Viva Am¨¦rica
Un diputado catal¨¢n, y catalanista, de CiU, el que dijo el otro d¨ªa que el president Montilla hubiera sido bueno para Franco, dijo tambi¨¦n que Espa?a se parece cada vez m¨¢s a las rep¨²blicas latinoamericanas. ?En qu¨¦? En que son rep¨²blicas bananeras.
Qu¨¦ sabr¨¢ ¨¦l. Hay tantas cosas en las que Espa?a deber¨ªa parecerse a Am¨¦rica, y en tantas se parece, a decir verdad, que reducir a la comparaci¨®n pol¨ªtica esa semejanza es propio de un desprecio que no se merecen ni Espa?a ni Am¨¦rica, por mucho que ese desprecio nazca del t¨®pico al que se suben los que practican el desconocimiento para basar sus opiniones.
Espa?a es el espejo enterrado de Am¨¦rica, que dir¨ªa Carlos Fuentes. Un enorme c¨²mulo de hechos, hist¨®ricos, culturales, pol¨ªticos, econ¨®micos, humanos, nos juntan de tal manera que ahora imaginar Am¨¦rica es imaginar Espa?a. Otra vez. Siempre. Como se dice en la plaza de Tlatelolco, de aquella dif¨ªcil relaci¨®n naci¨® la Am¨¦rica de hoy, y la Espa?a de hoy no ser¨ªa nada si no fuera ese espejo. Han pasado los siglos y han pasado las circunstancias; all¨ª no somos ajenos y ojal¨¢ aqu¨ª no sean tampoco ajenos los latinoamericanos.
La comparaci¨®n de un diputado de CiU expresa un desprecio que no se merecen ni Espa?a ni Am¨¦rica
Este pa¨ªs, miembro de la Uni¨®n Europea, ha puesto fronteras a latinoamericanos que tendr¨ªan que entrar y salir aqu¨ª como por su casa, porque esta es su casa, y aquella es la casa de los que vamos. La pelea de los visados es una de las lacras de esa relaci¨®n, que Espa?a no ha sabido romper. Pero ese no es sino un da?o colateral, e incluso circunstancial, que acaso la sabidur¨ªa del tiempo ayude a curar. Am¨¦rica y Espa?a tienen otra relaci¨®n que circula por r¨ªos m¨¢s profundos y que tienen en la literatura o en el arte o en la historia su frecuencia sentimental m¨¢s exacta.
Los que reducen Am¨¦rica a esa invocaci¨®n de la banana como fruto que les resulta c¨®modo para las comparaciones simulan ignorar todo esto.
Se suele decir que los nacionalismos se curan viajando, y en este nacionalismo de parroquia que expres¨® en su juicio temerario el parlamentario catal¨¢n se encierra el m¨¢s viciado y habitual de los t¨®picos acerca de la naturaleza de Am¨¦rica.
La enfermedad que genera ese estrabismo se curar¨ªa viajando, s¨ª, e incluso sin viajar. Basta con ir a las bibliotecas a buscar los libros de los grandes poetas mexicanos, los tratados de los buenos gram¨¢ticos colombianos o chilenos, las novelas de los buenos narradores del Cono Sur o de Am¨¦rica entera... De esa caterva de conocimientos se puede deducir una historia repleta de creaciones ilustres que han mejorado la lengua com¨²n y la ha puesto a la altura m¨¢s creativa de las lenguas del mundo.
Am¨¦rica es Espa?a y viceversa, Espa?a es iberoamericana; y cada d¨ªa esa ecuaci¨®n est¨¢ m¨¢s basada en la igualdad, en una identidad de historias y de objetivos que ojal¨¢ fuera m¨¢s fruct¨ªfera, m¨¢s honda y m¨¢s seria. Es muy com¨²n que, en aras del lugar com¨²n, la gente tome a Am¨¦rica en vano. En este caso, lo que quer¨ªa decir aquel diputado catal¨¢n (que se apellida Tremosa) es que somos tan bananeros como los latinoamericanos.
?Tan bananeros, m¨¢s bananeros, igual de bananeros? Tan bananeros. Claro, no se tientan la ropa a la hora de hacer declaraciones porque el periodismo tiene enchufado un autom¨¢tico que recoge ese t¨®pico, lo deglute, lo mete en el t¨²rmix de lo urgente y en el subconsciente colectivo sigue prosperando la antigua idea de que Am¨¦rica es as¨ª: bananera. Impuntual, resacosa, pol¨ªticamente inmadura, poco fiable. Un lugar que resiste todas las comparaciones, y nosotros tan campantes. Espa?a se acerca a Am¨¦rica, pero por lo peor. Eso dicen. Y lo o¨ªmos como quien oye llover en Macondo.
Se puede ir a las bibliotecas, o a las librer¨ªas. Pero tambi¨¦n vendr¨ªa bien viajar, claro. Adem¨¢s, no hay visas. Y no es preciso hacer todo el trayecto. Se puede ir poco a poco; Am¨¦rica no se descubre en un d¨ªa, del mismo modo que no puede reducirse a un t¨®pico. Hay gente que cree que puede hacer un recado en Venezuela mientras viaja hacia M¨¦xico, y hay personas que consideran que Argentina est¨¢ cerca de Cuba, y se puede ir en un salto de una cultura a otra, de una banana a la banana siguiente. Pues no. Am¨¦rica es muy grande, y muy diversa, en geograf¨ªa, en culturas.
Si viajaran quienes tienen el t¨®pico siempre a punto de disparo se encontrar¨ªan en esos pa¨ªses con sorpresas extraordinarias. Los que creen que Am¨¦rica es Ch¨¢vez, Morales, Castro, Kirchner, Uribe, Calder¨®n, Lugo, etc¨¦tera, y se dejan llevar por la tentaci¨®n malsana de tomar la parte por el todo, hallar¨ªan all¨ª, en los pa¨ªses que ellos reducen tan solo a la sombra pol¨ªtica, museos extraordinarios, e incluso extravagantes, teatros que se llenan siempre, librer¨ªas que son una joya para el esp¨ªritu y una referencia para el mundo, bibliotecas inveros¨ªmiles en lugares que antes eran lumpen puro, festivales del libro en el que miles de lectores silenciosos escuchan a los poetas, esta vez s¨ª, como quien oye llover en Macondo.
Dec¨ªa Victoriano Cr¨¦mer: "Dios qu¨¦ vida, da rabia beber sin alegr¨ªa". A Am¨¦rica aqu¨ª se la festeja hasta que se la fustiga. Y da rabia beber de esa copa con que brindan por Am¨¦rica los que no la conocen o no la quieren conocer. Los que, para compararla, resbalan en la banana y en el estruendo se llevan por delante un territorio lleno de diversidad y, por tanto, de poes¨ªa.
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