Nuevo ciclo en la inmigraci¨®n
La presi¨®n demogr¨¢fica cae, pero la crisis plantea nuevos retos a la integraci¨®n
Ni una balsa de aceite donde nada ocurre ni un mar en permanente estado de agitaci¨®n. Ni un fracaso anunciado ni un rotundo ¨¦xito. La integraci¨®n de los inmigrantes encuentra obst¨¢culos en su camino, pero avanza. Las palabras de la canciller ?ngela Merkel, que da por fracasada la "multiculturalidad" en Alemania, no sirven para medir el estado de la cuesti¨®n en Catalu?a, que apuesta por un modelo basado en la cohesi¨®n social y la igualdad de oportunidades.
Las piedras en el camino, lamentan las asociaciones de inmigrantes, las ponen a menudo los partidos pol¨ªticos, a los que piden m¨¢s responsabilidad para gestionar un fen¨®meno complejo. La legislatura que ahora se acaba ha estado marcada por episodios que han reforzado esa percepci¨®n, como los problemas de convivencia en Salt -donde se traz¨® una vez m¨¢s el nexo entre inmigraci¨®n y delincuencia- o la criminalizaci¨®n del colectivo de gitanos rumanos por parte del PP en Badalona.
La inmigraci¨®n, coinciden los expertos, acarrea dificultades. La coexistencia de culturas y modos de vida dispares puede provocar colisiones. El problema surge cuando los pol¨ªticos utilizan esas diferencias para obtener supuestos r¨¦ditos electorales. "Nos preocupa que, en campa?a, los pol¨ªticos sean irresponsables una vez m¨¢s y distorsionen lo que pasa con la inmigraci¨®n. No podemos decir que hemos ganado la partida, pero hay avances", opina la portavoz de AMIC-UGT, Janette Vallejo.
El Pacto por la Inmigraci¨®n, firmado hace casi dos a?os por los tres partidos en el Gobierno (PSC, Esquerra e Iniciativa) y por CiU, asume que el grueso de los inmigrantes que viven en Catalu?a se quedar¨¢ en ella, o sea que lo sensato es apostar por su integraci¨®n. Esa es una de las diferencias, precisamente, con el modelo alem¨¢n, que trat¨® el fen¨®meno como algo pasajero. El pacto, cuyo objetivo ¨²ltimo es asegurar que Catalu?a "siga siendo un solo pueblo", seg¨²n dijo el presidente Jos¨¦ Montilla de forma solemne, se suma a la corriente dominante en Europa, la que promueve la interculturalidad. En esencia, se trata de que hay un espacio de relaciones compartidas (respeto a la ley, igualdad entre sexos, uso de la lengua catalana) y otro espacio de respeto a la diversidad (religiosa, entre otras).
El modelo arraiga en pleno cambio de tercio de la inmigraci¨®n, cuando la realidad demogr¨¢fica se transforma por completo. Si el ¨²ltimo Gobierno de Jordi Pujol asisti¨® a la llegada masiva de extracomunitarios, el segundo tripartito ha visto como, por primera vez en 10 a?os, se contiene el n¨²mero de empadronados, que ahora suman 1,2 millones. Algo similar ocurre con los extranjeros en situaci¨®n irregular, que en esta legislatura han pasado de ser el 17% a solo el 6,4%.
Desde 2008, la crisis contiene la presi¨®n migratoria, pero genera efectos indeseados. El paro se ceba en este segmento de poblaci¨®n, que a menudo trabaja en empleos no cualificados. Tan grave como eso es que los recortes de la Administraci¨®n generan una competencia feroz por los recursos (sanidad, educaci¨®n) que puede convertirse en un caldo de cultivo para que broten la xenofobia y los problemas de convivencia. "Es una competencia entre pobres", resume el secretario de Inmigraci¨®n, Oriol Amor¨®s.
Los recursos para abortar a tiempo los conflictos son insuficientes. Y m¨¢s en un contexto de crisis. En algunas comunidades de vecinos de El Vendrell, por citar un ejemplo, extranjeros en paro dejaron de pagar el recibo del agua, con la consecuencia de que el resto de los vecinos se quedaron sin suministro, lo que provoc¨® quejas y protestas gen¨¦ricas contra la inmigraci¨®n. "En convivencia no estamos peor que hace cuatro a?os, pero hay que dialogar", a?ade Vallejo.
A corto plazo, razonan los expertos, hay que invertir en la formaci¨®n de los inmigrantes para que accedan al mercado de trabajo. De lo contrario, los problemas en los barrios se agravar¨¢n. La integraci¨®n pasa, adem¨¢s, por garantizar la igualdad de oportunidades para las segundas (y terceras) generaciones, que han de poder acceder a los estudios universitarios. Y deben percibir, adem¨¢s, que pueden desarrollar sus vidas con ¨¦xito en Catalu?a. "Hay que asegurar la movilidad social de los hijos de la inmigraci¨®n. Si se consigue, se apuntar¨¢n al carro de la integraci¨®n. Aunque no podemos pedir que renuncien a su identidad", indica Amor¨®s. A su juicio, el modelo franc¨¦s (de mera asimilaci¨®n) tampoco es bueno para Catalu?a porque "no reconoce al otro".
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