'Molt poc honorable'
Hace tiempo que a los valencianos no nos van bien las cosas. No es extra?o, porque el Consell del PP est¨¢ m¨¢s preocupado por solucionar sus causas judiciales que en defender nuestros intereses. Sea cual sea nuestro color pol¨ªtico, esta situaci¨®n es mala para todos porque, entre otras razones, influye negativamente en los resultados de nuestra econom¨ªa. La tasa de paro es hoy del 23,83%, casi cuatro puntos porcentuales superior a la espa?ola. En 2009, nuestra renta per c¨¢pita se ha desplomado hasta el 89,47% de la media nacional. En educaci¨®n, exhibimos uno de los peores fracasos escolares de la OCDE. En Alicante, por ejemplo, ya han salido las primeras promociones de alumnos que nunca han pisado un colegio de verdad: han recibido toda su ense?anza en barracones. Reparar el destrozo producido por el conseller Font de Mora en nuestro sistema educativo nos llevar¨¢ toda una generaci¨®n. Tenemos servicios sanitarios deficientes que, comparados con los de otras comunidades aut¨®nomas, ocupan el ¨²ltimo puesto en la clasificaci¨®n que elabora la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad P¨²blica.
El legado de Camps: paro, deuda, menos renta, peor escuela y sanidad, corrupci¨®n, descalabro moral
Este panorama es poco honorable, como tambi¨¦n lo es que, mientras tenemos que hacer frente a la deuda auton¨®mica m¨¢s elevada de Espa?a (16% del PIB) y a las facturas milmillonarias de proyectos calamitosos como Terra-M¨ªtica, el Consell se dedique a gastar con p¨®lvora de rey y que, adem¨¢s, muchas empresas tengan serias dificultades en cobrar sus facturas de la administraci¨®n auton¨®mica. El Consell est¨¢ en su derecho a endeudarse, pero siempre que deje a nuestros hijos y nietos una mayor dotaci¨®n de capital p¨²blico con la que crecer y poder devolver la deuda. Por eso, nos produce una tristeza infinita ver c¨®mo el gasto del Consell, en lugar de ser destinado a inversiones prioritarias dirigidas a proteger a nuestra gente, lo despilfarra enterr¨¢ndolo literalmente en negocios ruinosos que pagamos entre todos. En cambio, tenemos que poner a disposici¨®n de los valencianos los medios que necesiten para que lleven un tipo de vida que valga la pena ser vivida. Esto significa invertir m¨¢s y mejor en educaci¨®n, en universidades e investigaci¨®n de vanguardia, en formaci¨®n profesional, y en sanidad e infraestructuras. Inhibirse, como hace el Consell, constituye un obst¨¢culo directo para que podamos decidir libre y responsablemente sobre la construcci¨®n de nuestras vidas, y contribuye a que nos desentendamos de la vida pol¨ªtica.
Esta es la lamentable herencia de "bienestar" material que nos deja el Partido Popular en la Comunidad Valenciana, y en otras comunidades aut¨®nomas. Aunque el deterioro econ¨®mico sea grave, a¨²n nos hace m¨¢s da?o recibir del Consell un legado moral poco honorable: un president bajo sospecha y toda una trama de corrupci¨®n que salpica incluso a otras partes de Espa?a, sin que por ello Mariano Rajoy mueva un dedo. No entro en el plano jur¨ªdico, ya dictar¨¢n los jueces sentencia con arreglo a derecho. Pero, me parece reprobable la actitud del president Camps en el ¨¢mbito pol¨ªtico, entendido ¨¦ste como la construcci¨®n de un mundo moral fundado en el derecho. Es profundo el da?o causado en el espacio p¨²blico y social sobre el que se asienta el juego pol¨ªtico, porque transforma la pol¨ªtica en mero espect¨¢culo y trivialidad, y niega a los adversarios pol¨ªticos sus m¨¢s elementales derechos.
Adem¨¢s, la negligencia de Mariano Rajoy otorga patente de corso a Camps, genera en el ciudadano desafecci¨®n hacia la pol¨ªtica, y le coloca en la mism¨ªsima frontera de una situaci¨®n predemocr¨¢tica. Si los valencianos queremos hacer frente a esto y defender nuestros derechos civiles, tendremos que recurrir al activismo pol¨ªtico. La sospecha de que el PP de Mariano Rajoy y de Camps se financia con la caja B debe esclarecerse. De confirmarse, ello impedir¨ªa a la oposici¨®n competir en igualdad de condiciones en las elecciones auton¨®micas. Adem¨¢s, no se puede amordazar a la oposici¨®n controlando f¨¦rreamente los medios de comunicaci¨®n, puesto que tenemos derecho a una informaci¨®n veraz, sobre todo, cuando se trata de la televisi¨®n p¨²blica.
Los valencianos hemos visto al president, junto con Rajoy y la plana mayor del PP, darse golpes de pecho ante el ap¨®stol Santiago y ser hisopados por las autoridades eclesi¨¢sticas. Tambi¨¦n le vemos arrodillarse a menudo, incluso ante el propio Papa, en lo que es una actitud digna en un hombre de fe. Sin embargo, como representados suyos, le exigimos que, previamente, practique las genuflexiones a las que le obliga la pol¨ªtica, no olvide que "la verdadera pol¨ªtica no puede dar un paso sin haber antes rendido pleites¨ªa a la moral (entendida como la construcci¨®n de un orden de derecho), pues toda pol¨ªtica debe doblar su rodilla ante el derecho" (Kant). Por eso, est¨¢ obligado a recibir con humildad las sentencias del Constitucional y otras que puedan llegarle en el futuro.
Nuestro president, como muchos cargos p¨²blicos del PP, est¨¢ bajo sospecha. Ni juega limpio, ni respeta las reglas de la transparencia democr¨¢tica socavando, de este modo, los cimientos de nuestra convivencia. Los valencianos somos gente honrada que no se merece tanta ignominia. Por eso, en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas muchos votaremos a aquel candidato que, adem¨¢s de president, sea Molt Honorable.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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