'Alea jacta est'
A menos que la nueva promesa planetaria lo impida, esto est¨¢ sentenciado. O Kim Jong-un nos alcanza con alguno de sus relucientes misiles o la campa?a electoral se ha acabado y las perspectivas no son otras que una holgada victoria de Converg¨¨ncia i Uni¨®.
El ¨²ltimo cap¨ªtulo todav¨ªa abierto de la campa?a era el cara a cara entre los dos principales candidatos a la presidencia de la Generalitat. La reacci¨®n airada de Artur Mas tras el debate de los seis candidatos evidenci¨® que el desenlace del cara a cara no estaba escrito y que hab¨ªa posibilidades de que el candidato favorito cometiera errores que perjudicaran la imagen que se ha trabajado. Muchos no entend¨ªan el ¨®rdago de Montilla de ofrecer el cara a cara en el ¨²ltimo momento porque en su imaginario el debate en may¨²sculas responde al esquema Kennedy-Nixon.
La prohibici¨®n del debate Mas-Montilla pone en evidencia las carencias, en lo que a calidad se refiere, de la democracia espa?ola
?Por qu¨¦ el candidato a la reelecci¨®n deb¨ªa enfrentarse a un contrincante m¨¢s locuaz y de imagen perfecta? Pero la cuesti¨®n es que el cara a cara tambi¨¦n pod¨ªa parecerse al celebrado entre George W. Bush y Al Gore en el que se impuso la imagen del patoso pero emp¨¢tico hombre hecho a s¨ª mismo, a la del candidato te¨®ricamente perfecto. Pero los ciudadanos se quedaron con las ganas de comparar las principales ofertas pol¨ªticas porque, ignorando las bajas perspectivas de participaci¨®n, la Junta Electoral demostr¨® las evidentes carencias de la democracia espa?ola en lo que a calidad se refiere. Con la ayuda de ERC, el PP y Ciutadans, que plantearon el recurso, los miembros de uno de los organismos m¨¢s in¨²tiles y politizados de la escandalosamente partidista justicia espa?ola tomaron una decisi¨®n nada acorde con los tiempos y contraria a los intereses objetivos de la mayor¨ªa de los ciudadanos. La censura del cara a cara entre Mas y Montilla pone en evidencia los vicios de aquella transici¨®n que ahora merecemos que sea superada con un sistema pol¨ªtico m¨¢s transparente, m¨¢s ¨¢gil y que sit¨²e en el centro al ciudadano y no a los partidos.
Los votantes de Catalu?a pudieron formarse una opini¨®n el domingo con un interesante debate a seis bandas, mientras que en las legislativas lo hicieron con un cara a cara entre Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy, una posibilidad que ahora se impide que sea trasladable a un interesante Montilla-Mas. De este modo la campa?a se mueve entre el tedio y la an¨¦cdota de orgasmos y toallas, perdiendo de vista la categor¨ªa del debate y las propuestas.
La censura del cara a cara es una anomal¨ªa democr¨¢tica como lo es la imposici¨®n de los bloques electorales y la cantidad de tiempo que los profesionales de los informativos p¨²blicos se ven obligados a dedicar a explicarles a los ciudadanos lo absurdas que son las medidas que les imponen en esta especie de estado de excepci¨®n informativo. Son condiciones aprobadas por representantes de los partidos elegidos con otros criterios que los estrictamente profesionales. El caso es que la informaci¨®n de campa?a ha permitido o¨ªr vociferar en la televisi¨®n p¨²blica a un racista entre un p¨²blico rapado luciendo esv¨¢stica y al mismo tiempo se ha impedido un rico debate ideol¨®gico entre los dos ¨²nicos posibles candidatos a la presidencia. Tambi¨¦n ha permitido ver al presidente de una caja de ahorros que se permite hablar de la despolitizaci¨®n de estas entidades, mitinear para la candidata del PP, como si nada.
Ted Sorensen, a quien el presidente Kennedy calificaba de su "banco de sangre intelectual", extrajo 13 lecciones de la campa?a norteamericana de 1960, publicadas hoy en el ¨²ltimo n¨²mero de una revista especializada. Sorensen, recientemente fallecido, recomendaba descansar, salud y dominar los temas y las flaquezas del adversario antes del debate. Aconsejaba tambi¨¦n una relaci¨®n franca, accesible y basada en el buen humor con la prensa, y no en la suspicacia y el secreto. Aprendamos aunque sea con 50 a?os de retraso y el mundo fuera entonces en blanco y negro.
Esther Vera es periodista.
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