El Gran Israel contra Israel
No hay forma de congeniar esos dos conceptos antit¨¦ticos. El Estado de derecho democr¨¢tico reconocido internacionalmente que es Israel, en el que todos los ciudadanos deben gozar de id¨¦nticos derechos, ha venido pugnando desde su nacimiento con el Estado de derecho divino establecido exclusivamente para los jud¨ªos entre el r¨ªo Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo. Una parte de Israel, la m¨¢s nacionalista y extremista, considera insatisfactorias las fronteras que reconoci¨® Naciones Unidas en el momento de la creaci¨®n del Estado en 1947 y por eso apoya la persistente colonizaci¨®n del territorio palestino de Cisjordania y Jerusal¨¦n oriental, iniciada en 1967 tras la Guerra de los Seis D¨ªas, que ha instalado a 500.000 colonos en territorio conquistado, en flagrante transgresi¨®n del derecho internacional.
Netanyahu quiere hacer compatibles dos conceptos irreconciliables: el Estado c¨ªvico y el sue?o b¨ªblico
La colonizaci¨®n de Cisjordania, apoyada por todos los gobiernos, financiada con presupuestos p¨²blicos y ayudas privadas internacionales, incluidos fondos norteamericanos exentos de impuestos, empez¨® como una actividad provisional, vinculada a la seguridad militar; pero pronto vir¨® hacia una colonizaci¨®n pura y dura, en nombre de los derechos milenarios sobre las tierras b¨ªblicas de Judea y Samaria. Las colonias y sus glacis territoriales, junto a las carreteras reservadas para sus habitantes, el muro de seguridad que las rodea y los controles de seguridad han convertido Cisjordania en un territorio dif¨ªcilmente sostenible, en el que se hace evidente que cada nuevo avance en la colonizaci¨®n aleja materialmente la viabilidad geogr¨¢fica del Estado palestino.
Netanyahu se ha mostrado p¨²blicamente a favor de la creaci¨®n de tal Estado, pero nada garantiza su sinceridad, al contrario. Si atendemos a lo que piensan su padre, el reconocido historiador de la Inquisici¨®n espa?ola Benzion Netanyahu; su partido Likud y su Gobierno de coalici¨®n, todo es una maniobra de diversi¨®n. Su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, acaba de declarar que la paz es inalcanzable para esta generaci¨®n y ha propuesto un canje de territorios y de poblaci¨®n, lo m¨¢s parecido a la limpieza ¨¦tnica practicada en los Balcanes. Netanyahu quisiera la f¨®rmula imposible: es decir, que la comunidad internacional y sobre todo los pa¨ªses ¨¢rabes reconozcan a un Israel asentado sobre su territorio b¨ªblico con capital en Jerusal¨¦n, y que los palestinos se apa?en y acomoden a unas franjas m¨¢s o menos interconectadas donde administren su vida cotidiana sin nada parecido a la dignidad de contar con la plena soberan¨ªa nacional.
Esto no suceder¨¢. Antes de que suceda, incluso, los palestinos renunciar¨¢n a un Estado propio y optar¨¢n por exigir la integraci¨®n de Cisjordania a Israel, acompa?ada, claro est¨¢, del reconocimiento de todos los derechos ciudadanos para sus habitantes. De ah¨ª que el punto muerto actual, con las conversaciones directas en el alero, sea quiz¨¢s el momento decisivo. Netanyahu no quiere decretar la congelaci¨®n total y permanente de la construcci¨®n en los asentamientos, algo exigido y aceptado por Israel en 2003 con la Hoja de Ruta fabricada bajo auspicios de George W. Bush. Y Mahmud Abbas se niega a negociar las fronteras mientras la otra parte siga avanzado y dictando las fronteras antes de negociarlas. Las negociaciones, a su vez, no pueden avanzar si nadie cede. Y nadie va a ceder. Aunque nadie quiere tampoco aparecer como responsable del fracaso de las negociaciones. El juego est¨¢ en cargar el muerto sobre el adversario e intentar hacerle pagar un precio bien alto por la ruptura.
Hay una soluci¨®n virtual: una negociaci¨®n r¨¢pida y definitiva de fronteras que permita a los israel¨ªes seguir construyendo pero ya s¨®lo en las colonias que se incorporar¨¢n a su territorio. O una inmediata crisis de Gobierno que desalojara al extremista Lieberman e incorporara a la centrista Kadima con Tzipi Livni a un Gobierno preparado para hacer la paz. Netanyahu podr¨ªa presidirlo. La experiencia demuestra que son los duros quienes tienen finalmente m¨¢rgenes para hacer concesiones y aguantar los ataques y cr¨ªticas de los m¨¢s radicales de su bando.
El actual punto muerto, con la moratoria de los asentamientos liquidada y los colonos en plena exhibici¨®n de su voluntad constructora, termina el pr¨®ximo lunes, en El Cairo, donde el presidente Abbas pedir¨¢ el apoyo de los 22 Estados de la Liga Arabe, comprometidos a reconocer a Israel a cambio del regreso a las fronteras de 1967. Entonces sabremos si hay futuro para las actuales negociaciones patrocinadas por Obama. Si no lo hay, se abrir¨¢ inmediatamente otra pugna y no ser¨¢ entre Israel y el Gran Israel, sino entre un Gran Israel jud¨ªo sin derechos para los palestinos o un Estado binacional en el que todos gocen de los mismos derechos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.