillos junto a lo que parecen los restos de los lavabos p¨²blicos. Este fue otro de los lugares m¨¢s frecuentados en la d¨¦cada de 1980, cantado por Loquillo en una de sus canciones, cuando solo quedaban bares bizarros y un tr¨¢fico impensable de tipos peculiares, solitarios que terminaban aqu¨ª la borrachera y mendigos que ocuparon la calle hasta su cierre definitivo, en 1990.
Desde entonces se ha convertido en una especie de leyenda local, capaz de convocar la memoria de muchos barceloneses que estuvieron aqu¨ª en la ni?ez o en la adolescencia. O de atraer la atenci¨®n de los j¨®venes buscadores de lugares ex¨®ticos y olvidados bajo el asfalto.
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