La Audiencia valida las escuchas del caso de torturas a un inmigrante
Imputados dos guardias civiles y un vigilante privado
"Te voy a dar una paliza que vas a mear sangre". "No te voy a cobrar el walky que hemos roto cuando te hemos roto las costillas". "Te metemos la porra por el culo y te la sacamos por la boca". Esas son algunas de las frases que se escuchan en la grabaci¨®n efectuada en el interior de un coche que usaban los agentes de la Guardia Civil de Tavernes Blanques. Son algunas de las frases que prueban que los agentes de la Guardia Civil Carlos augusto Palomo y Antonio Cano, junto con el agente de seguridad privada ?ngel Vicente Le¨®n, torturaron a un inmigrante sin papeles de origen cubano detenido en un hipermercado de Alboraia por un hurto. A la v¨ªctima se le escucha llorar, gemir, suplicar: "No me pegue, se?or, no me pegue m¨¢s, por Dios".
El guardia civil Palomo est¨¢ en prisi¨®n provisional en Castell¨®n por su supuesta implicaci¨®n en una red de narcotr¨¢fico a la que facilit¨® informaci¨®n que fue vital para que la banda pudiera sacar contenedores de coca¨ªna del puerto de Valencia impunemente, hasta que fueron pillados. El otro agente, Antonio Cano, mantiene su destino en Tavernes Blanques, tiene un expediente disciplinario de r¨¦gimen interno a¨²n, tras casi dos a?os, sin concluir.
El pasado 13 de julio estaba prevista la celebraci¨®n de juicio contra los tres (los dos agentes de la Guardia Civil y el vigilante privado) pero se suspendi¨®. Las defensas plantearon la nulidad de las escuchas, y con ello de la prueba de cargo m¨¢s s¨®lida que existe en la causa. El tribunal de la secci¨®n tercera decidi¨® suspender la vista para resolver la cuesti¨®n antes de decidir. La respuesta ha sido clara: las escuchas son legales, son v¨¢lidas y se mantienen como prueba esencial de la causa en la que el ministerio fiscal pide dos a?os de c¨¢rcel y diez de inhabilitaci¨®n profesional. Para el vigilante de seguridad, al que considera c¨®mplice de los hechos, nueve meses de prisi¨®n y siete de inhabilitaci¨®n profesional.
La Audiencia no ha estimado las dudas legales que sobre las escuchas, autorizadas por un juez en el marco de la investigaci¨®n sobre drogas en la que est¨¢ implicado Palomo, plantearon las defensas de los imputados. Resalta en su fallo que tuvieron tiempo de hacer notar sus dudas, y no lo hicieron.Las defensas de los acusados trasladaron al tribunal la insuficiente protecci¨®n jur¨ªdica que existe en materia de intervenci¨®n de comunicaciones privadas, la disparidad de sentencias e incluso la diferencia que, a su juicio, existe entre una intervenci¨®n telef¨®nica y la grabaci¨®n de conversaciones en un espacio cerrado en el que adem¨¢s entraban m¨¢s personas de las que estaban siendo investigadas. Pero la Audiencia ha sido contundente. Seg¨²n la argumentaci¨®n recogida en los diez folios del auto, es equiparable una conversaci¨®n telef¨®nica privada a las que puedan sucederse en un habit¨¢culo cerrado, siempre que la intervenci¨®n se produzca con la debida autorizaci¨®n judicial.
Las defensas de los guardias civiles Palomo y Cano quisieron adem¨¢s que no se admitieran las nuevas peticiones de diligencias, b¨¢sicamente solicitud de declaraciones, por entender que se produc¨ªa indefensi¨®n. El tribunal rechaza cualquier insinuaci¨®n de "indefensi¨®n". De entrada, al argumento de los letrados de que la causa "estuvo secreta" responde que esa condici¨®n s¨®lo la tuvo durante un mes y los letrados no acudieron durante los meses que transcurrieron hasta que se dict¨® auto de incoaci¨®n de procedimiento abreviado. El tribunal legitima las peticiones realizadas por el fiscal en el momento de iniciarse el juicio suspendido y considera que las grabaciones que recogen las conversaciones de la causa han estado "perfectamente amparadas por la fe p¨²blica"
Las torturas
Fue el 26 de enero de 2008, en un hipermercado de Alcampo. El puesto de Tavernes Blanques recibe una llamada por un supuesto hurto. El detenido era un cubano, sin papeles, de m¨¢s de 40 a?os, que no ten¨ªa en su poder nada ajeno. Al lugar lleg¨® un veh¨ªculo oficial pero sin distintivo de la Guardia Civil. En ¨¦l, Carlos Augusto Palomo y Antonio Cano.
Seg¨²n las grabaciones, y el escrito de acusaci¨®n del fiscal, junto con el vigilante de seguridad, los guardias civiles detuvieron al inmigrante, le metieron en el asiento de atr¨¢s. "?D¨®nde pollas est¨¢ la cartera? Me vas a decir d¨®nde est¨¢, te cojo de la patilla". Es lo primero que se escucha decir al cabo Palomo. El ciudadano cubano, Ra¨²l D., se queja y llora. Instantes despu¨¦s, el guardia Cano dice: "En la nuca, dentro de dos minutos te doy. En el barranco, para". Se oyen golpes y a Ra¨²l D. gritar y suplicar. Lo amenazaron, lo hicieron bailar salsa para humillarlo, le pegaron. Ra¨²l D. crey¨® que lo mataban. Por miedo no acudi¨® a un hospital hasta cinco d¨ªas despu¨¦s.
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