Un retorno disfrazado de cambio

Alguna explicaci¨®n mercadot¨¦cnica habr¨¢ para que CiU se haya lanzado a la campa?a electoral con el lema del cambio por delante. Cambio. En pura l¨®gica, sin embargo, un eventual Gobierno catal¨¢n presidido a partir de 2011 por Artur Mas, el ¨²ltimo conseller en cap en la etapa de Jordi Pujol, en 2003, hace solo siete a?os, no ser¨ªa principalmente un cambio, sino m¨¢s bien un retorno. Y no solo un regreso a palacio del personal pol¨ªtico que lo se?ore¨® durante d¨¦cadas hasta considerarlo su casa, Marta Ferrussola dixit, sino tambi¨¦n el retorno estrictamente continuista de una f¨®rmula harto conocida y de un programa en el que si hay variaciones ser¨¢n para acentuar el neoliberalismo del que hace gala el candidato.

El concierto econ¨®mico es la nueva zanahoria tras la que Artur Mas propone que ahora corra Catalu?a

Quiz¨¢ la idea de cambio tendr¨ªa sentido en boca de CiU si ofreciera ahora algo distinto a lo que el centroderecha nacionalista aplic¨® durante sus 23 a?os de gobierno en la Generalitat. Pero no es el caso. En cuanto a la f¨®rmula de gobierno, aspira a repetir, seg¨²n lo expresado hasta ahora, alguna de las dos que practic¨® en el pasado. Es decir, o esa improbable mayor¨ªa absoluta parlamentaria que constituye el sue?o dorado de cualquier partido, pero que resulta tan dif¨ªcil de conseguir, o ese Gobierno en minor¨ªa con la estabilidad garantizada por el intercambio en el Parlament y las Cortes de apoyos mutuos entre CiU y el Gobierno de turno en La Moncloa, sea socialista o conservador. La f¨®rmula de la que tanto rendimiento extrajo Pujol en los tiempos de Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.

El programa ser¨ªa probablemente distinto al d¨¦j¨¤ vu que se ofrece si CiU apuntara por lo menos indicios de que el flirteo con el independentismo ha sido algo m¨¢s que una licencia t¨¢ctica para desestabilizar a Esquerra Republicana. Si el flirteo hubiera prosperado, entonces s¨ª, entonces habr¨ªa cambio de programa. Pero CiU no es como ERC. Sabe distinguir entre lo que puede permitirse cuando est¨¢ en la oposici¨®n y lo que el electorado de centroderecha espera de ella como fuerza de gobierno. Los gui?os independentistas le han servido para conseguir un objetivo t¨¢ctico correspondiente a su etapa de oposici¨®n: caldear la atm¨®sfera para que las sucesivas escisiones de ERC trocearan el espacio electoral que Josep Llu¨ªs Carod y Aznar galvanizaron cada uno a su manera en 2003. Ha bastado que se oliera el ambiente electoral para que Artur Mas metiera r¨¢pidamente en el armario la reclamaci¨®n de la independencia y la sustituyera por la de un concierto econ¨®mico para Catalu?a, a la manera de Navarra y Euskadi. El concierto econ¨®mico es la nueva zanahoria tras la que Mas propone que corra Catalu?a.

Si alguna posibilidad hay de que CiU aporte algo que no sea mero continuismo procede, justamente, de que las matem¨¢ticas poselectorales se lo impidan. Un cierto cambio respecto al paradigma del nacionalismo pujolista se producir¨ªa si Artur Mas se viera obligado a formar un Gobierno de CiU con el PP y a nombrar consellera en cap o vicepresidenta a Alicia S¨¢nchez-Camacho. O, qui¨¦n sabe, a Celestino Corbacho si la estabilidad parlamentaria dependiera de un acuerdo con los socialistas, visto que tal eventualidad no provoca al todav¨ªa ministro de Trabajo el taxativo rechazo tantas veces proclamado por el presidente Jos¨¦ Montilla.