Alto el juego
A los jefes de ETA lo que m¨¢s les gust¨® siempre del proceso de paz irland¨¦s es su larga duraci¨®n. Doce a?os transcurrieron entre la declaraci¨®n de Downing Street, en 1993, y la orden del IRA a sus miembros, en 2005, de "depositar las armas". La expectativa de m¨¢s de una d¨¦cada de negociaciones debe resultar estimulante para los dirigentes de un grupo armado al que casi todo el mundo pronostica poco futuro. Sobre todo, si se considera que el cese de las "acciones ofensivas" es compatible con la continuidad de la extorsi¨®n.
La declaraci¨®n de los encapuchados ha sido interpretada por Batasuna como un primer paso al que deber¨ªan seguir otros en aplicaci¨®n de la estrategia de si mueves, muevo: a la decisi¨®n del brazo armado de no realizar "acciones ofensivas" tendr¨ªa que seguir la disposici¨®n del Gobierno a autorizar la participaci¨®n electoral del brazo pol¨ªtico. Y luego, el resto de las "condiciones m¨ªnimas para el desarrollo del proceso democr¨¢tico", recogidas en el documento conjunto de EA y la izquierda abertzale difundido la v¨ªspera de la emisi¨®n del v¨ªdeo de ETA por la BBC.
Ser¨ªa l¨®gico que el acuerdo con el PNV incluyera un compromiso de mantener el consenso anti-ETA
Ese documento conjunto dice estar inspirado en los llamados Principios Mitchell, en referencia al senador norteamericano George Mitchell que presidi¨® la comisi¨®n internacional sobre el conflicto irland¨¦s. El paralelismo con el Pa¨ªs Vasco resulta algo forzado porque esos principios ten¨ªan que ver con la existencia en el Ulster de organizaciones terroristas en los dos bandos enfrentados. Se trataba de establecer las condiciones de participaci¨®n en el di¨¢logo acordado entre Londres y Dubl¨ªn de los partidos asociados a grupos paramilitares. El primer principio era el compromiso de utilizar solo medios pac¨ªficos, y el segundo, exigir a sus paramilitares un desarme verificado por una comisi¨®n independiente. El Sinn Fein se opon¨ªa a esto ¨²ltimo alegando que la m¨¢s eficaz entrega de las armas era el compromiso de no usarlas. Londres replicaba diciendo que una vez que los partidos hab¨ªan abandonado la justificaci¨®n de la violencia, no hab¨ªa ninguna necesidad de armas paramilitares.
El mimetismo irland¨¦s lleva a la izquierda abertzale (y EA) a emplear expresiones como "alto el fuego verificable"; pero, en el caso de Euskadi, para verificar que se mantiene el alto el fuego (incluyendo el cese de la extorsi¨®n) basta con leer los periodicos; la verificaci¨®n de Mitchell ten¨ªa que ver con la entrega de las armas, requisito que ETA, de acuerdo con su intenci¨®n de hacer durar la cosa, est¨¢ interesada en demorar todo lo posible.
Renunciar a la violencia significa renunciar a obtener ventajas pol¨ªticas de su cese (mediante la negociaci¨®n). Y a esto ni ETA ni Batasuna han renunciado. En un comunicado conjunto de EA y la izquierda abertzale difundido hace 12 d¨ªas se aclaraba que sus condiciones m¨ªnimas para un proceso de negociaci¨®n basadas en los principios Mitchel, conocidas la v¨ªspera, eran un desarrollo de su acuerdo para "conseguir un Estado vasco independiente mediante la acumulaci¨®n de fuerzas".
El PNV ha venido desmarc¨¢ndose de esos planteamientos, pero ha creado alguna inquietud su anuncio de que "tomar¨¢ alguna iniciativa" propia ante el alto el fuego. Sin duda, para no quedarse al margen, aislado entre el polo soberanista y los partidos constitucionalistas. Es posible que ese anuncio sea el resultado del dif¨ªcil equilibrio interno entre las posiciones de Urkullu y Egibar; pero un desmarque del PNV ahora (rompiendo el consenso en la respuesta al anuncio de los encapuchados) ser¨ªa un refuerzo evidente para las pretensiones de estos ¨²ltimos, que suelen medir el ¨¦xito de sus iniciativas por los movimientos que provocan en el nacionalismo mayoritario.
Esto ocurre cuando el Gobierno de Zapatero negocia el apoyo del PNV a sus Presupuestos. Si se admite que es leg¨ªtimo exigir competencias a cambio de ese apoyo, ser¨ªa l¨®gico que Zapatero reclamara a su vez , como parte del acuerdo, lealtad del PNV a la pol¨ªtica antiterrorista de los Gobiernos espa?ol y vasco: especialmente, el rechazo a cualquier planteamiento que implique una negociaci¨®n pol¨ªtica como condici¨®n para la retirada de ETA.
Retirada de ETA significa su desaparici¨®n, sin que quepa esquivar ese destino jugando con las palabras: "No quiero o¨ªr nada acerca de un alto el fuego de seis meses o de seis a?os: nada de temporal, indefinido o condicional; nada de [violencia] defensiva o en venganza contra alguien; solo que se ha acabado. Y punto. Si no, me retiro (...) y ellos, el IRA, se pueden volver a otros 25 a?os de asesinar y de ser asesinados. [Pero] ?para qu¨¦? Porque despu¨¦s de esos 25 a?os volver¨¢n justo donde est¨¢n ahora, sin nada en absoluto excepto m¨¢s miles de personas muertas". (Palabras del primer ministro de la Rep¨²blica de Irlanda, Albert Reynolds, recogidas en un libro sobre los inicios del proceso de paz por su jefe de prensa, Se¨¢n Duignan, y citadas por Rogelio Alonso en Irlanda del Norte. Una historia de guerra y la b¨²squeda de la paz. Madrid. 2001).
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