El mejor jugador y el mejor tipo
Este fin de semana, mientras que mis compatriotas se?alan el noveno aniversario de un suceso que ha sido bautizado con su propia fecha, revivo un pasaje de mi vida. Mi carrera profesional en el baloncesto empez¨® justamente el 11 de septiembre de 2001. Aquella ma?ana, estaba atareado haciendo las maletas para tomar por la tarde un vuelo hacia Los ?ngeles y completar mi primer campus de entrenamiento en la NBA. Mientras miraba la cobertura de las noticias sobre el caos de Nueva York, pens¨¦: "Me pregunto si afectar¨¢ a mis planes de vuelo".
Observando los ¨²ltimos partidos del Campeonato del Mundo de la FIBA -especialmente la intensa, pero intrigante semifinal entre Serbia y Turqu¨ªa- no pude evitar la tristeza. Mi carrera de baloncesto se ha acabado o casi acabado, y nunca he encontrado lo que pens¨¦ que hab¨ªa encontrado mientras empaquetaba mis cosas en aquella maleta en 2001. Nunca he estado en el equipo nacional.
Los atletas de EE UU son propensos a la arrogancia, por eso fue tan reconfortante ver a Durant en acci¨®n
No me enga?o: nunca pens¨¦ que fuera a conseguir jugar en la selecci¨®n de Estados Unidos. No, solo aspiraba a ver lo que he visto en los equipos nacionales durante las dos ¨²ltimas semanas. Quer¨ªa vivir la pureza del baloncesto, el sentimiento de formar parte de un equipo de jugadores preocupado no por los minutos y los tiros, sino por compartir y ganar.
Normalmente, cuando veo al equipo estadounidense en acci¨®n, acabo frustrado. Sus componentes parecen desagradecidos. No saben que han encontrado el cielo del baloncesto. Algo ha sido diferente este a?o. O mejor dicho, alguien ha sido diferente. Ese alguien es Kevin Durant.
Una vez, durante una larga semana de entrenamientos con los San Antonio Spurs, estuve un rato con el asistente del m¨¢nager general del equipo. Hablamos sobre la importancia del car¨¢cter individual en un equipo de baloncesto. ?l dijo que los Spurs eran afortunados porque su mejor jugador, Tim Duncan, era tambi¨¦n el mejor tipo y que, m¨¢s que ninguna otra, esa era la clave de los ¨¦xitos de los Spurs.
En 2010, Kevin Durant ha sido el mejor jugador del equipo estadounidense, y el mejor tipo. Y pienso, como probablemente lo har¨ªa mi amigo de los Spurs, que esa ha sido la clave del ¨¦xito americano. No me importa mucho el ¨¦xito del equipo de Estados Unidos. Me preocupa m¨¢s c¨®mo se ha comportado. Y la manera en que ha actuado Durant en el Campeonato del Mundo, con clase, humildad y un poco de gracia y elegancia, me ha devuelto la esperanza.
Hubo un tiempo en que fue dif¨ªcil ser del equipo estadounidense (por supuesto, ahora todav¨ªa es peor ser de Afganist¨¢n). No somos demasiado queridos por el resto del mundo. Esa antipat¨ªa est¨¢ a menudo justificada por una lista de razones que llenar¨ªan un peri¨®dico entero. Es igualmente un tiempo dif¨ªcil para apoyar al deporte americano. Nuestros atletas son propensos a un comportamiento arrogante y dif¨ªcil de justificar. Por eso ha sido tan reconfortante ver a Durant en acci¨®n durante el Campeonato del Mundo. Especialmente para m¨ª. Porque, incluso aunque nunca encontr¨¦ lo que estaba buscando en el baloncesto, es bonito ver que alguien lo ha hecho. Es incluso m¨¢s bonito cuando, para variar, puedo decir que ese alguien es un estadounidense.
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