El Bes¨°s por dentro
La prohibici¨®n de ba?arse en el r¨ªo es m¨¢s laxa en su desembocadura, junto a las chimeneas de Sant Adri¨¤
Cada verano pongo mis pies a remojo en la Cesse, un afluente del Aude, al que vierte su caudal en la villa de Sall¨¨les, a unos 15 kil¨®metros al norte de Narbona. Me refresco bajo los tres imponentes arcos de piedra del puente-canal proyectado por Vauban en el canal del Midi, uno de los m¨¢s antiguos navegables de Francia, construido por el bar¨®n de Riquet e inaugurado en 1692 para enlazar Toulouse con el puerto de S¨¨te, declarado patrimonio de la humanidad. Las aguas de la Cesse bajan limpias por esta ¨¦poca del a?o, las cr¨ªas de trucha zigzaguean nerviosas entre los cantos del fondo, mientras los chopos te saludan con destellos plateados y las cigarras te aturden con persistencia electr¨®nica. El paisaje es placentero, pero las marcas de las crecidas de nivel en el puente dejan claro que las cosas pueden torcerse. De hecho, Sall¨¨les d'Aude padeci¨® unas severas inundaciones hace pocos a?os...
He probado r¨ªos franceses, pero nunca hab¨ªa puesto los pies en uno de los dos entre los que he nacido
Un grupo de pescadores met¨ªan los pies hasta los tobillos. Me descalc¨¦ y me sum¨¦ discretamente a ellos
-Vale, vale. Pero eso, ?a qu¨¦ distancia queda de Barcelona?
-A unos 250 kil¨®metros.
-?No se te ocurre nada m¨¢s cerca?
Mi jefa quer¨ªa algo m¨¢s urbano para este art¨ªculo. Fue entonces cuando comet¨ª el error.
-El Bes¨°s.
-?El Bes¨°s? ?Alguien se remoja los pies en el Bes¨°s? En fin, tu mismo. Son 3.850 caracteres con espacios.
?A santo de qu¨¦ dije el Bes¨°s? Ah¨ª, efectivamente, nadie pone los pies en remojo. Es m¨¢s, est¨¢ prohibido. Como mucho, se adentra en el lecho alg¨²n joven intr¨¦pido para recuperar el bal¨®n: los latinoamericanos de la zona suelen citarse para jugar al f¨²tbol, contemplados a distancia por los chinos. El d¨ªa que me acerqu¨¦, un viernes, tan solo hab¨ªa algunos ciclistas, una pareja de patinadores, un corredor, varios paseantes de perritos... Todos a muy prudente distancia de la orilla.
Pero yo no estaba dispuesto a marcharme de all¨ª sin haberme remojado en el Bes¨°s. El encargo del diario me hab¨ªa picado. Ca¨ª en la cuenta de que hab¨ªa probado muchos r¨ªos franceses, incluso el Danubio frente al Parlamento de Budapest, pero que nunca hab¨ªa puesto los pies en ninguno de los dos r¨ªos entre los que he nacido. Desagradecido que es uno. De modo que all¨ª me ten¨ªan, dirigi¨¦ndome a la desembocadura, a la playa de Chern¨®bil, como se la conoce, entre las chimeneas de la t¨¦rmica de Sant Adri¨¤ y la planta de tratamiento de residuos del otro margen. Confiaba en que all¨ª las normas de ba?o ser¨ªan m¨¢s laxas. Bingo. Un grupo de pescadores met¨ªa los pies hasta los tobillos para lanzar las ca?as hasta alcanzar el centro del curso. Me descalc¨¦ y me sum¨¦ discretamente a ellos.
Pronto descubr¨ª que no se trataba de un grupo homog¨¦neo. Los rumanos no se mostraron muy locuaces. En cambio, los dos chicos bolivianos que clavaban gruesos trozos de pan en los anzuelos fueron la mar de simp¨¢ticos. Van casi todos los fines de semana, al caer la tarde.
-?Y pesc¨¢is?
-S¨ª, bastante.
-?Qu¨¦ clase de pescado?
-No sabemos, se?or.
-?Qu¨¦ hac¨¦is con ellos?
-Pues nos los comemos, se?or.
De repente, uno de los chicos sac¨® un pescadito del tama?o de un boquer¨®n, de lomo dorado y vientre blanco. Yo dir¨ªa que en Francia llaman a este pez ablette, pero puedo estar confundido. La conversaci¨®n deriv¨® pronto hacia el cham¨¢n de Evo Morales, implicado en una red de narcotr¨¢fico. Los chicos se lo tomaban a guasa. Como tambi¨¦n se re¨ªan de que el presidente acabara de comprarse un avi¨®n para el que no consegu¨ªa encontrar piloto. Se re¨ªan mientras clavaban las ca?as en la arena y se zampaban unos grandes bocadillos envueltos en papel de plata, sin perder de vista la tensi¨®n de los hilos.
En cuanto al agua del r¨ªo, bajaba tibia y parda por el chaparr¨®n del d¨ªa anterior. Justo enfrente, la tuber¨ªa de descarga de la incineradora invitaba a no prolongar el ba?o por m¨¢s tiempo. Ten¨ªa raz¨®n mi jefa, no es un lugar recomendable. Pero, enti¨¦ndanme, yo se lo deb¨ªa al pobre Bes¨°s. Y espero que esta secci¨®n refrescante se repita el verano que viene para poder meterme en el Llobregat y explic¨¢rselo en 3.850 caracteres con espacios.
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