La princesa y el lobo feroz
Hay que ver la tele. Y yo creo que hay que verla muy atentamente, porque en ese mundo virtual y paralelo est¨¢n pasando cosas muy curiosas.
La pen¨²ltima semana de septiembre, al tiempo que se realizaba una contradictoria convocatoria a la huelga general -la derecha, la verdad, no sab¨ªa qu¨¦ elegir, si el desgaste del presidente o el poder¨ªo de los sindicatos- y una no menos contradictoria cobertura de las primarias del PSOE, que parecen haber funcionado como una formidable campa?a de los dos candidatos madrile?os -qui¨¦n no conoce ya a Tom¨¢s G¨®mez- asistimos al inicio de un experimento pol¨ªtico: el lanzamiento de Bel¨¦n Esteban, la princesa del pueblo, a la arena pol¨ªtica.
Parece de ciencia-ficci¨®n, pero no es as¨ª. El martes 21 se estren¨® en la Gran V¨ªa madrile?a, y en olor de multitud, y el jueves siguiente en la pantalla peque?a, el documental titulado con el sobrenombre que hac¨ªa meses que su cadena ven¨ªa d¨¢ndole a Bel¨¦n: La princesa del pueblo. En ¨¦l se contaba la vida de esta chica de origen humilde que se fue convirtiendo en una estrella medi¨¢tica a partir de su ruptura con Jesul¨ªn de Ubrique, un torero con carisma popular, del que tiene una ni?a.
Otra prueba del gran poder de la tele: la identificaci¨®n de mucha gente con Bel¨¦n Esteban
La espontaneidad de Bel¨¦n Esteban, su presencia insistente en los medios del coraz¨®n, hasta su pelea abnegada y furiosa por sacar adelante a su hija, incluso a costa de su salud, la han vuelto una especie de presencia entra?able y le han dotado de una enorme popularidad.
En el documental, fuertemente publicitado por la cadena, se incluye una encuesta, realizada al parecer por Sigma 2, que dice que el 8% de los encuestados votar¨ªa a Bel¨¦n Esteban si esta se presentara a las elecciones generales. Un porcentaje, que, insisten, la convertir¨ªa en la tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs.
Me imagino que esta idea, que me parece perversa, comenz¨® a fraguarse a ra¨ªz de un episodio particularmente desafortunado, que vali¨® a Bel¨¦n la solidaridad popular, y debo decir que yo misma estaba de su lado.
Hace unos meses, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid enviaba a la Fiscal¨ªa, de oficio, su petici¨®n de actuar contra Bel¨¦n Esteban en defensa de su hija, por la exposici¨®n p¨²blica de la vida privada de la ni?a, que la madre hac¨ªa de "plat¨® en plat¨®". Efectivamente, el n¨²cleo duro del discurso de Bel¨¦n est¨¢ en su lucha por su hija y contra el padre de esta, pero, como dice ella en su defensa, la instituci¨®n que la amenazaba con quitarle a la ni?a deber¨ªa ocuparse m¨¢s bien de los padres que no atienden suficientemente a sus hijos. Aduc¨ªa, adem¨¢s, que no ha "vendido" la imagen de su hija nunca, y que habla de s¨ª misma. El caso es que hubo firmas populares, m¨¢s de 50.000, pidiendo la dimisi¨®n del pol¨ªtico madrile?o y apoyando a la Esteban.
A los pocos d¨ªas, el Defensor del Menor del equipo de Esperanza Aguirre cesaba "a petici¨®n propia", despu¨¦s de que le hubieran afeado, desde muchas tribunas, el que hubiera hecho p¨²blica su actuaci¨®n ante la Fiscal¨ªa con una nota de prensa enviada a todos los medios, exponiendo a la ni?a tanto o m¨¢s que su madre.
Esa dimisi¨®n fue le¨ªda, naturalmente, como una victoria de Bel¨¦n, y como, creo yo, la toma del pulso a su popularidad y a la identificaci¨®n con esta chica que habla su lenguaje, pone voz y gestos al sentido com¨²n, y representa un sue?o: el de la superaci¨®n de unos condicionantes socioecon¨®micos, gracias a lo que se puede leer como una postura honesta y valiente.
Porque, entre todos los personajes fabricados por los plat¨®s, Bel¨¦n tiene algo. A lo mejor, esa suerte de descaro que le hace recurrir a latiguillos populares, o a popularizar otros; cierto patetismo en las duras, cierta ingenuidad en las maduras, y un fondo de buena persona. Y la sensaci¨®n de que es aut¨¦ntica y genuina. Por lo que sea, la gente se ha identificado con ella. Y parece que por m¨¢s de un cuarto de hora. De hecho, ya est¨¢ dando su nombre y su imagen a algunos productos. Antes, sartenes. Ahora, zapatos.
Sinceramente, no creo que la cosa se quede ah¨ª, porque esa chica es una mina. No es raro que, efectivamente, el lobo feroz medi¨¢tico plantee el bonito juego de hacerle un pulso al sistema democr¨¢tico.
En Francia hubo un humorista, en Italia una streeper, en fin. Ha habido candidatos fabricados, como cu?as para desprestigiar a la clase pol¨ªtica. Despu¨¦s han sido juguetes rotos.
Que se cuide la princesa, y que nos cuidemos nosotros, del lobo feroz. Porque no creo que haya quien pare una oportunidad de probar el formidable poder de la televisi¨®n. El espect¨¢culo est¨¢ servido, y eso es, al final, lo que importa.
Rosa Pereda es escritora y periodista.
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