Una infamia

En su carta al director el se?or J. A. Fern¨¢ndez Ar¨¦valo deduce que de haberme encontrado en las v¨ªsperas de la Guerra Civil espa?ola, yo "dudar¨ªa si apoyar al Gobierno leg¨ªtimo de la II Rep¨²blica o al movimiento militar golpista". Se?or Fern¨¢ndez Ar¨¦valo, despu¨¦s de m¨¢s de 25 a?os dejando constancia por escrito de mis convicciones pol¨ªticas no considero necesario repetir cu¨¢l es mi elecci¨®n entre la democracia y el fascismo. He dedicado una parte muy grande de mi trabajo como escritor a la reivindicaci¨®n del legado de la II Rep¨²blica espa?ola y del exilio, y lo he hecho en ¨¦pocas en que el tema no estaba precisamente de moda, incluso en los a?os ochenta, cuando escribir sobre ellos equival¨ªa muchas veces a quedar como un antiguo. En 1996, mi discurso de ingreso en la Academia lo dediqu¨¦ ¨ªntegramente a la rescatar la figura y la obra de Max Aub, escritor republicano y socialista. Yo no me quedo "en la superficie del enfrentamiento b¨¦lico": lo he estudiado y lo estudio con ah¨ªnco, porque creo que una verdadera memoria democr¨¢tica -hecha de historia, no de propaganda- est¨¢ en el cimiento de la concordia civil. Lo que s¨¦ de ese tiempo lo he aprendido de los historiadores y de los testigos de entonces: de Max Aub, de Barea, de Chaves Nogales, de Indalecio Prieto, de Juli¨¢n Zugazagoitia, de Manuel Aza?a, de Jos¨¦ Moreno Villa. Ninguno de ellos tuvo la menor duda sobre la diferencia entre la legalidad republicana y el golpe militar; ninguno cerr¨® tampoco los ojos ante los cr¨ªmenes y los errores que se cometieron en el bando leal. Decir que yo soy partidario de la equidistancia entre Franco y Aza?a es algo m¨¢s que una mentira: es una infamia.