El taxi
Otra vez el taxi. El sector anda otra vez revuelto ante la nueva ordenanza que perge?a el Ayuntamiento de Madrid. Con mayor o menor acierto no puedo imaginar otro inter¨¦s por parte de la Administraci¨®n que el de mejorar el servicio. Sin embargo, cada vez que tratan de introducir normas o modificar las existentes es como meter la mano en un avispero. Ahora no ser¨¢ una excepci¨®n. Hay ya un borrador sobre la mesa y su redacci¨®n est¨¢ provocando los primeros aspavientos de rechazo de las organizaciones que mueven el sector. A juzgar por la reacci¨®n, una de las iniciativas m¨¢s contestadas es la que pretende fijar en seis a?os la antig¨¹edad m¨¢xima de los veh¨ªculos dedicados al taxi. Lo que en un coche de uso normal ser¨ªa una jubilaci¨®n prematura, en un autotaxi resulta bastante razonable. En el taxi hay de todo. Los hay que cambian enseguida de veh¨ªculo y quienes apuran la m¨¢quina hasta la extenuaci¨®n. Suelo preguntar a los taxistas sobre el coche que conducen y no har¨¢ ni quince d¨ªas que uno me reconoci¨® que el suyo pasaba del mill¨®n y medio de kil¨®metros. Aquel tipo se ve que lo cuidaba y lo llevaba bastante presentable para semejante tute pero la verdad es que le sonaba todo. Por muchas rectificaciones y muchos cuidados que le dispense, mill¨®n y medio de kil¨®metros se me antojan demasiados para garantizar la seguridad de los ocupantes. Esos coches est¨¢n en movimiento las 24 horas del d¨ªa y su mec¨¢nica ha de afrontar el traj¨ªn especialmente duro de la conducci¨®n en ciudad. Parecer¨ªa razonable poner alg¨²n l¨ªmite a los posibles excesos de amortizaci¨®n de unas m¨¢quinas que han de prestar un servicio p¨²blico con la m¨¢xima fiabilidad. Lo cierto es que si ahora mismo retiraran de la circulaci¨®n los taxis de m¨¢s de seis a?os desaparecer¨ªan casi la mitad de los que hay en Madrid. Lo que dicen las organizaciones del taxi es que si prospera lo de los seis a?os terminar¨ªan comprando coches de menor calidad para amortizarlos mejor. Un argumento que apenas se sostiene porque la inmensa mayor¨ªa de los modelos que adquieren son ya los m¨¢s baratos del mercado en su segmento. Otro de los asuntos que no les gusta de la ordenanza es lo de mantener el veto a la publicidad exterior. Ese ingreso extra que el Gobierno regional s¨ª permite no lo ve bien el Ayuntamiento sobre todo por razones est¨¦ticas. A?adir 16.000 veh¨ªculos-anuncio, sin f¨¢cil control, al ya sobrecargado look publicitario de nuestras calles ensuciar¨¢ un poco m¨¢s su imagen. Bien es verdad que el Ayuntamiento vende desde siempre publicidad en sus autobuses y nadie se espanta.
Los taxistas se pasan las horas muertas en las paradas sin pillar una carrera
Hay en la norma un tercer asunto especialmente peliagudo porque lleva camino de enfrentar al sector, ya de por s¨ª muy dividido. Me refiero a la limitaci¨®n de las horas trabajadas que los asalariados del taxi perciben de muy distinta forma que los titulares de licencia. Es un hecho cierto que en Madrid hay demasiados taxis sin clientes y que los taxistas se pasan las horas muertas en las paradas sin pillar una carrera. Las jornadas de 12 y hasta 14 horas son moneda corriente y se tratar¨ªa de evitar esa p¨¦rdida de tiempo improductiva. Una medida que se propone desde el sector es limitar a 16 horas el uso diario del vehiculo, lo que reducir¨ªa sensiblemente el n¨²mero de taxis en movimiento. La f¨®rmula, que obligar¨ªa a instalar un reloj limitador en cada coche, es quiz¨¢ la m¨¢s coherente para rebajar los efectos indeseables del exceso de licencias en la capital.
En cualquier caso, no ser¨¢ f¨¢cil introducir novedades en el funcionamiento del taxi sin las presiones y amenazas de sus organizaciones profesionales. Estas no gozan de una gran representatividad, hay demasiados intereses cruzados en juego y muy poca autocr¨ªtica. Al Ayuntamiento de Madrid no le auguro una tarea f¨¢cil si pretende sacar adelante esa ordenanza con el benepl¨¢cito del sector. No si adem¨¢s pretende, como debe, mejorar el servicio que presta a los ciudadanos.
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