Adi¨®s a un compa?ero
Desde diciembre de 1985, es decir desde su fundaci¨®n, a enero de 1998, fecha en la que termin¨® su mandato, Luis Garc¨ªa Berlanga fue miembro del Consell Valenci¨¤ de Cultura (CVC). Quien esto escribe ingres¨® en la instituci¨®n cuando ¨¦l ya no estaba. Pese a ello, el eco de su permanencia era perceptible. Se a?oraba su sentido del humor, su curiosidad incesante, su interpretaci¨®n original de los temas, su actitud irreverente pero siempre educada.
No existen, que yo sepa, testimonios cinematogr¨¢ficos de su paso por el CVC. Pero acabo de ver, en un antiguo v¨ªdeo, el acto de concesi¨®n de galardones del 9 d'Octubre de 1993, donde ¨¦l, merecedor de la Alta Distinci¨®n de la Generalitat Valencia, pronunci¨®, en nombre de todos los premiados, un discurso tan creativo, oportuno y berlanguiano como toda su obra.
Tras varios carraspeos, Berlanga se excusa y murmura algo acerca del esperpento que, seg¨²n dice, est¨¢ presente en toda su vida. Luego a?ade: "La gripe...". Saluda a los asistentes, y empieza: "La verdad es que no creo que haya sido acertada la decisi¨®n de elegirme como portavoz de los galardonados, porque bien conocida es mi facilidad para la dispersi¨®n y para el caos cuando intervengo en cualquier acto p¨²blico". Se disculpa ante Antonio Ferrandis, tambi¨¦n premiado, por ser ¨¦l y no Ferrandis quien pronuncia el discurso, y lamenta que el actor no haya estado encerrado con ¨¦l tres meses del pasado verano en la c¨¢rcel. La menci¨®n carcelaria sorprende a algunos oyentes, hasta que comprenden que se refiere a Todos a la c¨¢rcel, su ¨²ltima pel¨ªcula.
Glosa los m¨¦ritos de los premiados, y al citar al club de baloncesto femenino Dorna comenta que naci¨® "en un lugar de tanta nostalgia sentimental para quienes merode¨¢bamos las tapias de su colegio de Godella". Como si se dirigiese solo a Ferrandis, le cuenta una an¨¦cdota de los duros tiempos de la posguerra sobre una obra en la que, en el teatro Mar¨ªa Guerrero, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodero recitaba un mon¨®logo al muslo de pollo. El muslo estaba celosamente guardado en un rinc¨®n del teatro, y una noche en la que Jos¨¦ Sacrist¨¢n, forzado por el hambre, decidi¨® "dedicarle un mon¨®logo mucho m¨¢s productivo", se encontr¨®, al encender las luces, con que toda la compa?¨ªa estaba al acecho.
La an¨¦cdota le sirve para reclamar: "Los artistas seguimos con ciertas hambres que todav¨ªa son peculiares a nuestros oficios". Y acaba pidiendo que ese breve encuentro entre artistas y deportistas, por un lado, y las autoridades por el otro, sea el "pistoletazo de salida de una precisa y legislada pol¨ªtica sobre el audiovisual y el deporte". Se trata de un discurso que podr¨ªa pronunciarse hoy mismo.
Consciente de su avanzada enfermedad, el Consell Valenci¨¤ de Cultura quiso en varias ocasiones desplazarse a Madrid para rendirle homenaje. Siempre nos detuvo el escr¨²pulo de no querer incomodarle o la idea de que, inevitablemente, la visita pudiese adquirir aires de despedida. Por otra parte, ?qu¨¦ habr¨ªa significado para ¨¦l otra medalla? Quiz¨¢ nos equivocamos, pero nunca lo sabremos.
En la sede de la calle Museu hay una mesa con dos libros, colocados en sus atriles. Contienen las fotos de todos los miembros, vivos y muertos. La de Garc¨ªa Berlanga lo muestra con su inconfundible aire juliovernesco, la frente despejada, el cabello rizado y la barba plateada, enmarcando un rostro afable, de mirada l¨²cida.
Estoy seguro de que estos d¨ªas muchos abriremos el libro buscando esa p¨¢gina.
Vicente Mu?oz Puelles, por el Consell Valenci¨¤ de Cultura.
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