La victoria divide al liderazgo republicano
Sarah Palin es ahora un factor clave en el centro de la pol¨ªtica de EE UU
El l¨ªder republicano en el Senado, Mitch Mcconnell, pronunci¨® ayer un largo discurso en Washington sobre las prioridades legislativas de su partido. El d¨ªa anterior, el nuevo presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, hab¨ªa ofrecido una conferencia de prensa sobre el mismo tema. Y entre uno y otro, Sarah Palin se interpone peri¨®dicamente en Twitter y en la cadena Fox para recordar lo que hay que hacer.
?Cu¨¢l de ellos habla en nombre de la oposici¨®n? ?A cu¨¢l de ellos seguir¨¢ la nueva mayor¨ªa en el Congreso? ?Con cu¨¢l de ellos tendr¨¢ que negociar Barack Obama? De momento, el presidente ha invitado solo a los dos primeros a la reuni¨®n que ha convocado el pr¨®ximo d¨ªa 18 en la Casa Blanca para discutir las pr¨®ximas iniciativas legislativas. Pero, aunque su nombre no estaba en las papeletas ni ocupa ning¨²n cargo p¨²blico o en el Partido Republicano, la presencia de Palin es innegable, ella es el elefante en el centro de la pol¨ªtica norteamericana en este momento.
Los dirigentes conservadores se enfrentan por el poder
La estrella del Tea Party tiene ambiciones presidenciales
Aunque sufri¨® algunos reveses considerables en la jornada electoral -particularmente en Alaska, Nevada y California, tres de las batallas en las que se hab¨ªa involucrado m¨¢s a fondo-, Palin, que hasta ahora era principalmente un producto medi¨¢tico, se ha convertido en un importante factor de poder en el Partido Republicano y en su m¨¢s convincente candidata presidencial hasta la fecha. Seg¨²n las encuestas, los votantes republicanos el martes mencionaron su nombre por encima de los de Mike Huckabee y Mitt Romney entre los pol¨ªticos a los que desear¨ªan ver en la Casa Blanca.
Palin tiene ahora, adem¨¢s de su enorme tir¨®n popular, tres gobernadoras -las de Carolina del Sur, Nuevo M¨¦xico y Oklahoma- que le deben directamente su puesto y al menos otros tres que le son afines, dos senadores a los que ella descubri¨® y otros tres afectos al Tea Party, y una veintena larga de miembros de la C¨¢mara que la reconocen como l¨ªder. Eso ya no es carisma, eso es poder con el que negociar el futuro del Partido Republicano.
Las ambiciones de Palin -el anuncio de su candidatura presidencial ser¨¢ el gran tema de conversaci¨®n en Washington en los pr¨®ximos meses- no son el ¨²nico obst¨¢culo con el que se encuentra la oposici¨®n para actuar de forma unida en los pr¨®ximos meses. Otras figuras con distintas lealtades han surgido del martes con renovada vitalidad. Boehner, que es hombre de Newt Gingrich, rival de Palin, ser¨¢ el rostro m¨¢s visible de la nueva mayor¨ªa y un personaje de proyecci¨®n presidencial. Mcconnell, que representa a la vieja guardia republicana en el Senado, no mira a horizontes tan lejanos pero reclamar¨¢ una porci¨®n del poder ahora. Est¨¢n, adem¨¢s, otros personajes que regresan al escenario a probar suerte, como John McCain o Rudy Giuliani, y otros m¨¢s que buscan alianzas y respaldos para sus casi seguras candidaturas presidenciales, como Huckabee y Romney.
Actualmente, la base del partido, dominada por el Tea Party, es tan conservadora que es dif¨ªcil encontrar una sola de todas esas figuras que defienda en p¨²blico otra cosa que no sea un programa extremista y un enfrentamiento frontal con Obama. Pero lo cierto es que las diferencias existen y que saldr¨¢n a relucir con el paso del tiempo, especialmente cuando la lucha por la presidencia se agudice, lo que ser¨¢ pronto porque el a?o que viene se pone en marcha la campa?a para las elecciones primarias.
De entre todos ellos, la mayor estrella es sin duda Palin, lo que la convierte tambi¨¦n en el mayor peligro para todos sus contrincantes. Si Palin decide correr, como se dice en el argot pol¨ªtico estadounidense, ser¨¢ muy dif¨ªcil para los dem¨¢s hacerla frente sin provocar un serio cisma dentro del partido, con el riesgo de desobediencia dentro del Capitolio.
El ¨²nico arma en estos momentos contra Palin es su descr¨¦dito. La mejor forma de evitar competir contra Palin es convencerla, o convencer a la base republicana, de que ella es, por su radicalismo y por su falta de preparaci¨®n, el rival so?ado por Obama en 2012. No ser¨¢ una operaci¨®n f¨¢cil. Palin ha sido ascendida por la prensa a un limbo tan alto como en el que en su d¨ªa estuvo Obama.
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