Los tres oficios de un arte
El fulgor de Stanislavski, magnificado por la influencia que su escuela ejerci¨® en Estados Unidos, ha dejado en penumbra a otros renovadores principales de la escena contempor¨¢nea. Mientras el director del Teatro de Arte de Mosc¨² se empe?aba en desentra?ar la verdad psicol¨®gica del personaje y el conflicto de la obra, Vs¨¦volod Emilievic Meyerhold, revolucionario convencido, decidi¨® acudir a g¨¦neros populares como el teatro de barraca, el circo y el music-hall, es decir, a la forma pura, para crear, con la colaboraci¨®n de artistas pl¨¢sticos, un teatro de vanguardia atractivo para las masas. Su idea de que el director es el autor del espect¨¢culo cal¨® y a¨²n perdura. Stanislavski le rebat¨ªa y lo admiraba.
Lecciones de direcci¨®n esc¨¦nica recoge 13 clases magistrales in¨¦ditas donde Meyerhold resume su manera de entender la puesta en escena y el arte del actor, apoy¨¢ndose en tradiciones seculares de Oriente y de Occidente. Como no se conserva la transcripci¨®n exacta de la mayor¨ªa de las clases, en su lugar se ofrecen las notas preparatorias de su autor, las taquigr¨¢ficas tomadas por un alumno y el resumen que otro elabor¨®.
Meyerhold dec¨ªa que el actor es escultura en movimiento y su actuaci¨®n, ritmo. En escena quer¨ªa atletas. Cuarenta a?os m¨¢s joven, Tadeusz Kantor fue m¨¢s all¨¢ y cre¨® un teatro emancipado de la literatura en el que actores-personajes emergidos de la fosa s¨¦ptica de la memoria actuaban entre maniqu¨ªes de cera. "El maniqu¨ª es un modelo para el actor. La vida se puede expresar en el arte ¨²nicamente a trav¨¦s de la muerte, la apariencia, el vac¨ªo y la ausencia de mensaje", dice en Teatro de la muerte y otros ensayos, volumen donde se recogen los escritos m¨¢s significativos de su trayectoria. Subido al escenario como un int¨¦rprete m¨¢s, Kantor parec¨ªa un alma en pena prematura pasando revista resignadamente a sus propios recuerdos durante sus representaciones autobiogr¨¢ficas. "Ver mis espect¨¢culos era para m¨ª como ver mi fusilamiento", explica. En otro volumen se recogen las partituras (as¨ª las llama ¨¦l) de La clase muerta y Wielopole, Wielopole, donde describe con aliento po¨¦tico cuanto suced¨ªa en la que fuera quiz¨¢ su puesta en escena m¨¢s memorable y en su secuela inmediata.
Detr¨¢s de un gran director siempre hay un actor descomunal, menos c¨¦lebre. Cuando Peter Brook lo encontr¨®, Yoshi Oida, protagonista de muchos de sus espect¨¢culos, no hablaba ninguna lengua europea, pero decidi¨® darle el papel de Ariel en La tempestad: su formaci¨®n en el teatro Noh hab¨ªa impreso en ¨¦l algo a¨¦reo y sobrenatural, id¨®neo para el papel. En El actor invisible, Oida habla con fluida precisi¨®n de su manera de entender el oficio y de abordar un papel, y de c¨®mo la psicolog¨ªa nace de la acci¨®n adecuada. No es un manual sino un ameno corolario filos¨®fico de su experiencia de medio siglo, destilada a trav¨¦s de ejemplos elocuentes extra¨ªdos de montajes como el Mahabharata y El hombre que, intercalados con par¨¢bolas de sabor zen. En lugar de recetas sobre la actuaci¨®n, Oida nos brinda observaciones agudas, reflexiones pertinentes, ejercicios curiosos y un poso que se remonta al gran maestro Noh del quattrocento japon¨¦s Zeami Motoyiko.
Zeami era actor, autor y director, como Lope de Rueda y Moli¨¨re. Las cosas no han cambiado tanto desde entonces: la mayor¨ªa de los escritores que estrenan regularmente en Espa?a dirigen sus propias obras: Sergi Belbel, Ernesto Caballero, Ang¨¦lica Liddell, Jes¨²s Campos, Sanchis Sinisterra, Rodrigo Garc¨ªa, Paloma Pedrero, Alonso de Santos... Las de Jordi Galceran se han abierto un hueco merecido en el teatro comercial, mientras que Juan Mayorga se ha hecho el suyo confeccionando piezas a la carta para directores de prestigio. Pero son multitud quienes escriben para el caj¨®n y viven de otra cosa. Ferm¨ªn Cabal, autor ¨¦l mismo, re¨²ne en Dramaturgia espa?ola de hoy una veintena larga de entrevistas a fondo hechas con empat¨ªa a compa?eros de tres generaciones. Adem¨¢s de los mencionados, Sastre, Buero Vallejo, Rodr¨ªguez M¨¦ndez, Boadella, Del Moral, Antonio Onetti, Benet i Jornet, Rodolf Sirera, Mart¨ªn Berm¨²dez, Laila Ripoll y Antonio ?lamo hablan del nacimiento de su vocaci¨®n, de su po¨¦tica y su manera de entender el oficio, y nos cuentan un sinf¨ªn de an¨¦cdotas significativas que acaban dibujando el mapa aproximado de por d¨®nde se mueve el teatro de autor en Espa?a.
Lecciones de direcci¨®n esc¨¦nica. V. E. Meyerhold. Edici¨®n de Jorge Saura y Bibicharifa Khakimzianova. Asociaci¨®n de Directores de Escena. Madrid, 2010. 448 p¨¢ginas. 14,43 euros Teatro de la muerte y otros ensayos. Tadeusz Kantor. Traducci¨®n de Katarzyna Olszewska Sonnenberg. Alba. Barcelona, 2010. 304 p¨¢ginas. 22 euros. La clase muerta. Wielopole, Wielopole. Tadeusz Kantor. Traducci¨®n de Fernando Bravo Garc¨ªa. Alba. Barcelona, 2010. 336 p¨¢ginas. 22 euros El actor invisible. Yoshi Oida y Lorna Marshall. Traducci¨®n: Elena Vilallonga. Alba. Barcelona, 2010. 216 p¨¢ginas. 18 euros. Dramaturgia espa?ola de hoy. Ferm¨ªn Cabal. Ediciones Autor. Madrid, 2009. 496 p¨¢ginas. 25 euros.
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