La prensa argentina, en el punto de mira
En su vocaci¨®n por el eterno retorno al pasado, en Argentina se discute en estos d¨ªas, desde la cima misma del poder, si la libertad de prensa debe ser como lo es en el mundo civilizado. Es decir, si debe existir -o no- la libre expresi¨®n del periodismo independiente. En los casi 27 a?os que pasaron desde la restauraci¨®n democr¨¢tica, ese debate no se dio nunca con la gravedad de ahora. Desde que el matrimonio Kirchner perdi¨® las elecciones legislativas de mitad de mandato, el 28 de junio del a?o pasado, la ofensiva oficialista contra la prensa ha crecido con un ritmo tan constante como peligroso. Sin embargo, nunca como en estos d¨ªas el kirchnerismo argentino se pareci¨® tanto al chavismo venezolano.
Nunca como en estos d¨ªas el kirchnerismo argentino se pareci¨® tanto al chavismo venezolano
En el ¨²ltimo a?o, el periodismo argentino debi¨® enfrentarse con intensas campa?as gubernamentales de descalificaci¨®n, mediante calumnias difundidas por la televisi¨®n y la radio supuestamente estatales. A ese conglomerado medi¨¢tico se le sum¨® una acumulaci¨®n no menor de medios creados recientemente por empresarios enriquecidos durante el kirchnerismo. Una ley de medios, suspendida en su aplicaci¨®n por la justicia, concentr¨® en el Gobierno el poder de decisi¨®n sobre la radio y la televisi¨®n; tambi¨¦n ignor¨® los derechos adquiridos de sus actuales propietarios. Grupos fan¨¢ticos del kirchnerismo han sometido a conocidos periodistas a la persecuci¨®n callejera.
A pesar de todo eso, el combate central contra la prensa independiente argentina comenz¨® el martes ¨²ltimo con una dur¨ªsima ofensiva oficialista contra los dos principales diarios argentinos, La Naci¨®n y Clar¨ªn. La presidenta Cristina Kirchner us¨® durante m¨¢s de una hora la cadena nacional de radio y televisi¨®n para contar una historia falaz sobre la adquisici¨®n de la empresa Papel Prensa, la principal productora argentina de papel para diarios, por parte de aquellos dos diarios. Cristina Kirchner anunci¨® que su Gobierno iniciar¨¢ una causa judicial contra los diarios y prometi¨® un proyecto de ley, que enviar¨¢ al Congreso, para establecer el control pol¨ªtico sobre la producci¨®n de papel.
La argumentaci¨®n del kirchnerismo asegura que la compra de Papel Prensa se hizo bajo persecuci¨®n y torturas, durante la ¨²ltima dictadura militar, de la familia Graiver, que era la anterior due?a de la empresa. La familia Graiver sufri¨®, en efecto, el secuestro, la prisi¨®n ileg¨ªtima y los m¨¢s incalificables tormentos durante el gobierno de los militares. Sucedi¨® en el a?o 1977. En agosto de 1976, el jefe del grupo econ¨®mico de la familia, David Graiver, muri¨® en un accidente de avi¨®n en M¨¦xico. El banquero David Graiver manejaba, seg¨²n se supo mucho despu¨¦s, recursos financieros del grupo armado Montoneros. La prensa argentina debi¨® callar menos y decir m¨¢s durante la ¨²ltima dictadura militar. Pero no fue c¨®mplice de violaciones de los derechos humanos.
Los diarios La Naci¨®n, Clar¨ªn y La Raz¨®n (este ¨²ltimo vendi¨® luego sus acciones) compraron Papel Prensa a los herederos de David Graiver el 2 de noviembre de 1976, casi cinco meses antes de que esa familia cayera bajo la garra de los militares. Nadie, ni la propia familia Graiver, conoc¨ªa la existencia de problemas entre los jerarcas uniformados y los herederos de David Graiver. El hermano de David, Isidoro Graiver, declar¨® p¨²blicamente, el mismo d¨ªa de aquella larga disertaci¨®n de Cristina Kirchner, que la venta de Papel Prensa se hizo bajo condiciones normales y en respetuosas negociaciones con los compradores. Isidoro Graiver, tambi¨¦n secuestrado y torturado, lider¨® esas negociaciones en nombre de su familia. El Gobierno expone, en cambio, el testimonio acusatorio de la viuda del banquero muerto, Lidia Papaleo, pero la hija de ¨¦sta, Mar¨ªa Sol Graiver, coincidi¨® en sus declaraciones con su t¨ªo Isidoro.
Nunca, durante las casi tres d¨¦cadas de democracia argentina, ning¨²n miembro de la familia Graiver cuestion¨® la venta de Papel Prensa ni acus¨® a los diarios compradores. Esta es una novedad que surge ahora, inclusive siete a?os despu¨¦s de gobierno de los dos Kirchner. El Estado conserva una parte minoritaria del paquete accionarial. Importantes dirigentes kirchneristas, entre ellos un ex jefe de Gabinete, ocuparon en estos a?os sillones en el directorio de la empresa papelera en nombre del Estado. Ninguno dijo nada nunca.
Desde la derrota electoral de hace un a?o, el kirchnerismo eludi¨® la autocr¨ªtica y prefiri¨® culpar al periodismo de su desventura pol¨ªtica. Eligi¨®, tambi¨¦n, la preocupante senda de la radicalizaci¨®n, utilizando hasta l¨ªmites antidemocr¨¢ticos el enorme poder que le concede una pol¨ªtica argentina fragmentada y, a veces, impotente. El fuerte crecimiento econ¨®mico que beneficia a la regi¨®n latinoamericana amortigu¨®, a su vez, los efectos sociales del creciente autoritarismo de los Kirchner. No obstante, en todas las mediciones de opini¨®n p¨²blica, mayoritarios sectores sociales le reprochan a la diarqu¨ªa gobernante su propensi¨®n a usar y abusar de un poder descomunal.
El eventual control de Papel Prensa les permitir¨ªa a los Kirchner una enorme influencia sobre la prensa gr¨¢fica independiente, a la que no han logrado someter todav¨ªa. El Gobierno controla tambi¨¦n, mediante aranceles y un manejo discrecional de la aduana argentina, la importaci¨®n de papel. Producci¨®n nacional e importaci¨®n de papel para diarios quedar¨ªan, en ese caso, bajo el arbitrio del poder pol¨ªtico. Tal proyecto se ejecuta con los argumentos de la "democratizaci¨®n" de los medios de prensa. En su nombre, han ignorado dos garant¨ªas constitucionales: la libertad de prensa y la propiedad privada. En un imprevisto triunfo de la sinceridad sobre la simulaci¨®n, el matrimonio presidencial argentino decidi¨® parecerse a¨²n m¨¢s a su muy cercano amigo Hugo Ch¨¢vez. El problema insoluble que tienen es que carecen de los reaseguros pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales y militares de Ch¨¢vez. ?C¨®mo har¨¢n, entonces?
Joaqu¨ªn Morales Sol¨¢ es periodista y editorialista de La Naci¨®n.
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