Carlos Mendo en la onda
La noticia de que Carlos Mendo nos ha dejado llega fuera de programa, de modo inesperado, sin datos de lugar y tiempo, sin referencias ni diagn¨®sticos de la enfermedad que se lo ha llevado. Carlos Mendo estaba habitado por muchas y aceradas convicciones sostenidas con mucha nobleza. Ven¨ªa de muchas batallas period¨ªsticas. Se curti¨® en la agencia norteamericana UPI y aquella valiosa experiencia de agenciero la puso despu¨¦s al servicio de la agencia Efe, de la que fue director general, y para la que ide¨® una expansi¨®n iberoamericana que la cambiar¨ªa para siempre. Ese ambicioso proyecto lo hizo posible una singular conexi¨®n con el ministro Manuel Fraga Iribarne, que mantuvo frente a muy cambiantes avatares. Se le pudo ver en el ba?o de Palomares con el entonces ministro de Informaci¨®n y Turismo y con el embajador americano para tranquilizar al p¨²blico almeriense temeroso de la contaminaci¨®n, despu¨¦s de que cayera aquella bomba nuclear, que localiz¨® nuestro Paco en desigual competencia con todo el despliegue de la Navy.
En las tertulias nunca se daba por vencido, siempre ped¨ªa la palabra
Carlos fue consejero de prensa de la Embajada en Londres cuando Manuel Fraga fue acreditado ante la corte de San Jaime y de regreso a Madrid fue jefe de prensa de Alianza Popular (AP). Recuerda un buen amigo periodista con cu¨¢nto detalle Mendo hab¨ªa preparado la conferencia de prensa en el hotel Mindanao para la presentaci¨®n de AP. Estaban los siete magn¨ªficos, en el centro del estrado Fraga, a quien acompa?aban Laureano L¨®pez Rod¨®, Antonio Mar¨ªa de Oriol, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora, Licinio de la Fuente, Cruz Mart¨ªnez Esteruelas, Enrique Thomas de Carranza. Del fondo vino la pregunta interes¨¢ndose por si Fraga era en ese momento tan amigo de L¨®pez Rod¨® como cuando el estallido del caso Matesa. La respuesta empez¨® seg¨²n el uso del ex ministro "mi querido amigo at¨¦ngase al proverbio ingl¨¦s politics makes strange bed fellows". Entonces el tecn¨®crata se puso blanco como la cera y la sala estall¨® en carcajadas. Mendo comentaba que le hab¨ªan pulverizado m¨¢s de un mes de trabajo. Carlos fue director del diario EL PA?S antes de que el diario saliera a la calle, durante algunos meses, cuando no llegaba el permiso para editarlo, pero con anticipaci¨®n suficiente dej¨® el puesto que ocupar¨ªa Juan Luis Cebri¨¢n.
Tambi¨¦n hab¨ªa sido subdirector del diario Abc. Fue corresponsal en Washington y vivi¨® como enviado especial momentos muy delicados o de graves conflictos en muchos pa¨ªses. Ten¨ªa un dominio sorprendente del ingl¨¦s hablado y una pasi¨®n permanente por angloam¨¦rica. Se manten¨ªa informado como lector infatigable de la prensa y oyente de las emisoras propias y extranjeras, as¨ª como de los canales de televisi¨®n. Su coraz¨®n lat¨ªa a la derecha. Fue nombrado consejero de RTVE a propuesta del PP en 1996 y dimiti¨® del cargo un a?o despu¨¦s por lo que consider¨® intervencionismo del Gobierno en los medios. En la tertulia del programa Hora 25 de la cadena SER se comportaba en dial¨¦ctico incansable, que nunca se daba por vencido. Siempre estaba pidiendo la palabra, incluso cuando estaba en el uso de la misma. Ten¨ªa una habilidad endemoniada para derivar en enredador e intentar adentrarse en la senda que por la precisi¨®n lleva a la confusi¨®n. Apabullaba con datos que en lugar de al esclarecimiento llevaban al despiste. Era su entra?able manera de desviar la atenci¨®n cuando el asunto del que se trataba en la tertulia le resultaba en especial molesto. Ten¨ªa su propio ¨ªndice tem¨¢tico muy coloreado por las cuestiones internacionales. En caso de coincidir con ¨¦l era conveniente llevar bien le¨ªdo y anotado por lo menos el International Herald Tribune. En cada gl¨®bulo rojo, su apasionada versi¨®n del escudo nacional.
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