Sentinas iraqu¨ªes
Tanto EE UU como la ONU deben responder de los horrores de la guerra revelados por Wikileaks
La nueva filtraci¨®n de Wikileaks aporta pruebas concluyentes sobre las sentinas de una guerra como la de Irak, emprendida por motivos que cada vez se revelan m¨¢s insensatos y conducida con una brutalidad que nada tiene que ver con la propagaci¨®n de la democracia que Bush y sus adl¨¢teres de las Azores invocaron como coartada. Si el argumento m¨¢s concluyente contra la invasi¨®n era que las libertades no se pueden imponer a un tercer pa¨ªs por la fuerza de las armas, la nueva filtraci¨®n de Wikileaks obliga a a?adir un corolario hasta ahora evidente: menos a¨²n mediante la tortura, la violaci¨®n o la matanza indiscriminada de civiles. Un fin como la democracia no justifica tales medios execrables.
No todos los atropellos de los que dan cuenta los documentos publicados por Wikileaks, hasta ahora no desmentidos por ninguna fuente, fueron perpetrados por las tropas norteamericanas. Pero esta constataci¨®n no representa, siquiera, un magro consuelo en medio de tanta barbarie. Porque el perverso mecanismo instaurado tras la invasi¨®n consist¨ªa en dejar el trabajo sucio, por no decir directamente criminal, a las fuerzas iraqu¨ªes, a las que se les garantizaba la impunidad por la v¨ªa de impedir cualquier investigaci¨®n. M¨¢s a¨²n: los mandos estadounidenses amenazaban a los iraqu¨ªes detenidos con librarlos a la polic¨ªa y al Ej¨¦rcito de su propio pa¨ªs como medida de presi¨®n.
M¨¢s all¨¢ de las consecuencias pol¨ªticas de la filtraci¨®n, que se dejar¨¢n sentir en las pr¨®ximas elecciones norteamericanas y en la lucha contra el terrorismo, el problema surge con el tratamiento jur¨ªdico que cabe esperar de los hechos documentados. En la pr¨¢ctica totalidad de ellos se contravienen las Convenciones de Ginebra, tanto en el trato que se debe dispensar a los detenidos como en el comportamiento hacia las poblaciones civiles. Naciones Unidas no aval¨® la invasi¨®n, aunque s¨ª legaliz¨® a posteriori la ocupaci¨®n. Y fue durante la ocupaci¨®n cuando tuvieron lugar los hechos dados a conocer por Wikileaks, algunos posiblemente constitutivos de cr¨ªmenes de guerra. Tanto como Estados Unidos, Naciones Unidas est¨¢ obligada a dar una respuesta.
La guerra m¨¢s injustificada de la historia reciente fue conducida con procedimientos que ensucian cualquier causa que se invoque. Ese es el aterrador balance de una aventura sobre la que, todav¨ªa hoy, sus principales responsables aseguran sentirse orgullosos de haberla emprendido.
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