Palabras inanes
Es posible que el l¨ªder del Partido Popular no haya pasado una buena semana; es posible que algunos de sus correligionarios hayan torcido el gesto a modo de reproche por haber soltado por vez primera la lengua para exponer sus planes de futuro, su programa. Pero, hombre, con lo bien que iba todo, ?para qu¨¦ hablas? le habr¨¢n dicho los m¨¢s ¨ªntimos. Si las cosas marchan por s¨ª solas, si las expectativas de voto se han agigantado hasta superar la barrera que asegura una mayor¨ªa absoluta, ?por qu¨¦ no dejar que el curso del tiempo culmine su labor? ?Por qu¨¦, para qu¨¦ hablar?
Preguntas pertinentes, sobre todo cuando no se tiene nada que decir. Es evidente que la izquierda est¨¢ aplicando, para hacer frente a la crisis econ¨®mica, las mismas recetas que aplicar¨ªa la derecha en el caso de que disfrutara del poder. Cuando el presidente del Gobierno regres¨® de su noche triste, puso en marcha las pol¨ªticas que, a?os antes, hab¨ªan agitado los socialistas en las campa?as electorales para infundir el miedo al retorno de la derecha. Cuidado, nos dec¨ªan, estos vienen a congelar pensiones, bajar salarios, abaratar despidos, incrementar los impuestos indirectos, reducir el gasto social. Otro presidente quiz¨¢ se habr¨ªa sentido en la necesidad de explicar las razones de esa pol¨ªtica, no simplemente de echar la culpa a poderes extranjeros; otro quiz¨¢ hubiera apuntado tambi¨¦n al fraude fiscal y a exigir algo a los poderes financieros, pero, en fin, eso fue todo lo que hubo: palabras inanes, destinadas a ahondar la desconfianza y extender el des¨¢nimo.
Con la puesta en marcha de aquellas pol¨ªticas, los caladeros de voto socialista comenzaron a vaciarse a una impresionante velocidad. Nos hab¨ªamos acostumbrado a no esperar tampoco nada de la oposici¨®n, excepto que, de alcanzar el poder, har¨ªa lo mismo, solo que m¨¢s a lo bestia, con aquella prepotencia que da el hecho de que otros ya han realizado el trabajo sucio y que la corrupci¨®n acumulada no pasa factura. El silencio era, pues, una opci¨®n plausible y desde el punto de vista de las expectativas electorales, una inversi¨®n rentable. A ¨¦l se aten¨ªa el l¨ªder del PP, echando mano al repertorio del sentido com¨²n que dice que en boca cerrada no entran moscas.
As¨ª estaban las cosas cuando se decidi¨® a soltar la lengua para anunciar con ins¨®lita largueza sus planes de futuro. Primer punto, priorizar, como Cameron; segundo, ayudar a quienes pueden generar riqueza; tercero, generar confianza; cuarto, ayudar a quienes pueden crear empleo; quinto, generar confianza bis; sexto, ayudar a quienes pueden... Si no se entiende mal: ayudar a los empresarios a que generen riqueza con el prop¨®sito de generar confianza, como Cameron. Lo curioso de tanta generaci¨®n de bienes materiales y de valores inmateriales es que, por arte de birlibirloque, se lograr¨¢ al mismo tiempo que se reduce el d¨¦ficit.
De todo lo cual resulta que las palabras del PP son tan inanes como las pronunciadas por el Gobierno antes de adoptar el programa que tiene ahora. Tambi¨¦n el Gobierno en los meses anteriores a la noche triste dec¨ªa que hab¨ªa que generar confianza, y riqueza, y empleo. M¨¢s a¨²n, ?que ya lo est¨¢bamos generando! Luego cay¨® la noche, se esfum¨® el empleo y la riqueza y, con ellos, se perdi¨® a chorros la confianza. Y comenzaron a aplicarse las medidas de reducci¨®n salarial, congelaci¨®n de pensiones y dem¨¢s. Y ahora viene el l¨ªder de la oposici¨®n con id¨¦ntica cantinela de generar confianza, empleo y riqueza, pero eso s¨ª, sin tocar las pensiones, no en vano uno de cada cuatro electores es pensionista.
El Gobierno ha ca¨ªdo en la cuenta de que, para remontar el vuelo, es preciso reconstruir un discurso cre¨ªble y a ello se aplica con resultados que ya se ver¨¢n. Al cabo, en pol¨ªtica, la palabra solo vale como constructora y transmisora del sentido de la acci¨®n: el storytelling ser¨¢ muy posmoderno, pero se reduce a viejo cuento chino cuando no se refiere a una acci¨®n tangible y, aunque los posmodernos no se lo crean, la maciza realidad siempre acaba pesando m¨¢s que la vacua palabrer¨ªa. La oposici¨®n, por su parte, ya que se ha decidido a hablar sin saber qu¨¦ historia contar, tendr¨¢ que afinar algo m¨¢s antes de responder a la pregunta: y ustedes ?qu¨¦ van a hacer? con el latiguillo: pues vamos a generar riqueza, que genera empleo, que genera confianza. Porque eso, a los pensionistas, nos suena como aquella canci¨®n de nuestra lejana juventud: Parole, parole, parole, con Mina y Cameron en los papeles estelares.
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