Afganist¨¢n 2014, ?despedida y cierre?
Dice Henry Kissinger que cuando a una estrategia de salida se le pone fecha, toda la estrategia se acaba reduciendo a la fecha de salida. Si se repasan las noticias sobre el plan de transici¨®n para Afganist¨¢n aprobado en la reciente cumbre de Lisboa de la OTAN, todos sus titulares destacan las fechas de 2011 y 2014 como las de inicio y fin de la retirada de las tropas internacionales all¨ª desplegadas, mientras que sus condiciones pasan casi desapercibidas.
Las estrategias de salida de las misiones internacionales no son planes para salir de ellas, sino procesos de valoraci¨®n por los cuales se contrastan los objetivos perseguidos en el mandato de intervenci¨®n con los progresos obtenidos en un momento determinado. De esta forma, se pueden finalizar las misiones que han cumplido sus objetivos, ajustar las estrategias y los medios para conseguir los fines previstos o cancelar las misiones cuando los objetivos no son alcanzables con los medios y estrategias disponibles.
La OTAN ha fijado en Lisboa la fecha de salida de Afganist¨¢n, pero no ha aclarado en qu¨¦ condiciones
En operaciones como las de Afganist¨¢n, estas estrategias se valoran individual y colectivamente. Las decisiones de algunos pa¨ªses durante los ¨²ltimos meses de no enviar m¨¢s tropas, de retirarlas o de cesar en sus misiones de combate a partir de distintas fechas son ejemplo de esas estrategias individuales de salida. Junto a ellas, la OTAN acaba de aprobar en Lisboa un programa de transici¨®n de las responsabilidades de seguridad a las autoridades afganas que comienza en 2011 y debe concluir en 2014, aunque no descarta permanecer m¨¢s tiempo para seguir apoyando -que no combatiendo- a las fuerzas gubernamentales afganas. En las declaraciones de Lisboa se indica que la transici¨®n no depender¨¢ de un calendario, sino de las condiciones del proceso, pero mientras que las fechas se fijan con claridad, las condiciones no se definen ni se establecen criterios o indicadores que permiten medirlas.
Algunos jefes de Estado y de Gobierno han asociado la retirada de sus tropas a la consecuci¨®n de objetivos que no han precisado m¨¢s all¨¢ de capacitar a las Fuerzas de Seguridad afganas para relevar a las suyas. Durante casi una d¨¦cada, la comunidad internacional ha estado apoyando a las autoridades afganas para estabilizar la seguridad y reconstruir y desarrollar el pa¨ªs mediante una combinaci¨®n de instrumentos civiles y militares, liderados por la Comunidad Internacional de Donantes y por las Fuerzas Internacionales de ISAF. Estos objetivos incluidos en el mandato de Naciones Unidas se han reiterado en todas las estrategias civiles o militares aplicadas a Afganist¨¢n. Incluso en la de diciembre de 2009, cuando el presidente Obama anunci¨® el inicio de la salida de las fuerzas estadounidenses para julio de 2011, anunci¨® tambi¨¦n el refuerzo de los medios civiles y militares para conseguir esos objetivos. Sin embargo, desde que se empez¨® a hablar de la transici¨®n en las conferencias de Londres y Kabul de 2010, los objetivos iniciales en Afganist¨¢n se han ido reduciendo a uno: capacitar a las fuerzas afganas para que puedan relevar a las tropas internacionales.
La reducci¨®n obliga a fijarse en los criterios de evaluaci¨®n que se van a seguir para medir los avances hacia ese objetivo. Hasta ahora, los criterios de evaluaci¨®n de las fuerzas afganas han sido poco objetivos y han primado los factores cuantitativos: reclutamiento, formaci¨®n o equipamiento, sobre los cualitativos como competencia, disciplina, tasas de abandono y sostenibilidad. Con esos criterios se lleg¨® a afirmar en la anterior cumbre de la OTAN de 2009, en Estrasburgo-Kehl, que el Ej¨¦rcito Nacional Afgano participaba en el 80% de las operaciones y lideraba la mitad de ellas, lo que parec¨ªa darlas por capacitadas para un relevo pr¨®ximo. Sin embargo, valoraciones independientes posteriores (RAND Corporation, Centre for Strategic and International Studies o el International Crisis Group) pusieron en tela de juicio la objetividad de esas cifras porque inclu¨ªan operaciones rutinarias distintas a combates y no reflejaban adecuadamente las carencias de las unidades creadas, por lo que en junio de 2010, el Inspector General Especial para la Reconstrucci¨®n de Afganist¨¢n de Estados Unidos cambi¨® el sistema de evaluaci¨®n.
Las diferentes ciudades, distritos o provincias estar¨¢n listas o no para la transici¨®n dependiendo de la situaci¨®n de seguridad y de la gobernanza en ellas. Para evaluar ambos aspectos se ha establecido una Joint AfghanNATO Inteqal Board que recopilar¨¢ todas las valoraciones disponibles y asesorar¨¢ al Gobierno afgano para que tome una decisi¨®n al respecto. No siendo p¨²blicos estos criterios, las expectativas de relevo dependen de las percepciones interesadas de las partes y cabe la posibilidad de que si un contingente est¨¢ dispuesto a retirarse en una fecha determinada, a partir de entonces todas las valoraciones de la situaci¨®n tiendan a ser positivas.
La OTAN ha tratado en Lisboa de paliar los efectos negativos del anuncio unilateral de retirada del presidente Obama en 2009 ampliando el plazo de permanencia m¨¢s all¨¢ de 2014, aunque sea en una funci¨®n de apoyo a las Fuerzas de Seguridad afganas. Pero al igual que la opini¨®n p¨²blica y la insurgencia afganas hicieron entonces, mientras el dedo de la OTAN en Lisboa se?alaba hacia un proceso de transici¨®n, las opiniones p¨²blicas y Gobiernos con tropas en Afganist¨¢n se han fijado m¨¢s en las fechas que aparec¨ªan en el dedo.
F¨¦lix Arteaga es investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano.
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