El Museo Naval sale a flote
La instituci¨®n inaugura una visita guiada que descubre sus valiosos tesoros
Ni falta que nos hace tener playa ni puerto. Varados en el paseo de Recoletos se encuentran naos y carabelas, fragatas y galeones. El Museo Naval de Madrid es uno de los m¨¢s ricos del mundo. Tras una anodina entrada institucional (est¨¢ en la sede de la Armada) y el saludo de un marino con la mano a la frente (?debe uno corresponderlo?) el visitante entra en un espacio m¨¢gico, atiborrado de piezas, con suelos de parqu¨¦, techos de vidriera y un aire decimon¨®nico como el que tienen los museos cient¨ªficos de Londres o Nueva York. A pesar de no ser tan famoso como otros, la visita es imprescindible y el Ayuntamiento acaba de inaugurar un tour guiado los mi¨¦rcoles.
Arranca con un paseo por el entorno; una media hora que se centra en las fuentes del Sal¨®n del Prado y que no parece venir mucho a cuento, sobre todo si uno es madrile?o. S¨ª que ayuda sin embargo, tener gu¨ªa una vez dentro, donde desgrana de forma cronol¨®gica la ¨ªntima relaci¨®n de Espa?a con los siete mares. Entre las joyas del museo est¨¢ la primera carta geogr¨¢fica de Juan de la Cosa que en 1500, sobre dos pieles de cordero (se ve la costura), dibuj¨® lo que hasta entonces era todo el mundo conocido, glos¨¢ndolo con delicias como un retrato de la reina de Saba o los Reyes Magos cruzando la zona de Oriente. Preside el mapa una estampa de san Crist¨®bal, el santo de los viajeros por haber cruzado un r¨ªo con el ni?o Jes¨²s en brazos, y quiz¨¢s como homenaje a su hom¨®nimo Col¨®n.
Lo m¨¢s divertido, y donde el lego m¨¢s agradece tener un experto a mano, es la descripci¨®n de un modelo "que a diferencia de una maqueta, es una r¨¦plica exacta del barco original". Adem¨¢s de contemplar una maravilla del miniaturismo, se descubre qu¨¦ es la eslora, el trinquete y el mayor. En los barcos, los pisos se llaman puentes y los lados babor y estribor (b¨¢sicamente porque izquierda y derecha es un l¨ªo en algo que se mueve). Las condiciones de los marineros del XVIII eran "insoportables": dorm¨ªan tirados entre los ca?ones, no se lavaban, solo pod¨ªan fumar durante el d¨ªa, en un lugar concreto y con un cubo de agua a mano por si prend¨ªan algo, la letrina era un agujero en la proa (la zona m¨¢s limpia del barco porque siempre salpica el agua), y el resto se limpiaba con vinagre. El pan se llamaba bizcocho y era tan duro que hab¨ªa que mojarlo para poder trag¨¢rselo.
La visita dura una hora y media, pero merece la pena quedarse explorando: curiosidades como la cuna hamaca en la que durmi¨® el infante Alfonso XII en su primer viaje a las Baleares, el agujero del tama?o de una sand¨ªa en la fragata acorazada Numancia (que no la hundi¨®) o la evoluci¨®n de los colores de la bandera de Espa?a que fue roja y amarilla para que se distinguiese bien entre las aguas. Por cuenta propia el acceso al Museo Naval (www.armada.mde.es) es gratuito y navegando sus hermosas salas se puede echar la ma?ana.
Museo Naval. Paseo del Prado, 5. Visita guiada, mi¨¦rcoles a las 11.00, hasta el 24 de noviembre. Inscripci¨®n previa: esmadrid.com. 3,90 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.