Recuerdos de otros mundos
La Residencia de Estudiantes recuerda su papel en la difusi¨®n de exploraciones arqueol¨®gicas m¨ªticas
De los privilegiados viajeros ingleses del Grand Tour dieciochesco al turismo de masas y, ay, el caos de los controladores. El viaje siempre ha conjurado los misterios del conocimiento y de las fuentes de esa clase de experiencias que transforman la vida. En el imaginario, los periplos que revisten mayor m¨ªtica son los emprendidos (porque s¨ª, entonces el viaje era un complejo e intrincado asunto para emprendedores) a comienzos del siglo XX por los equipos de exploradores y antrop¨®logos en pos de culturas deconocidas (?la tumba de Tutankhamon!, ?la ciudad de Ur!, ?el arte budista!). La Residencia de Estudiantes fue una instituci¨®n pionera en dar a conocer los avatares de estos viajeros por boca de sus principales protagonistas (Howard Carter, el general Bruce o Charles Woolley). Una exposici¨®n, Viajeros por el conocimiento, recuerda, a partir del viernes, el papel jugado por la instituci¨®n en la difusi¨®n de aquellos memorables periplos y de los descubrimientos que acarrearon.
De Diego: "Era como el lema de la CNN, 'Est¨¢ pasando, lo est¨¢s viendo"
Emociona ver el mimo con que Carter toca la momia de Tutankam¨®n
Estrella de Diego, comisaria de esta peculiar exposici¨®n, ha querido incidir en el esp¨ªritu modernizador que tuvo la Residencia de Estudiantes. El proyecto se plante¨® a prop¨®sito del centenario. De Diego consider¨® que la programaci¨®n conmemorativa se hab¨ªa centrado mucho en los residentes m¨¢s ilustres y poco en otras actividades como el recuerdo de la visita de los m¨¢s ilustres viajeros de la historia. "Vinieron a contar sus aventuras a la Residencia al poco de concluir sus viajes. Era casi como el lema de la CNN: 'Est¨¢ pasando, lo est¨¢s viendo", bromea la comisaria, "lo cual da idea del papel que la Residencia ya ten¨ªa en el mundo cultural. Centenares de personas ven¨ªan a escuchar las conferencias. A veces, repet¨ªan la intervenci¨®n en teatros. La revista de la Residencia guarda gran parte de aquellas intervenciones, un tesoro que ahora ha servido para vertebrar la exposici¨®n".
La muestra da cuenta de nueve viajes. Estrella de Diego ha escogido los m¨¢s conocidos que, adem¨¢s, fueron contados en la Residencia. Ha querido que estuvieran representadas las ¨¢reas geogr¨¢ficas fundamentales con las escuelas esenciales de los pa¨ªses que m¨¢s viajes organizaron (Inglaterra, Francia y Alemania). Cinco de ellos est¨¢n dedicados a la arqueolog¨ªa: Howard Carter y el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon; Charles Leonard Woolley y la ciudad de Ur; Joseph Hackin y su misi¨®n en Afganist¨¢n, y Thomas A. Joyce y la cultura maya. Hay un viaje a la Prehistoria, el de Hugo Obermaier a las cuevas de Altamira; otro a la aventura en estado puro, Charles G. Bruce y sus asaltos al Everest y dos a la antropolog¨ªa: Leo Frobenius y las culturas africanas, y Francisco Iglesias y su proyecto de expedici¨®n cient¨ªfica al Amazonas. Todos estos viajes fueron realizados entre 1920 y 1930 y sus protagonistas fueron dando cuenta de ellos en el auditorio de la Residencia hasta 1936.
Cada viaje (hechos con financiaci¨®n privada) est¨¢ recogido en un espacio propio en el que se arranca con una aproximaci¨®n humana a quienes formaban estos equipos de aventureros ilustrados. Ge¨®grafos, antrop¨®logos pintores, fot¨®grafos y sherpas se enfrentaron a todo tipo de aventuras con ¨¢nimo de trasformar la contemporaneidad.
Las expediciones se reconstruyen con piezas arqueol¨®gicas, fotograf¨ªas, dibujos y pel¨ªculas de ¨¦poca, cartas, notas de viajes, programas e invitaciones originales de las conferencias, audiovisuales y otros muchos objetos.
La emoci¨®n que produce el v¨¦rtigo del saber est¨¢ en las caras de los miembros de la expedici¨®n. Indescriptible resulta contemplar el pasmo de Paul Pelliot en una de las cuevas de los mil Budas, donde los monjes hab¨ªan resguardado monta?as de manuscritos de literatura comparada de la Alta Edad Media. No es menos emocionante ver el mimo con el que Howard Carter toquetea la momia de Tutankhamon en el Valle de los Reyes o la delicadeza con la que Leonard Woolley, en cuclillas e impecablmente vestido, pasa la brocha sobre una de las piezas reci¨¦n encontradas en Ur, en Mesopotamia (actual Irak).
El desfile de la alta sociedad brit¨¢nica, con las se?oras encaramadas en altos tacones y embutidas en faldas estrechas, para ver de cerca el descubrimiento es un documento impagable.
Pocas mujeres se ven en los equipos de estos inspiradores de Indiana Jones. Una de ellas fue la antrop¨®loga Katherine Wooley, esposa de Charles Leonard Wooley. En esta misma expedici¨®n particip¨® el marido de la escritora Agatha Christie, quien pase¨® por aquellas ruinas a su famoso detective H¨¦rcules Poirot en una de sus m¨¢s conocidas novelas, Asesinato en Mesopotamia.
El martes, mientras la comisaria esperaba un final feliz para la inesperada aventura (huelga de controladores) emprendida por las piezas prestadas por los museos ingleses, una fotograf¨ªa resum¨ªa como ninguna otra el contenido de la exposici¨®n. En ella se ve a Howard Carter apoyado en la fachada de la Residencia mirando dirctamente al fot¨®grafo. Elegante y resuelto se dispone a entrar en el auditorio a dar a conocer el tesoro reci¨¦n descubierto: la tumba de Tutankhamon. Pero el aut¨¦ntico tesoro fue el conocimiento con el que estos grandes viajeros contribuyeron a la modernizaci¨®n de la sociedad espa?ola.


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