La historia oculta de Brenan
Un libro reconstruye la tragedia de Juliana, c¨¦lebre amante del hispanista
El amor que Gerald Brenan profesaba por Espa?a es notorio y forma parte de la historia de la literatura. No tanto, el destino de su amante m¨¢s c¨¦lebre: una criada andaluza, Juliana, de 15 a?os. Proven¨ªa de una familia miserable de Yegen, pueblo de las Alpujarras situado, ya se sabe, al sur de Granada, como el inmortal libro del escritor brit¨¢nico. De c¨®mo Juliana entr¨® a servir en la casa de Brenan, este la sedujo y acab¨® viviendo con su estigma por el resto de su vida trata el apasionante libro Ciega en Granada, del periodista Antonio Ramos Espejo, publicado por el Centro Andaluz del Libro.
La historia acaso no resulte sorprendente conociendo al personaje. En las descarnadas y vibrantes memorias del hispanista, promotor de la internacionalizaci¨®n de la imagen de las Alpujarras como territorio m¨ªtico, ya queda claro su predilecci¨®n por las j¨®venes pobres, en muchos casos analfabetas y casi siempre impresionables. Brenan (Malta, 1894-Alhaur¨ªn el Grande, M¨¢laga, 1987) relata en ellas su costumbre de acudir a las estaciones de tren de Londres en busca de chicas campesinas reci¨¦n llegadas a la gran urbe imperial desde pueblos aburridos y m¨ªseros.
El escritor sedujo a su criada y luego le arrebat¨® a la hija que tuvieron
Ramos Espejo: "Ella vivi¨® en la esperanza de encontrarse a su ni?a en Granada"
Cierto que el caso de Juliana no fue exactamente as¨ª. Viv¨ªa en la pobreza en un pueblo de la Espa?a de la monarqu¨ªa de Alfonso XIII. Y cay¨® en las redes del hispanista, treinta?ero atractivo de la m¨¢s acomodada sociedad brit¨¢nica que hab¨ªa combatido en la I Guerra Mundial. "Tal y como lo cuenta Brenan, fue una violaci¨®n", opina Ramos Espejo. Cuando consigui¨® que la adolescente entrara a servir a su casa, Brenan encontr¨® el camino libre de escollos. "Seg¨²n ¨¦l contaba, Juliana estaba dormida o fingi¨® que estaba dormida, cuando entr¨® en la habitaci¨®n".
Meses despu¨¦s, en 1931, naci¨® una ni?a. Y Brenan se fue de Yegen. La hija del hispanista vivi¨® tres a?os en el ambiente de pobreza de su familia materna. Pero el escritor regres¨® al pueblo para llevarse a su hija y darle la buena vida que, en su opini¨®n, merec¨ªa.
Cuando se llev¨® a la ni?a, Brenan viv¨ªa en Churriana (M¨¢laga) y estaba casado con la escritora estadounidense Gamel Woolsey. Tras nacer, la ni?a fue registrada como Elena. Al ser recogida por su padre, pas¨® a llamarse Miranda Helen. Durante esos tres a?os, Brenan pas¨® una aportaci¨®n econ¨®mica a Juliana, con la que esta se compr¨® una casita en Yegen. Despu¨¦s de arrebatarle la hija a la madre, no consta que Brenan pasara dinero a su antigua amante.
Juliana se qued¨® en el pueblo. Muchos vecinos la miraban mal por tener, siendo soltera, descendencia de un extranjero. Tantas circunstancias adversas la empujaron a marcharse de Yegen. Acab¨® viviendo en Granada capital. Se cas¨® y enviud¨® dos veces. Trabaj¨® como cocinera en un hostal pasando penurias en la posguerra despu¨¦s de haber perdido a su primer marido, que cay¨® en la Guerra Civil en la batalla del Ebro.
De sus matrimonios nacieron cuatro hijos varones. Pero en el coraz¨®n de Juliana siempre pervivi¨® el recuerdo de su hija. No la olvid¨® nunca. No est¨¢ claro si la vio despu¨¦s de que su antiguo amante se la arrebatara. Algunos testigos dicen que jam¨¢s la volvi¨® a ver; otros que s¨ª la vio, pero que Brenan le puso como condici¨®n que no revelara que era su madre.
"Vivi¨® siempre con la esperanza de encontrar a su hija entre alguna de aquellas inglesas de ojos claros que persegu¨ªa por el laberinto tur¨ªstico de la Alcaicer¨ªa (Granada) hasta que, ya ciega, solo pod¨ªa imaginar a su hija", se?ala el autor.
El libro reconstruye admirablemente la tragedia de Juliana, quien sobrevivi¨® a la hija que tuvo con el escritor brit¨¢nico. "Juliana muri¨® en 1979. Miranda Helen, que se cas¨® con un m¨¦dico franc¨¦s y tuvo dos hijos, hab¨ªa fallecido uno o dos a?os antes", revela Ramos Espejo. De modo que al menos la historia le ahorr¨® a la criada un ¨²ltimo giro desgraciado. Muri¨® sin saber que la hija con la que so?aba estaba muerta.
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