Por un modelo de cooperaci¨®n transformador, profesional y de calidad
En palabras de Pere Casald¨¤liga, no hay un primer mundo desarrollado y un tercer mundo subdesarrollado, hay un ¨²nico mundo mal desarrollado. Invertir esta situaci¨®n requiere acciones positivas que fortalezcan las capacidades de los pueblos y las personas que viven en su propia piel las consecuencias de la pobreza, la violencia o la inequidad para superar esta realidad, ya que a ellas les corresponde decidir los procesos que hace falta encauzar para generar su propio modelo de desarrollo. Y la tarea de la comunidad internacional es acompa?ar estos procesos mediante los actores de cooperaci¨®n al desarrollo en situaciones estructurales, y los actores humanitarios, en situaciones de emergencia.
Debemos hacer que la cooperaci¨®n sea rigurosa, sostenible en el tiempo y m¨¢s segura
Pero no siempre ha sido as¨ª. El mundo de la cooperaci¨®n y la solidaridad internacional ha pasado por varias fases durante los ¨²ltimos 50 a?os, desde el asistencialismo caritativo al actual modelo, m¨¢s adaptado a las necesidades reales de los pa¨ªses del Sur. Una evoluci¨®n que no se ha visto acompa?ada de un debate p¨²blico, sereno y riguroso sobre la pertinencia, la eficiencia y la eficacia de la cooperaci¨®n que se estaba ejecutando en cada momento. Un debate que, de repente, se ha abierto de manera un tanto ruidosa al finalizar positivamente el lamentable episodio del secuestro de los tres voluntarios de la ONG Barcelona Acci¨® Solid¨¤ria; sin duda, la mejor noticia del verano.
Pero como no hay mal que por bien no venga, bienvenido sea el debate. Y aprovechando la ocasi¨®n, creo oportuno hacer algunas reflexiones al respeto:
1. Transformar las estructuras econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales que generan pobreza y violencia es una tarea demasiado seria como para reducirla a una actividad espor¨¢dica. Se necesita capacidad, rigurosidad y tiempo. Es decir, profesionalidad. Porque se requiere un conocimiento profundo y actualizado de la zona donde se trabaja, de la poblaci¨®n con la que se coopera y de los objetivos que esta se ha marcado. Y la actuaci¨®n que se desarrolla tiene que ser sostenible y continuada en el tiempo.
2. Generar desarrollo humano sostenible pasa por fortalecer las capacidades locales: formar localmente, contratar localmente y comprar localmente. La cooperaci¨®n que genera dependencia de los bienes y servicios de los pa¨ªses del Norte es nociva a largo plazo. Acompa?ar los procesos end¨®genos de desarrollo y fortalecer la soberan¨ªa de las personas y de los pueblos donde cooperamos es la mejor garant¨ªa para ampliar las libertades, las capacidades y las oportunidades de los pa¨ªses del Sur. La cooperaci¨®n no puede ser la cara amable del nuevo colonialismo mediante vistosas actuaciones del tipo Bienvenido Mr. Marshall.
3. Los actores de cooperaci¨®n al desarrollo y de acci¨®n humanitaria deben poder trabajar en pa¨ªses y territorios en conflicto, posconflicto o en situaci¨®n de riesgo. No podemos dejar estos pa¨ªses abandonados porque son "demasiado" peligrosos. Para hacerlo posible, tienen que disponer de protocolos de seguridad que minimicen los riesgos innecesarios y prevengan planes de contingencia ante situaciones de toda clase. Desafortunadamente, la cooperaci¨®n se est¨¢ convirtiendo en una profesi¨®n de riesgo y en los ¨²ltimos a?os se han multiplicado las cifras de cooperantes muertos o heridos.
Es cierto que el episodio protagonizado por la caravana solidaria ha abierto la caja de los truenos, pero este caso es la an¨¦cdota y no la categor¨ªa. Por desgracia, solo se habla de cooperaci¨®n en circunstancias de muertes, secuestros, crisis humanitarias o esc¨¢ndalos de distinta ¨ªndole. De esta manera, hacemos un mal favor a un sector que durante los ¨²ltimos a?os ha hecho una evoluci¨®n positiva hacia una concepci¨®n transformadora, que ha mejorado la calidad de sus acciones, que est¨¢ aplicando las recomendaciones internacionales sobre la eficacia de la ayuda y que ha aumentado los mecanismos de control y transparencia, mediante las evaluaciones a medio y largo plazo y la rendici¨®n de cuentas.
Por lo que se refiere a los cooperantes, si no garantizamos sus condiciones de seguridad laboral, cada vez se ver¨¢n m¨¢s acorralados ante el dilema de priorizar la salvaguarda de su integridad f¨ªsica o bien continuar prestando servicio. La cooperaci¨®n ni es id¨ªlica ni est¨¢ llena de futuros premios Nobel de la Paz. La cooperaci¨®n es, sencillamente, una herramienta m¨¢s para transformar el mundo a trav¨¦s de una actividad profesional de gran valor. Debemos hacer que esta tarea sea rigurosa, sostenible en el tiempo y m¨¢s segura.
David Minoves i Lluci¨¤ es director general de Cooperaci¨®n al Desarrollo y Acci¨®n Humanitaria
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