Despelleje
El otro d¨ªa me pregunt¨¦ seriamente qu¨¦ es la televisi¨®n. Para encontrar una respuesta lo primero que hice fue estudiar la parrilla de las principales cadenas en abierto. Me llev¨¦ una sorpresa. En una jornada completa los distintos programas oscilan entre 7 y 10. Nada m¨¢s, el resto es ficci¨®n enlatada. Le pregunt¨¦ a varias personas cu¨¢ntos programas calculaban que emit¨ªa una televisi¨®n a diario y todos se equivocaron con estimaciones muy por lo alto, uno me dijo con convencimiento: "Cincuenta". En realidad la televisi¨®n son muy pocos programas, que adem¨¢s se repiten cada d¨ªa, que tienen un formato contenedor donde el relleno es el rey absoluto. Si una persona se plantara a diario frente a la televisi¨®n lo que recibir¨ªa son las mismas cuatro o cinco noticias machaconamente exprimidas. Algunas de ellas ni siquiera tienen entidad de noticias, se tratan solo de comentarios, de bolas de nieve engordadas al hacerlas girar sobre s¨ª mismas. Responden al g¨¦nero del despelleje.
Despellejar es desollar a la v¨ªctima. Este modo de enjuiciar cualquier asunto se ha contagiado a la sociedad. As¨ª ya nadie se esfuerza por argumentar una cr¨ªtica o presentar de manera articulada su opini¨®n, sino que basta desacreditar al otro con un rebuzno o un zarpazo. Las cadenas m¨¢s activas dedicaron ayer la jornada al despelleje del desfile de las Fuerzas Armadas. Parec¨ªa un comentario de texto redactado por una tribu de reductores de cr¨¢neos o un ba?o turco en ¨¢cido sulf¨²rico. El repaso iba desde los vestidos a la rumorolog¨ªa sobre la Casa del Rey: sus enfermedades, malas relaciones, gestos inapropiados. Luego pasaba por el tenso aparte entre Gallard¨®n y Zapatero sobre la deuda madrile?a, asunto financiero que dinamita el discurso de Rajoy, pero que se trata como una anecdotilla. Y por supuesto el desgraciado incidente de un consejero de la Comunidad de Madrid, que se atrevi¨® a despellejar al presidente c¨¢ntabro sin caer en la cuenta de que la esposa de Revilla estaba escuch¨¢ndole. Quiz¨¢ se ha contagiado del estilo televisivo tan aplicado en todos los ¨¢mbitos. Es el hooliganismo cotidiano, ese que tanto nos indigna cuando lo ejecutan los aficionados al f¨²tbol, pero que resulta entra?able cuando jalea tu l¨ªnea de pensamiento.
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