Adi¨®s a la verdad
No he querido atenerme fielmente al contenido del ¨²ltimo libro de Vattimo, Adi¨®s a la verdad (Gedisa), con la intenci¨®n de perorar sin compromisos ajenos (Vattimo se ha hecho cristiano) contra el anacronismo que supone seguir respetando actualmente el antagonismo entre verdad y mentira. Ni todo a lo que llamamos verdadero conserva el sentido de su pasado ni todo lo que denominamos falso llega, en verdad, a serlo.
Para que la verdad sea la Verdad es indispensable una verdad objetiva, el rayo celestial que dicta o el dogma que se impone con contundencia. La Verdad requiere de esta prestancia y solemnidad un¨ªvoca. Pero ?qui¨¦n puede creer que la univocidad, la fijeza o la solemnidad objetiva forman parte del mundo posmoderno? En este universo, dir¨ªa tambi¨¦n Gianni Vattimo hay interpretaciones de lo que es y no ya revelaciones sonoras del ser; representaciones teatrales (base del marketing) de las cosas y no brillantes apariciones de su esencia.
El mundo se entremezcla sin fracturas gracias al reblandecimiento de las viejas certidumbres
"Todos mienten y sabemos que mienten" escrib¨ª en El estilo del mundo y, dicho esto, la deducci¨®n m¨¢s inmediata podr¨ªa ser que, por tanto, vivimos en brazos de la mentira. Pero no. Efectivamente, "la mentira" como "la verdad" son conceptos pertenecientes a otro tiempo y se han desvanecido con ¨¦l. Ni la misma ciencia se f¨ªa ahora de s¨ª misma y tanto las teor¨ªas de la incertidumbre como de la complejidad hacen ver que el color blanco, se?a del bien, y el negro, marca del mal, se han mezclado en una gama que vira desde el gris perla al gris marengo. Sin que ello signifique que la sociedad presente sea "gris", s¨ªmbolo del aburrimiento.
Este mundo, bullendo sobre creencias diferentes, saltando sobre pensamientos contrapuestos, etnias, sexos y gastronom¨ªa de todos los g¨¦neros es tan divertido que, como un calidoscopio, cambia seg¨²n la inclinaci¨®n del punto de vista. Cambia el ¨¢ngulo y cambia el objeto que se ve y se juzga.
Mantener la adhesi¨®n a una fe, a una figura de hierro, a una fe-rramenta es un decisivo obst¨¢culo para la comunicaci¨®n con los dem¨¢s y un tremendo escollo para la democracia del consenso. Porque frente al r¨¦gimen Absoluto con su nuez de recia verdad, la democracia posmoderna pervive con su coraz¨®n puesto en el consenso. ?Y qu¨¦ es el consenso? Exactamente un patchwork, una pieza variable a partir de diferentes pesos, colores y texturas.
Pero, adem¨¢s, si el mundo se entremezcla sin demasiadas fracturas internas es gracias al reblandecimiento de sus viejas certidumbres. Una verdad de pedernal chocar¨ªa contra otra piedra parecida, pero la convivencia, la cooperaci¨®n, la colaboraci¨®n, la traducci¨®n es posible gracias a la creciente ductilidad de los materiales. La firme convicci¨®n hiere o mata, la Verdad enhiesta hinca banderas. Contrariamente la hibridaci¨®n crea hijos de todos los tonos.
As¨ª como las m¨¢quinas de la modernidad se caracterizaban por la inflexible pesantez de su acero y la correspondiente rigidez de la Verdad contribu¨ªa al entendimiento, los artefactos del siglo XXI son ante todo livianos y polivalentes.
La m¨¢quina de escribir mec¨¢nica guardaba la un¨ªvoca alma de la escritura dentro de su armaz¨®n pero el ordenador guarda una poblaci¨®n de almas y ninguna s¨ªntesis definida. A diferencia del robot del siglo XIX que repet¨ªa sus movimientos con la pulsi¨®n de uno u otro bot¨®n, las prestaciones del artefacto contempor¨¢neo proceden de una combinatoria casi infinita que no solo oculta su univocidad sino que responde seg¨²n las circunstancias y, en ocasiones, presionando dos o tres botones a la vez.
Si lo espec¨ªfico de la Verdad fue antes su identidad inc¨®lume y redundante ("yo soy el que soy"), ahora vivimos no solo en un pi¨¦lago de falacias malolientes, que dir¨ªan los pesimistas, sino en un nuevo minestrone que no es ya ni italiano ni argentino, sino "verdaderamente" cualquier cosa de la gastronom¨ªa planetaria. Un plato indeterminable del que se alimenta el desorden del mundo y de cuyo metabolismo ha nacido una figura con tal grado de adaptaci¨®n que en sus dep¨®sitos de verdad incluye tambi¨¦n mentiras. Mentiras recicladas, mentiras rehogadas si se quiere, pero mentiras al fin y tan sabrosas como las verdades de las que han partido y regresan sin tropiezos.
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