Debates imposibles
Supongamos, que ya es mucho suponer, que es posible un debate p¨²blico sobre la fiscalidad en Espa?a con unos gobernantes socialistas que en menos de dos a?os han pasado de decir que se pod¨ªa devolver a los ciudadanos parte de sus impuestos, porque sobraba recaudaci¨®n, a afirmar ahora que los ciudadanos pagan pocos impuestos para financiar los servicios p¨²blicos. Supongamos, que ya es mucho suponer, que es posible un debate sobre la cuesti¨®n con unos gobernantes que utilizan como argumento el dato bruto de la presi¨®n fiscal comparada entre pa¨ªses distintos, cuando cualquiera sabe hoy que la ¨²nica comparaci¨®n v¨¢lida entre pa¨ªses es la del ¨ªndice de esfuerzo fiscal de la poblaci¨®n, ese que tiene en cuenta la distinta capacidad para pagar impuestos en funci¨®n de la renta disponible.
Carecemos de la informaci¨®n m¨ªnima para poder juzgar la eficacia y gesti¨®n de nuestros gobernantes
Pues bien, aun suponiendo lo anterior, resultar¨ªa que a los ciudadanos nos falta un elemento de juicio esencial para poder debatir razonablemente sobre la relaci¨®n entre impuestos y servicios p¨²blicos, un elemento que se nos oculta con alevos¨ªa y premeditaci¨®n por nuestros gobernantes de toda laya, sean los estatales, los auton¨®micos o los locales. Hablo de los datos econ¨®micos sobre la eficiencia del gasto p¨²blico en la prestaci¨®n de los diversos servicios, es decir, de los datos que nos muestren cu¨¢nto invierten nuestras Administraciones P¨²blicas para lograr unos determinados servicios, cu¨¢l es el coste comparativo de un mismo servicio tal como una operaci¨®n cardiaca concreta prestado en Espa?a o en Suecia, o en Bilbao y Sevilla. Porque hablar solo del volumen del gasto p¨²blico, sin contar con los datos m¨ªnimos acerca de la eficiencia de ese gasto, es un di¨¢logo de tontos.
En uno de los pocos sectores en que existe una comparativa internacional continuada en el tiempo acerca de resultados del gasto p¨²blico a nivel internacional, como es el sector de la ense?anza no universitaria, los sucesivos Informes PISA han puesto de manifiesto que no existe relaci¨®n ninguna entre volumen total del gasto p¨²blico por alumno y la competencia cognitiva o aprovechamiento obtenido por ¨¦stos (Julio Caraba?a). Que hay pa¨ªses, como Dinamarca y Noruega, que obtienen peores resultados que otros que invierten mucho menos que ellos, como la Rep¨²blica Checa. Que hay Comunidades Aut¨®nomas que invierten 8.858 euros anuales por alumno (Pa¨ªs Vasco) y obtienen peores resultados que otras que invierten 5.791 (La Rioja). Que la ense?anza concertada obtiene los mismos resultados educativos que la p¨²blica con un coste inferior en m¨¢s de un 40%. Vamos, que la calidad de los servicios p¨²blicos no depende en exclusiva del volumen global de la financiaci¨®n a ellos destinada, sino tambi¨¦n depende mucho de la eficiencia de la organizaci¨®n y gesti¨®n del servicio.
Y sobre este punto carecemos de datos: con lo que llegamos a la escasamente democr¨¢tica situaci¨®n de que a los ciudadanos se nos piden los impuestos, pero no se nos facilitan a cambio los ¨ªndices de eficiencia comparativa de los Gobiernos en la gesti¨®n de esos impuestos. Se nos trata en esta cuesti¨®n (mejor dicho, nos dejamos tratar) como s¨²bditos y no como ciudadanos.
En una reciente obra sobre la financiaci¨®n de las autonom¨ªas, el hacendista Carlos Monasterio ha puesto de manifiesto la perversi¨®n a que ha conducido la falta de informaci¨®n contrastada y fiable sobre el grado de eficiencia en la gesti¨®n de los servicios p¨²blicos por los Gobiernos auton¨®micos, que son los que prestan la mayor parte de ellos (sanidad y educaci¨®n, por ejemplo). Los ciudadanos carecemos de la informaci¨®n m¨ªnima para juzgar la gesti¨®n de nuestros respectivos Gobiernos, no sabemos si lo hacen peor o mejor, no podemos someterles a un verdadero juicio pol¨ªtico en su gesti¨®n. Esa famosa democratic accountability que los pol¨ªticos no se quitan de la boca en sus discursos, la hacen en realidad imposible en su pr¨¢ctica cotidiana.
Es m¨¢s, nuestros gobernantes auton¨®micos han conseguido algo verdaderamente pasmoso: no solo que no podamos juzgar su gesti¨®n y corregirla en su caso en las urnas, sino que han logrado que el debate p¨²blico se desplace siempre a la presunta cicater¨ªa de la Administraci¨®n Central en la financiaci¨®n. El mensaje que propalan y que ha calado en un p¨²blico indefenso es el de que cualquier deficiencia de gesti¨®n se debe a una insuficiente provisi¨®n de financiaci¨®n procedente del Estado, nunca a su gesti¨®n mejor o peor del dinero a su disposici¨®n. Con lo que el juego pol¨ªtico permanente que presenciamos es el de la permanente renegociaci¨®n de la distribuci¨®n de recursos entre Estado y Comunidades, como si esa fuera la cuesti¨®n relevante y no la gesti¨®n que realmente se hace de los recursos disponibles.
Para poder establecer un debate p¨²blico serio e informado sobre impuestos y servicios p¨²blicos es preciso que los gobernantes nos muestren la parte de la cuesti¨®n que sistem¨¢ticamente nos ocultan: la de sus ¨ªndices de gesti¨®n y resultados. Sin ellos lo que tenemos no es debate, sino palabrer¨ªa barata.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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