Santiago Lor¨¦n, el m¨¦dico que gan¨® un premio Planeta
El ginec¨®logo dirigi¨® tambi¨¦n la edici¨®n de Arag¨®n del diario 'Pueblo'
La tradici¨®n de m¨¦dicos que a la vez son escritores perdi¨® ayer a uno de sus representantes. Santiago Lor¨¦n falleci¨® en su casa de Zaragoza a los 92 a?os. En la estela de P¨ªo Baroja, Gregorio Mara?¨®n o Alfonso R. Castelao, Lor¨¦n, que naci¨® en Belchite en 1918, altern¨® su trabajo como ginec¨®logo con la labor literaria, con la que consigui¨® premios como el Planeta en 1953 o el Ateneo de Sevilla en 1984, por dos de sus obras, Una casa con goteras y La vieja del molino de aceite, respectivamente.
"Nunca supimos de d¨®nde sacaba el tiempo", recuerda por tel¨¦fono su hija Mar¨ªa Pe?a Lor¨¦n Berdus¨¢n. De los hijos que tuvo el escritor-m¨¦dico con Carmen Berdus¨¢n, que fue galerista y con la que llevaba casado 75 a?os, dos han sido m¨¦dicos. Mar¨ªa Pe?a ejerce en Ibiza como pediatra y Jos¨¦ Manuel es psiquiatra en Zaragoza. Tienen dos hermanos, Clara Isabel y Santiago. "Ninguno hemos sido escritores, es que ¨¦l era un todoterreno", describe, "cuanto m¨¢s cargos ten¨ªa, m¨¢s escrib¨ªa, y encima sacaba tiempo para dormir la siesta". Santiago Lor¨¦n fue profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Zaragoza y director gerente de la Maternidad en el hospital Provincial.
"Me encantaba sobre todo como articulista", a?ade su hija. Y es que, adem¨¢s, era periodista. Fue director de la edici¨®n aragonesa del diario Pueblo, y tambi¨¦n escribi¨® en El Heraldo de Arag¨®n, El Peri¨®dico de Arag¨®n o en La Codorniz: "Siempre tuvo mucho sentido del humor".
En sus relatos y novelas recreaba la realidad. Describi¨® la dura experiencia como sanitario en la retaguardia del frente de Teruel en la Guerra Civil, que le pill¨® en el bando nacional. La suya fue "una de tantas familias que vivieron el absurdo de una guerra innecesaria", describ¨ªa en 1976 en EL PA?S, "en la que no fueron ni vencedores ni vencidos, pero sufrieron en sus carnes todos sus temores y horrores, por estar en medio, por no ser nada".
En su primera novela, Cuerpos, almas y todo eso (1950), reflejaba trasuntos de los que ten¨ªa noticia desde su consulta en Calatayud, lo que, como recuerda el escritor gallego Ant¨®n Castro en El Heraldo de Arag¨®n, le gan¨® algunos resquemores entre los personajes que sal¨ªan, porque sal¨ªan, y entre los que hab¨ªa evitado, por sentirse olvidados.
Olvidado parece que est¨¢ en estos momentos por las editoriales Santiago Lor¨¦n, cuyas obras es muy dif¨ªcil encontrar incluso en librer¨ªas de viejo. "Yo las recorr¨ªa porque me gusta regalar libros de mi padre, dedicados", contin¨²a su hija, "los libreros se acuerdan de ¨¦l, porque en su tiempo tuvo ¨¦xito, pero su obra est¨¢ pr¨¢cticamente descatalogada".
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