El 'bloqueo' de las Gl¨°ries
Hay un hombre sentado en el banco, mirando crecer la hierba. A su alrededor, el desierto: ni voces, ni sombras, ni compa?¨ªa. Sin embargo, este personaje se encuentra -es una ma?anita soleada, ¨¦l est¨¢ jubilado- en una plaza de flamante centralidad, una plaza redonda y moderna. Que es nueva la plaza se nota porque alrededor, un tanto desperdigados, crecen bloques de pisos de lujo que anuncian piscina y otras comodidades, y tambi¨¦n oficinas de lustrosos muros pantalla, de esos que estaban de moda hace dos d¨¦cadas y que ahora mismo parecen obsoletos. Es verdad que la crisis lo ha dejado todo a medias y el aspecto general es un poco desdentado, porque faltan piezas que los cartelones mencionan ya sin ganas. Ahora bien, el desierto es porque no hay calle: est¨¢ la boca del metro y la calzada por donde circunvalan coches y autobuses, pero a la plaza le falta la consistencia urbana que le hubiera dado la continuidad de las fachadas. Es un espacio sin gracia, coronado por una escultura y con arbolitos reci¨¦n llegados: es la plaza de Europa, la joya del nuevo urbanismo desarrollista de L'Hospitalet.
Las plazas muy grandes y con intersticios muy abiertos pierden fuelle: se les escapa el aire. Y con ¨¦l, la vida, como si se desangrasen
Visto lo cual, demos un salto hasta llegar al corrimiento de tierras que ahora mismo es la plaza de las Gl¨°ries de Barcelona. Espanta pensar que la est¨¢n construyendo con el mismo patr¨®n: bloques sueltos que no son capaces de inventar una plaza ni de crear una secuencia urbana acogedora y le¨ªble. Hubo un momento en que el Ayuntamiento se enamor¨® de la construcci¨®n en bloques sueltos, los edificios singulares, a poder ser con firma internacional. Este sistema le permite al arquitecto mucha fantas¨ªa y encima deja espacios verdes residuales (se ve que los vecinos los agradecen, aunque despu¨¦s no se usen). Este estilo no es la tradici¨®n de Barcelona y tampoco es el m¨¢s celebrado por las corrientes actuales del urbanismo, que defienden la ciudad tradicional, recogida, continua, arm¨®nica y con los espacios verdes organizados en parques y plazas. En una palabra, la ciudad que estructura la vida. En la Barcelona que se est¨¢ construyendo prolifera el bloqueo: basta ver lo antip¨¢tica que es, yendo a pie, la Diagonal que va de Gl¨°ries al mar, hecha con el patr¨®n de la Diagonal-autopista de Pedralbes, con el pecado de estar en una zona mucho m¨¢s intensamente urbana. Los edificios sueltos no hacen ciudad: son para apantallar la circulaci¨®n en coche.
La plaza de las Gl¨°ries es un espacio desgraciado: un nudo viario muy complejo y para de contar. Darle alma ser¨¢ cosa de a?os, porque es un punto de fuga: el espacio es brutal de tan grande, las viviendas quedan muy lejos, los itinerarios pedestres se han acostumbrado a esquivar el centro. El nuevo proyecto incide en la penitencia. Le concede un edifico potente -el Centro de Dise?o-, pero lo sit¨²a entre bloques dispersos de oficinas, equipamientos, viviendas, un verde inmenso que no hace falta que sea tan grande y la presencia no demasiado lejana de la torre Agbar, que es el s¨ªmbolo, ?estupendo!, de un urbanismo que ya nadie defiende. Y todav¨ªa falta definir los ubicuos Encants, que cada tanto cambian de sitio y de esp¨ªritu, cuando un comercio de este tipo no necesita una instalaci¨®n de lujo, sino digna. Del Bosquet dels Encants mejor no hablar porque no queda ni la sombra: ya lo han arrasado.
?Qu¨¦ es lo que dar¨¢ unidad a todo esto? Las plazas muy grandes y con intersticios muy abiertos pierden fuelle: se les escapa el aire. Y con el aire, se escapa la vida, como si se desangrasen. Para m¨¢s pega, la cercan¨ªa del centro comercial ya vigente se lo va a poner fatal a la futura tienda de barrio. As¨ª que la pregunta es: cuando los t¨¦cnicos se sientan delante del plano y empiezan a dibujar, esto aqu¨ª, lo otro all¨¢, ?qu¨¦ ciudad tienen en mente?, ?qu¨¦ tipo de vida nos est¨¢n proponiendo?, ?qu¨¦ Barcelona vendr¨¢ de una plaza de las Gl¨°ries hecha de bloques y vac¨ªos? Preocupa que se haya producido una ruptura tan intensa en la concepci¨®n del urbanismo que, en su momento m¨¢s progresista y humano, propugnaba recoser los barrios con peque?as intervenciones significativas, que dignificaran la vida sin interferirla. Estas rupturas olvidan que la ciudad es pura continuidad en el tiempo y en la memoria, porque la ciudad trata de la vida.
Patricia Gabancho es periodista.
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