Democracia china
Ox¨ªmoron: "Combinaci¨®n en una misma estructura sint¨¢ctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto". Nuestro lenguaje pol¨ªtico est¨¢ lleno de ellos: "armas inteligentes", "guerra preventiva", "soberan¨ªa limitada", "tolerancia cero", etc¨¦tera. ?Es el concepto de "democracia china" un ox¨ªmoron, un imposible?
Instintivamente, es f¨¢cil sentirse abrumado por la machacona ret¨®rica oficial del Gobierno chino, contestar afirmativamente a la pregunta y olvidar la cuesti¨®n. Sin embargo, las posibilidades que abre la idea de una China democr¨¢tica son tan inmensas que merece la pena dar una segunda pasada. Claramente, el mundo ser¨ªa un lugar distinto si el r¨¦gimen chino se democratizara. En s¨ª misma, independientemente de sus consecuencias internacionales, la liberaci¨®n de 1.300 millones de personas constituir¨ªa un terremoto moral. Pero es que, adem¨¢s, la democratizaci¨®n de China modificar¨ªa radicalmente la configuraci¨®n de la pol¨ªtica, el poder y las relaciones internacionales en el siglo XXI.
Su democratizaci¨®n cambiar¨ªa radicalmente la pol¨ªtica internacional en el siglo XXI
Hoy por hoy, todos los escenarios sobre el futuro dan por supuesto que el ascenso de China ir¨¢ a la par del mantenimiento de su r¨¦gimen. Ello conlleva que descontemos un futuro caracterizado por el incremento de la rivalidad econ¨®mica y pol¨ªtica entre un Occidente en retroceso y una China en ascenso. Desde las materias primas hasta los valores, el siglo XXI parece encaminado hacia una nueva competici¨®n global de inciertas consecuencias. Sin embargo, quiz¨¢ merecer¨ªa la pena incorporar a nuestro pensamiento alg¨²n escenario donde la (improbable) democratizaci¨®n de China no fuera necesariamente imposible.
Para quienes consideren este razonamiento excesivamente abstracto, la desmedida reacci¨®n de la diplomacia china ante la concesi¨®n del Premio Nobel de la Paz al activista Liu Xiaobo permite adivinar que del f¨¦rreo traje con el que el Partido Comunista ha encorsetado a 1.300 millones de personas penden algunos flecos. Tirando de esos flecos se pone de manifiesto que el r¨¦gimen tiene tanto miedo al concepto de democracia que no sabe bien qu¨¦ hacer con ¨¦l. Por eso, unas veces intenta apropiarse del t¨¦rmino y adaptarlo al contexto local con el fin de beneficiarse de la legitimidad que acarrea mientras que otras lo rechaza como una imposici¨®n exterior incompatible con las condiciones locales.
En ese cruce de caminos chocan las ideas comunistas sobre la primac¨ªa de los derechos econ¨®micos y sociales sobre los derechos pol¨ªticos con la idea m¨¢s moderna de una democracia limitada al interior del Partido Comunista como v¨ªa para garantizar la paz social. El resultado es un batiburrillo argumental que mezcla los resultados econ¨®micos (200 millones menos de pobres), los valores confucianos de armon¨ªa y respeto a la autoridad (que justifican una democracia deliberativa, pero no electiva), el tama?o f¨ªsico y poblacional (demasiado grande); y las tensiones territoriales (desde el T¨ªbet a los uigures).
Pero con toda esa retah¨ªla de argumentos contra la democracia, China acaba pareci¨¦ndose demasiado al comensal que, irritado por la mala calidad de la comida, protesta porque las raciones son escasas. As¨ª que, para cuando el comensal se ha tranquilizado, el camarero puede se?alar que en la mesa de al lado se sienta India, que con una poblaci¨®n similar (1.150 millones de habitantes) no solo es la democracia m¨¢s grande del mundo sino infinitamente m¨¢s diversa desde el punto de vista ¨¦tnico y cultural que China sin por ello sufrir inestabilidad. Cierto que India no es completamente pac¨ªfica, pero ello se debe a que las democracias solo pretenden encauzar conflictos, no suprimirlos. As¨ª que, si hay una democracia que de acuerdo con la ciencia pol¨ªtica deber¨ªa estar en la lista de ox¨ªmoron es la India, pero no lo est¨¢.
Es f¨¢cil entender por qu¨¦ el Premio Nobel ha puesto tan nerviosas a las autoridades chinas. Hoy, el segundo pa¨ªs m¨¢s poderoso se ve caracterizado (en palabras de la Carta 08 que Liu Xiaobo y otros redactaran) por "la corrupci¨®n oficial end¨¦mica, un debilitamiento del Estado de derecho, de los derechos del hombre, el hundimiento de toda ¨¦tica p¨²blica, un capitalismo de favoritismo, de crecientes desigualdades y el saqueo de los recursos naturales y del patrimonio hist¨®rico y humano". Pero gracias al Nobel, esa es su virtud, lo imposible se puede imaginar probable, aunque sea por unas horas. jitorreblanca@ecfr.eu
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