La tormenta no amaina
Los mercados reaccionan con escepticismo al rescate irland¨¦s y persiste el riesgo de contagio
Despu¨¦s de una semana de incertidumbre pol¨ªtica y de una p¨¦sima gesti¨®n de su crisis bancaria, el Gobierno irland¨¦s ha decidido solicitar el rescate financiero europeo y del FMI. El equipo de Brian Cowen se ha desprendido de sus recelos soberanistas a cambio de una l¨ªnea de cr¨¦dito de unos 80.000 millones de euros, destinada principalmente a recapitalizar los bancos, pr¨¢cticamente en la ruina por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Adem¨¢s, Irlanda se ha comprometido a ajustar todav¨ªa m¨¢s el gasto p¨²blico (el recorte ser¨¢ de 6.000 millones en 2011 y de 15.000 millones en los pr¨®ximos cuatro a?os), en una decisi¨®n adelantada para salvar la cara de su soberan¨ªa frente a Europa, y a subir los impuestos. Es l¨®gico que Alemania y Francia quieran imponer una subida del impuesto de sociedades; el tipo del 12,5%, pr¨¢cticamente la mitad que en el resto de la UEM, es un caso claro de dumping. Ser¨ªa contradictorio que los contribuyentes que pagan m¨¢s ayudaran a salir de la crisis a una Irlanda que sigue manteniendo un impuesto mucho m¨¢s bajo.
Admitido el supuesto de que esta es la ¨²nica soluci¨®n para Irlanda, y que mantener la resistencia pol¨ªtica al rescate europeo habr¨ªa endurecido todav¨ªa m¨¢s las asfixiantes condiciones de financiaci¨®n del pa¨ªs, hay que preguntarse si la petici¨®n de rescate llega a tiempo; si ser¨¢ suficiente para calmar de modo duradero a los mercados; y si el anuncio de rescate cancela los riesgos de contagio de otros pa¨ªses.
No hay respuestas terminantes ni tranquilizadoras. Para empezar, el respaldo financiero europeo ha abierto una crisis pol¨ªtica en Dubl¨ªn que desembocar¨¢ en elecciones anticipadas. Los ciudadanos deploran, con raz¨®n, la vacilante gesti¨®n de la crisis, con una banca al borde la quiebra, un d¨¦ficit p¨²blico superior al 30% del PIB y un diferencial de deuda de m¨¢s de 540 puntos b¨¢sicos. Pero lo peor es que no se ha conseguido frenar la inquietud de los mercados sobre la situaci¨®n irlandesa. Las Bolsas recibieron con subidas la petici¨®n de rescate, pero a medida que avanzaba la jornada viraron hacia el pesimismo, con el Ibex a la cabeza. Las primas de riesgo de Irlanda, Portugal y Espa?a subieron, en un reflejo de la desconfianza de los inversores sobre las probabilidades de que Irlanda pueda ejecutar con ¨¦xito los planes de ajuste; y tampoco conf¨ªan en que se produzca una reestructuraci¨®n adecuada de su banca. En los pr¨®ximos d¨ªas, el Gobierno irland¨¦s podr¨¢ confirmar si el anuncio de rescate ha servido al menos para taponar la fuga de dep¨®sitos bancarios.
El riesgo de contagio se mantiene. Esta es, sin duda, la crisis m¨¢s grave del euro y, sin caer en dramatismos, es probable que se agrave en el futuro. Detr¨¢s de Irlanda, est¨¢n Portugal y Espa?a; y porque no hay otra soluci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica para Europa que no sea sostener la moneda ¨²nica. A medio y largo plazo, no es dif¨ªcil predicar que la solidez de la moneda se garantizar¨ªa reduciendo la asimetr¨ªa entre una uni¨®n monetaria completa y una uni¨®n fiscal inexistente. Frente a los mercados financieros globales, hay que avanzar por la v¨ªa de la completa federalizaci¨®n, incluida la pol¨ªtica presupuestaria. El euro exige que los pa¨ªses renuncien a parcelas importantes de soberan¨ªa fiscal.
Pero el problema grave se ha declarado en el corto plazo. En apariencia, es irresoluble. La confianza de los inversores en Grecia, Irlanda, Portugal y Espa?a exige m¨¢s y m¨¢s ajustes fiscales para refinanciar las deudas p¨²blica y privada y conseguir estabilidad. De poco vale hacer sacrificios en el gasto o en los ingresos p¨²blicos si no hay crecimiento y el paro no cede. Sin crecimiento, y eso vale para todos los pa¨ªses, la confianza de los inversores que reclaman austeridad tambi¨¦n se esfuma. Esta es la contradicci¨®n que los condena al estancamiento durante un largo periodo de tiempo y amenaza con derribar el euro.
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