Antes del ciberpunk
En 1981, un joven empleado de la Disney fue invitado por dos de sus compa?eros al visionado de una espectacular escena de un futuro estreno del estudio: era la carrera de las motos de luz de Tron, proyecto que los animadores veteranos del lugar contemplaban con marcada suspicacia. Para ese joven empleado, la experiencia fue una revelaci¨®n. Era John Lasseter y las im¨¢genes del pionero trabajo de Steven Lisberger galvanizaron su imaginaci¨®n: el futuro de la animaci¨®n, intuy¨®, iba a ser digital. Sus jefes no tardaron en echarle de patitas a la calle, asustados por su vehemente entusiasmo, pero, a?os despu¨¦s, ser¨ªa Lasseter, al frente de Pixar -su utop¨ªa hecha realidad-, quien se har¨ªa con las riendas del imperio Disney.
Tron puede colgarse, as¨ª, la medalla de haberle despertado la vocaci¨®n al padre de Toy story, pero, 28 a?os despu¨¦s de su estreno, la pel¨ªcula es relevante por muchas otras cuestiones. Fue una propuesta visionaria que simul¨® ser la primera superproducci¨®n de animaci¨®n de s¨ªntesis, cuando, en realidad, era una astuta filigrana h¨ªbrida, donde se combinaban gr¨¢ficos virtuales con eficaces trucos fotogr¨¢ficos anal¨®gicos: una fantas¨ªa de ne¨®n, que enraizaba su mitolog¨ªa en esas salas de juegos recreativos usadas por la emergente industria del videojuego como campo de pruebas para sus futuros lanzamientos.
Fundador de su propia compa?¨ªa de animaci¨®n independiente -los Lisberger Studios Incorporated-, el director de Tron hab¨ªa formado a futuros animadores de la talla de Brad Bird y Roger Allers antes de desembarcar en la Disney con su inusual propuesta. Los talentos combinados de Moebius (Jean Giraud) y el dise?ador Syd Mead -a¨²n fresca su labor en el dise?o de producci¨®n de Blade Runner- le permitieron articular una suerte de misticismo tecnol¨®gico donde, de manera algo ingenua y rudimentaria, se adelantaban algunas de las propuestas de esa sensibilidad ciberpunk que, un a?o despu¨¦s del estreno de Tron, ya se iba a afirmar como uno de los m¨¢s influyentes fen¨®menos culturales de finales del siglo XX. Aunque sea faltar a la precisi¨®n -pues la importancia de Blade Runner como fuerza inspiradora fue mayor-, podr¨ªa afirmarse que Tron es la forma embrionaria de esa po¨¦tica que tuvo su acta fundacional en la publicaci¨®n del Neuromante de William Gibson en 1984.
La Academia decidi¨® negarle a Tron la nominaci¨®n al Oscar por sus efectos especiales: por aquel entonces, los guardianes de las esencias consideraron que usar ordenadores equival¨ªa a hacer trampas.
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