No parece
De todos los excesos garbanceros que han florecido a diestro y siniestro en la campa?a de las elecciones catalanas, el m¨¢s chusco ha sido el descubrimiento de unas lonas con fotograf¨ªas de simpatizantes del PSC. Las encontraron los de CiU en los trasteros del Palau, y enseguida acusaron al PSC de tener preparados decorados para simular un lleno total en su mitin. Cosa que los socialistas negaron, claro est¨¢. Las lonas no se usaron, porque todav¨ªa llevaban los protectores puestos. Pero lo cierto es que no consigo imaginar qu¨¦ otro fin podr¨ªan tener esas grandes fotos sino el de llenar los agujeros de las gradas, en caso de pinchazo de p¨²blico. Es un viejo truco de mercadotecnia, y ya se sabe que hoy en d¨ªa los m¨ªtines no tienen m¨¢s sentido que el de ser spots publicitarios. Si has asistido a alg¨²n acto de este tipo, probablemente habr¨¢s visto c¨®mo un pobre pol¨ªtico se eternizaba sobre el escenario, diciendo tonter¨ªas y haciendo tiempo, hasta que, de repente, era expulsado del estrado a toda prisa para dejar paso al l¨ªder de la campa?a, que sal¨ªa como un hurac¨¢n y empezaba a soltar frases briosas porque los informativos de televisi¨®n acababan de conectar. En su origen, los m¨ªtines ten¨ªan otro sentido, serv¨ªan para informar y para convencer, porque a menudo se celebraban en entornos hostiles. Pero ahora los asistentes a los m¨ªtines son una hinchada fiel que se presta a servir de puro relleno. Claro que acudir tambi¨¦n tiene sus compensaciones: mayormente, el pelotazo de autocomplacencia de sentirse juntos y gritones. Resumiendo: los m¨ªtines fomentan el parloteo inane; adem¨¢s cultivan los peores instintos de la gente, a saber, la reafirmaci¨®n berroque?a en lo estupendos que ellos son y el desd¨¦n cerril del oponente; y, por ¨²ltimo, como ha demostrado el l¨ªo de las lonas, son unos actos tan artificiales que hasta unos forillos falsos podr¨ªan funcionar igual. O sea, no parece la mejor manera de hacer pol¨ªtica.
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