Sexo, probetas y sotanas
La ciencia ha sido siempre una china en el zapato vaticano. La fe religiosa y la aclamada infalibilidad del obispo de Roma est¨¢n en contradicci¨®n con la verdad demostrable. Los cient¨ªficos son unos se?ores arrogantes que se empe?an en demostrar que la Tierra es redonda o que el para¨ªso terrenal de Ad¨¢n y Eva es solo una met¨¢fora del origen evolutivo de nuestra especie. En una cosa coinciden la ciencia y el Vaticano. Comparten un rasgo esencial: ambos son capaces de sorprendernos muy a menudo. La ciencia, con nuevos hallazgos; la Santa Sede y sus doctos pr¨ªncipes, con su visi¨®n extempor¨¢nea del mundo que vivimos. Porque no era esperable que los cruzados del derecho a la vida arremetieran como han hecho contra la concesi¨®n del Nobel de Medicina a Robert Edwards, el padre de la fecundaci¨®n in vitro, una t¨¦cnica mediante la cual han nacido felizmente en el mundo cuatro millones de personas desde el a?o 1978. La raz¨®n del rechazo: que la t¨¦cnica requiere congelar embriones que, en gran parte, ser¨¢n abandonados tras el tratamiento.
Contentar a los vigilantes de la fe no es sencillo. Porque tampoco acepta el Vaticano el uso de c¨¦lulas madre de esos embriones desechados para tratamientos terap¨¦uticos que pueden salvar muchas vidas o, al menos, mejorar las de muchos pacientes. Los Gobiernos ya est¨¢n por la labor, y apoyan estas investigaciones, y los cient¨ªficos, como Robert Edwards, han deso¨ªdo sus protestas y le han hecho a Roma el mismo caso (o sea, ninguno) que esos cientos de miles de parejas cat¨®licas que no han dudado en someterse a una reproducci¨®n asistida para ser padres.
Sorprende tambi¨¦n que el Vaticano se emplee contra una t¨¦cnica tan as¨¦ptica que no requiere contacto carnal entre hombre y mujer para procrear. Sabido es que el sexo es asunto que obsesiona a los purpurados. Ya lo dijo el obispo d¨ªscolo franc¨¦s Jacques Gaillot: "El Vaticano tiene que salir de la cama de la gente". No se refer¨ªa a los esc¨¢ndalos de pederastia, entonces ocultos en los archivos eclesi¨¢sticos, sino a un punto de vista que, como tantos otros, est¨¢n convirtiendo los dictados vaticanos en la mejor materia prima de una insustancial charla de caf¨¦.
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