Debilidades estrat¨¦gicas
Es un lugar com¨²n anotar, y acto seguido lamentar, el oc¨¦ano que media entre el poder econ¨®mico y pol¨ªtico de la UE en el mundo. Con 500 millones de habitantes y un 22% del producto bruto mundial, cabe esperar que a uno le hagan algo de caso. Sin embargo, la autoestima de Europa est¨¢ por los suelos desde que Obama excusara su presencia durante la presidencia espa?ola de la UE alegando que una visita al a?o al viejo continente era m¨¢s que suficiente. Con Rusia y China las cosas no van mejor, ya que tanto Mosc¨² como Pek¨ªn hace tiempo que encontraron la manera de tratar directamente con las capitales europeas y ningunear a Bruselas. Y en la ONU, la UE no solo ha fracasado all¨¢ donde se sent¨ªa m¨¢s orgullosa y capaz (l¨¦ase, negociaciones sobre cambio clim¨¢tico), sino que cada vez son menos los pa¨ªses que votan con los europeos cuando all¨ª se habla de democracia y derechos humanos.
La UE comienza a definir sus prioridades en pol¨ªtica exterior
Con todo, llevarse regular con las grandes potencias tiene alguna justificaci¨®n. Para comenzar, la UE ni siquiera es un Estado por lo que pretender jugar en la liga de las grandes potencias no es un objetivo realista. Adem¨¢s, Washington, Pek¨ªn, Mosc¨² y Nueva Delhi son huesos dif¨ªciles de roer: EE UU es una hiperpotencia (demasiado grande), Rusia una superpotencia en declive (demasiado nerviosa), China una superpotencia en pr¨¢cticas (demasiado prudente) e India solo un actor regional (demasiado introvertida). Menos justificaci¨®n tiene, por el contrario, que la UE no sea capaz de concertarse con otros pa¨ªses emergentes con modelos pol¨ªticos y econ¨®micos m¨¢s afines: Brasil, Turqu¨ªa, Sud¨¢frica, cada una con sus salvedades (la Europa sarko-berlusconiana, como vemos estos d¨ªas, tambi¨¦n las tiene), son democracias, a la vez que econom¨ªas de mercado. Y, sin embargo, cuando se trata de hablar con Brasilia, Ankara o Pretoria, la UE aparece como un actor torpe y sin capacidad de atracci¨®n que despierta m¨¢s recelo que curiosidad. De hecho, ver a Lula, Erdogan y Zuma hacer sus primeros pinitos en el ninguneo a Bruselas ha sido, en muchas capitales europeas, la gota que ha colmado el vaso de la (im)paciencia estrat¨¦gica.
As¨ª las cosas, los l¨ªderes europeos parecen haberse puesto manos a la obra ya que, a iniciativa del nuevo presidente permanente del Consejo, el belga Van Rompuy, se han reunido por primera vez para hablar de las relaciones exteriores de la UE desde una perspectiva "estrat¨¦gica", es decir, con la intenci¨®n de identificar problemas, definir prioridades y discutir con qu¨¦ pa¨ªses puede contar la UE en este mundo multipolar. As¨ª que, frente a la tradici¨®n dominante en los Consejos Europeos, consistente en alumbrar una letan¨ªa de insulsas conclusiones, parece que por fin tenemos una cumbre dedicada a temas sustantivos. Es una buena noticia, ya que coincide con el inicio del despliegue del servicio de acci¨®n exterior europeo puesto en marcha por Catherine Ashton, que acaba de designar a sus primeros 27 embajadores. Incluso el Parlamento Europeo se est¨¢ animando y quiere imitar al Senado de EE UU en obligarles a pasar por la Comisi¨®n de Relaciones Exteriores para explicar cu¨¢les ser¨¢n sus prioridades.
Esto es fant¨¢stico, pero conviene ser prudentes. Cerrar esa brecha entre el poder econ¨®mico y el pol¨ªtico no es f¨¢cil, especialmente en un sistema donde el poder se encuentra fragmentado en numerosas instituciones y niveles. De hecho, observando el dise?o de la pol¨ªtica exterior europea, uno se pregunta si en los 2.500 a?os transcurridos desde que cada una de las 10 tribus atenienses elegiera a un estratega que se integraba en un colegio presidido por un arconte, realmente hemos hecho tantos progresos. Por eso, con bastante mala idea, algunos aconsejan a los europeos que dejen de preocuparse ya que, de seguir la econom¨ªa tan estancada y su demograf¨ªa tan en declive, pronto habremos resuelto el problema, aunque en sentido inverso: es decir, de seguir as¨ª, en unas dos d¨¦cadas, nuestra econom¨ªa y nuestra poblaci¨®n habr¨¢n bajado a la altura de nuestro poder pol¨ªtico en el mundo con lo que ya no habr¨¢ razones para lamentar la disparidad. Ah¨ª reside la paradoja relativa a este Consejo Europeo extraordinario: que justo cuando comenzamos a pensar en c¨®mo actuar de forma coordinada en pol¨ªtica exterior, la relevancia de Europa en el mundo se juega mucho m¨¢s en el ¨¢mbito interior, esto es, en su capacidad de evitar el estancamiento econ¨®mico, el declive demogr¨¢fico, el retroceso social y el auge de la xenofobia.
jitorreblanca@ecfr.eu
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