Solo crecen los chinos
Los inmigrantes disminuyen por primera vez en Valencia - Los llegados desde China, con un circuito econ¨®mico m¨¢s resistente a la crisis, aumentan un 8,5%
La imagen hab¨ªa que verla. Sucedi¨® a mediados de agosto al final de la calle Cuba, en Valencia. La zona que algunos llaman Chinatown aunque el nombre le venga todav¨ªa un poco grande. Eran las seis de la tarde. No hab¨ªa empezado la ¨²ltima ola de calor, tampoco hac¨ªa viento y 10 chinos jugaban al b¨¢dminton en la acera, delante de sus tiendas. No estaban probando el ¨²ltimo cargamento de raquetas. Estaban jugando. Optimistas. Como si la crisis no fuera con ellos.
Hay muchas formas de medir la intensidad de la recesi¨®n. Una de ellas se conoci¨® a principios del mes pasado y pas¨® un tanto desapercibida. Por primera vez desde que hay registros la poblaci¨®n extranjera disminuye en la ciudad de Valencia. En enero de 2010 hab¨ªa 120.273 inmigrantes (ampliamente entendidos). Un a?o antes hab¨ªa 123.348, un 2,5% m¨¢s.
Zhou gast¨® durante a?os lo justo para subsistir. Ahora contrata espa?oles
"No hay beneficio sin sacrificio. Esa es la mentalidad", afirma Yu Bowei
La ca¨ªda afecta a casi todas las nacionalidades principales que no pertenecen a la UE. Marroqu¨ªes. Paquistan¨ªes. Ecuatorianos. Argentinos. Bolivianos... Pero no a todas. El a?o que el paro bati¨® todos los r¨¦cords el colectivo de inmigrantes chinos creci¨® un 8,5%, hasta los 4.787.
"Este a?o la econom¨ªa china ha subido bastante. Yo estuve en Shanghai para ver la exposici¨®n universal y all¨ª no hay crisis", dice David Zhou, presidente de la Asociaci¨®n de Empresarios Chinos en Valencia. Este verano el pa¨ªs desplaz¨® a su vecino Jap¨®n como segunda econom¨ªa del mundo por detr¨¢s de EE UU. Su renta per c¨¢pita sigue siendo, sin embargo, baja. En torno a los 2.800 euros al a?o. Ambas circunstancias, opina Zhou, favorece la salida de inmigrantes.
"Y hay otro factor", dice Yu Bowei, profesor de lengua y cultura espa?ola en la Universidad de Estudios Extranjeros de Guangdong (Cant¨®n), en una terraza junto a la facultad de Filolog¨ªa de Valencia, "y es que el tipo de cambio es muy favorable. Una persona puede cobrar all¨ª mil o dos mil yuanes al mes, que es lo mismo que cobrar 200 euros. Evidentemente, aqu¨ª ganan mucho m¨¢s".
Los negocios chinos, cuenta David Zhou, sufrieron el a?o pasado. En parte, por la ca¨ªda de las importaciones de productos de su pa¨ªs, una de las principales actividades del colectivo en Valencia. Pero mientras el paro en la comunidad aut¨®noma sigue por encima del 23%, las importaciones de art¨ªculos chinos se han recuperado. En los primeros seis meses de 2010 crecieron un 28,7%; en junio, el ¨²ltimo mes disponible, el aumento fue del 64%.
Seg¨²n la Confederaci¨®n Nacional de Aut¨®nomos y Microempresas, los chinos representan cerca de una cuarta parte de todos los trabajadores aut¨®nomos extracomunitarios de la comunidad aut¨®noma (cuando por poblaci¨®n est¨¢n m¨¢s cerca del 5%). Y eso, afirma Zhou, es porque los chinos no vienen a Valencia a trabajar en el campo, ni en un andamio, ni en ninguna f¨¢brica (despu¨¦s veremos una posible explicaci¨®n). Vienen con la idea de "abrir un negocio para mejorar su calidad de vida". Y para ese objetivo, sigue Zhou, la crisis ofrece oportunidades.
El presidente de los empresarios chinos mira alrededor como para demostrar que no es una frase vac¨ªa. Estamos en el Free Wok de Kin¨¦polis, en Paterna, un restaurante de mil metros cuadrados, dise?o cuidado, comida de varios pa¨ªses que se prepara a la vista y precios imbatibles abierto hace cuatro semanas.
Su due?o (que como David ha adoptado un nombre espa?ol para facilitar el trato y que comparte su apellido sin ser familia) se llama Fernando Zhou. Es alto y est¨¢ en forma. David comentar¨¢ que Fernando fue campe¨®n de karate en China y es un buen amigo del actor y maestro de las artes marciales Jackie Chan, pero eso ser¨¢ despu¨¦s de haberse despedido. Antes, Fernando Zhou ha contado que ¨¦l y sus socios han abierto otros dos Free Wok, en Alzira y L'Eliana. "Y en medio de la crisis", a?ade sonriendo. La recesi¨®n ha hecho caer los precios del alquiler, el coste de los servicios y los salarios, dice David. Y desde su punto de vista todo eso son oportunidades.
Algunos chinos llegan a Valencia con un peque?o capital. Pero muchos peque?os y medianos empresarios siguieron un camino parecido al de Fernando Zhou. Aterriz¨® hace casi 20 a?os. Fue camarero y cocinero. Trabaj¨® literalmente sin descanso. Durante mucho tiempo gast¨® poco m¨¢s que lo imprescindible para seguir con vida. Ahorr¨®. Cuando lleg¨® el momento pidi¨® dinero prestado a familiares y amigos y abri¨® su primer negocio. Ahora tiene 10 y ha empezado a contratar espa?oles. El maitre del restaurante de Kin¨¦polis lo es.
La historia de Fernando Zhou se repite ahora mismo. En la calle de Fontanars, en el barrio valenciano de Patraix, un obrero chino trabaja en la reforma de lo que ser¨¢ un establecimiento multiprecio, lo que antes se llamaba un Todo a cien. Hace esquina y tiene el mismo nombre que otro local abierto en la misma calle. Son casi las tres del mediod¨ªa. El obrero saca un bocadillo. Se sienta en el suelo y se pone a comer. Eso pasa en muchas obras. Lo que no es tan habitual en Espa?a es que cuando caiga la noche el obrero se quede a dormir dentro. En China es normal. Y no es raro que los inmigrantes lo hagan en Valencia.
"No hay sacrificio, no hay beneficio. Esa mentalidad est¨¢ muy arraigada en los chinos", se?ala Yu Bowei, que estudia un m¨¢ster y colabora con el Instituto Confucio de la Universitat de Val¨¨ncia. "Si apenas tienen dinero, ?c¨®mo pueden ahorrarlo? No alquilando un piso, tomando comida sencilla, trabajando todo el fin de semana.... As¨ª sale el dinero. Con alquiler y vacaciones no podr¨ªan reunirlo".
Seg¨²n Yu, esa ¨¦tica del trabajo extrema y las dificultades de partida (b¨¢sicamente, un absoluto desconocimiento del idioma) explican la tendencia de los chinos a trabajar para otros chinos cuando llegan. Y la voluntad de mejora vital y la solidaridad de la comunidad (los amigos se prestan los ahorros y el dinero "se devuelve siempre") explican que m¨¢s tarde busquen su propio camino empresarial.
El arraigo, los hijos nacidos en Valencia y cierta prosperidad empiezan, sin embargo, a cambiar las cosas, coinciden Yu y Zhou. El empresario pone el ejemplo de los restaurantes: antes eran tradicionales y cerrados; ahora se construyen con grandes ventanales y con el proceso de elaboraci¨®n a la vista. Los chinos, dice Zhou, empiezan a abrirse, a contratar a algunos espa?oles, a hacer negocios con otros. Y a jugar en la calle.
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