Abbey Lincoln, mucho m¨¢s que una cantante de jazz
Temida por los organizadores de conciertos, era adorada por el p¨²blico
Llevaba tres a?os recluida en su apartamento de Manhattan esperando a la muerte. Y esta le sobrevino, finalmente, el pasado s¨¢bado. Abbey Lincoln, la belleza ind¨®mita de sus primeros a?os como actriz de cine reconvertida en activista antisistema y en una de las cantantes m¨¢s singulares que ha producido el jazz en su historia, se fue sin decir adi¨®s a quienes durante tres a?os han esperado en vano verla de nuevo subida a un escenario. Este diario public¨® en su d¨ªa la que acaso sea la ¨²ltima entrevista realizada a la cantante y compositora por un medio escrito. Abbey Lincoln, de nombre real Anna Mar¨ªa Wooldridge (Chicago, 1930), recibi¨® a quien suscribe en su domicilio neoyorquino, tras una estancia de varias semanas en el St. Luke's Hospital, donde le fue realizado un bypass coronario. Su aspecto era de una fragilidad extrema, aun as¨ª, manten¨ªa el fulgor de su mirada intensa y penetrante: "Mi cuerpo est¨¢ debilitado", confesaba, "pero sigo siendo yo. Eso, que quede claro". Acababa de publicarse Abbey sings Abbey, dedicado al Country & Western, y con la secci¨®n r¨ªtmica de Bob Dylan al completo: un disco at¨ªpico en la, de por s¨ª, un tanto at¨ªpica discograf¨ªa de la cantante. Su autora asum¨ªa con desconcertante naturalidad el hecho de que aquel fuera a ser su testamento sonoro: "Por lo que a m¨ª respecta soy consciente de que nunca volver¨¦ a cantar". Aun en su estado, Abbey afront¨® con admirable determinaci¨®n la inevitable rueda de entrevistas de promoci¨®n: "Ahora todo el mundo se empe?a en venir a verme y la verdad es que no entiendo a qu¨¦ viene todo esto. Supongo que piensan que me queda poco...".
La suya ha sido una extra?a despedida silenciosa para quien se gan¨® a pulso la fama de armarla a cada paso. Lo que se dice, una mujer de genio. M¨¢nager y organizadores de conciertos a lo largo de todo el mundo terminaron hasta el gorro de ella. A cambio, el p¨²blico la adoraba. En aquellos a?os noventa, la cantante estaba en su apogeo. Sus discos, editados por Universal Francia, la presentaron rodeada de lo mejorcito de la profesi¨®n mientras que sus directos eran, sencillamente, arrasadores. Abbey no era una cantante m¨¢s: "Canto lo que yo misma escribo, mis letras hablan de c¨®mo soy, de mi vida, de d¨®nde vivo...", argumentaba la autora de Throw It Away y People In Me; "No necesito hurgar en la vida de nadie que no sea yo misma para inspirarme". En su madurez, la inconformista cantautora pareci¨® regresar a sus a?os de gloria en los que comparti¨® vida y m¨²sica con el baterista Max Roach. De entonces los que, para muchos, son sus mejores discos, los m¨¢s incendiarios: That?s him, We Insist! Freedom Now Suite, Straight Ahead...
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